Limpieza y mantenimiento de brochas y pinceles

Para evitar que brochas y pinceles se estropeen de forma prematura, es preciso que, después de su uso, se limpien a fondo y se guarden en un lugar adecuado
Por EROSKI Consumer 22 de agosto de 2007
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Imagen: Alan Cleaver

Las brochas y pinceles, herramientas básicas para pintar, exigen poco mantenimiento. Pero si no se cumple con esas tareas de conservación, sobre todo la de limpieza, es posible que se deterioren después de su utilización y su duración se reduzca de manera notoria. Este artículo incluye varios consejos para prolongar la vida útil de brochas y pinceles, las principales pautas para su cuidado tras su uso, cómo guardar estas herramientas y diversos trucos para recuperar una brocha que no se limpió bien.

Consejos para prolongar la vida útil de brochas y pinceles

Mantener en correcto estado las brochas y pinceles es fundamental tanto para desarrollar mejor los trabajos de pintura como para prolongar al máximo la vida útil de esas herramientas. No es difícil limpiarlas y cuidarlas: basta con tomar ciertas medidas antes y después de su empleo.

Cuando se trata de brochas y pinceles nuevos, los especialistas recomiendan que, antes de su uso, sean introducidos en agua hirviendo durante unos segundos. Esto hará que el pegamento que sujeta las cerdas al mango se endurezca y, por lo tanto, se refuerce. Así, la pérdida de cerdas será menor.

Pero antes de meter estas herramientas por primera vez en la pintura, también conviene humedecerlas con disolvente y luego restregarlas, con rapidez y sin ejercer mucha presión, contra una pared. De este modo, las cerdas que hubieran quedado sueltas se notarán a simple vista y se podrán quitar. Así se evita que terminen en la superficie sobre la que se trabaja, de donde será más difícil retirarlas.

Cuidado de brochas y pinceles tras su uso

Una vez concluida la tarea, cuando se han de guardar los pinceles y las brochas durante alguna temporada, es importante limpiarlos lo más a fondo que se pueda. El primer paso será retirar el sobrante más grueso de pintura, para lo que se puede emplear un trapo o un papel absorbente (puede ser papel de periódico).

Lavar las brochas con agua templada y jabón y dejarlas sin aclarar ayuda a que las cerdas conserven flexibilidad

Después, es momento de una limpieza más profunda. Para ello se debe usar un disolvente. El tipo de sustancia depende de la pintura que se haya utilizado. Para pinturas al agua y colas blancas, el agua y jabón son válidos. Para el caso de pinturas plásticas o sintéticas, barnices u otros productos, será necesario aguarrás o algún otro solvente más abrasivo.

Muchas pinturas y otras sustancias incluyen en la etiqueta proporcionada por el fabricante información sobre el disolvente más adecuado para ese producto. Si no es así, es aconsejable consultar en cada caso el tipo más idóneo.

Si la brocha se ha limpiado con un disolvente que no es agua, al final del proceso conviene lavar con agua templada y jabón y dejarlas sin aclarar. De esta manera, las cerdas conservarán flexibilidad.

Cómo guardar las brochas y los pinceles

La manera más apropiada de guardar estas herramientas de pintura es colgarlas por el mango o con la punta hacia arriba, o bien en una caja o un estuche preparado de manera específica para tal fin. De este modo se garantiza que las cerdas conservarán su forma, sin sufrir aplastamientos ni otras presiones que las pudieran deformar o deteriorar.

Si, en cambio, se interrumpe el trabajo pero se ha de continuar el mismo día más tarde, o incluso al día siguiente, no es necesaria una limpieza tan profunda. Tras quitar los restos más «gruesos» de pintura con un papel o un trapo, se envuelve la brocha con una bolsa de plástico y se cierra del modo más hermético posible, para impedir que la pintura se seque sobre las cerdas, lo que las estropearía.

Recuperar una brocha que no se limpió bien

Si no se siguen los pasos detallados hasta aquí para limpiar la brocha después de usarla, es posible que, cuando se necesite de nuevo, esté inservible. Pero hay un método para intentar recuperarla. Se deben sumergir las cerdas en disolvente durante varias horas, para aflojar la pintura seca, y luego secar con un papel.

Si aún así las cerdas permanecen en mal estado, existe una última posibilidad: sumergir la brocha en líquido decapante durante unos minutos y luego pasar un cepillo con cerdas metálicas para eliminar los restos de pintura. De esta manera, puede que la vida útil de la herramienta se prolongue un poco más.

En caso de que no resulte, habrá que conseguir una brocha nueva y asegurarse de darle el mantenimiento apropiado después de su uso.

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