¿Es el fin de los depósitos a plazo fijo?

La rentabilidad de estos depósitos no para de caer y no parece que lo hagan a corto o medio plazo, por lo que cabe optar por las cuentas o pasarse al mundo de la inversión
Por Javier Mezcua, Helpmycash 1 de junio de 2016
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Imagen: racorn

2016 no ha supuesto una mejora de la situación de los depósitos a plazo fijo. Todo lo contrario, pues su rentabilidad cae mes tras mes hasta situarse en marzo en un 0,29% de media, la peor cifra de los últimos 13 años, según el Banco de España. Esta circunstancia se ve agravada por el último paquete de medidas impuesto por el Banco Central Europeo (BCE), que rebajó los tipos de interés oficiales hasta el 0% y disminuyó también la facilidad de depósito. Los españoles parecen haber perdido la confianza en este clásico del ahorro cuyo saldo vivo se redujo en 57.000 millones de euros entre marzo de 2015 y marzo de 2016. Pero, ¿de verdad es el fin de este producto bancario? En este artículo se aborda esta cuestión, además de analizar otras alternativas y dar consejos para quienes opten por lanzarse a invertir.

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Depósitos a plazo fijo, ¿qué podemos esperar?

Con el objetivo de garantizar la rentabilidad del sistema bancario y de adaptarse al nuevo escenario de tipos de interés en mínimos históricos, la banca ha reducido de forma considerable lo que paga por su pasivo, lo que le ha permitido asumir un ahorro importante: ha pasado de pagar unos tipos de interés por encima del 4% por el dinero que sus clientes le prestaban hace unos años a abonar un tanto por ciento por debajo del 0,50%.

La bajada de los tipos oficiales al 0% dictada por Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, el pasado mes de marzo ha abaratado aún más el dinero. A ello hay que sumarle que un exceso de liquidez se paga caro. La banca tiene que hacer frente a una tasa negativa del 0,40% por dejar su dinero en las arcas de Fráncfort. Una ecuación cuyo resultado es fácil de resolver: tipos de interés en mínimos más facilidad de depósito elevada, igual a rentabilidades bajas y falta de interés por el ahorro.

No parece que la situación mejorará a corto o medio plazo. Si la política monetaria de la zona del euro se mantiene, las rentabilidades anémicas también lo harán. Las remuneraciones atractivas parecen reservadas solo como estrategia para captar nuevos clientes y hay que buscarlas o bien en los depósitos bienvenida, que son a muy corto plazo, o en los bancos que intentan hacerse un hueco en el escaparate español y son conscientes de que ofrecer una buena rentabilidad puede ser su mejor arma para ganar cuota de mercado. Por ello, aún se pueden encontrar rentabilidades de hasta el 3% que, no obstante, es difícil predecir hasta cuándo durarán, como las que tienen los plazos fijos que ocupan el ranking de los mejores depósitos.

Las cuentas, la única alternativa igual de segura

Durante los últimos meses se ha producido un éxodo del ahorro de los españoles de los depósitos a las cuentas que, si bien no ofrecen un tipo de interés medio más elevado, como mínimo son más flexibles. Además, son igual de seguras que los plazos fijos, ya que ambos productos están cubiertos tanto por la entidad como por un fondo de garantía de depósitos, que tanto en España como en el resto de los países de la UE garantiza hasta 100.000 euros por titular en cada entidad.

¿Invertir? ¡Cuidado! Los riesgos se multiplican

Quienes hayan acudido a su banco durante los últimos meses en busca de un producto de ahorro tradicional es más que probable que hayan salido con publicidad de un fondo de inversión o de un plan de pensiones o, quizá, de un seguro de ahorro. La banca está aprovechando la coyuntura actual para promocionar su catálogo de productos de inversión, cuya comercialización resulta mucho más rentable gracias a las comisiones que ingresan.

Pero invertir no es lo mismo que ahorrar. Y contratar un producto de inversión nada tiene que ver con un depósito o una cuenta a la vista, y ni su funcionamiento es el mismo ni sus garantías tampoco. Antes de lanzarse al mundo de la inversión es importante tener en cuenta estos cinco aspectos:

  • El capital no tiene por qué estar garantizado, y lo más probable es que no lo esté. Salvo en casos muy concretos, los productos de inversión no aseguran el principal, a diferencia de las cuentas y de los depósitos que sí cuentan con la seguridad de que el dinero será reembolsado en su totalidad.
  • La rentabilidad puede ser variable. Existen productos de inversión que tienen un cupón fijo y otros cuya rentabilidad depende del comportamiento del mercado. Incluso los primeros pueden variar su remuneración, si su titular decide aventurarse en el mercado secundario. La rentabilidad, en muchos casos, podría llegar a ser negativa (una acción cuyo precio baja, un fondo de inversión que acaba resultando desfavorable…), lo que implicaría perder dinero.
  • Tienen comisiones. Suscribir una participación en un fondo u operar con una cuenta de valores implica el pago de una serie de comisiones que mermarán la rentabilidad final del producto.
  • No están cubiertos. Los únicos productos cubiertos por el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) son los depósitos a plazo y las cuentas a la vista. El resto de las inversiones no cuentan con esta garantía, por lo que si resultan un fracaso, ningún organismo oficial cubrirá las pérdidas. No obstante, si la sociedad de valores o la gestora en la que un cliente ha depositado su dinero entra en concurso de acreedores y no puede hacer frente a los pagos, el Fondo de Garantía de Inversiones (Fogain) indemnizaría a cada inversor que no pueda recuperar su dinero o sus valores con hasta 100.000 euros.
  • No sustituyen a los depósitos a plazo fijo. Los productos de inversión no reemplazan a las cuentas y a los depósitos, ya que su naturaleza es por completo distinta. No obstante, siempre y cuando se entiendan los riesgos y el funcionamiento de los productos, pueden servir como fuente para rentabilizar el capital.
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