La falta de sueño es un problema que afecta a uno de cada cuatro niños en edad escolar, disminuyendo su rendimiento y su capacidad de concentración en las clases. No descansar el número de horas necesarias repercute también en su salud, al debilitarse el sistema inmunológico.
Un estudio de investigadores australianos, que acaba de publicar la revista «Journal of Adolescence», revela que los adolescentes viven en un desfase horario continuo. Muchos jóvenes estudiantes no duermen lo suficiente y tienen dificultades en la escuela porque están obligados a despertarse hasta dos horas y media antes de lo que su ritmo natural exigiría.
Los científicos, de la Universidad Tecnológica de Swinburne (Melbourne), estudiaron el sueño de 310 alumnos australianos de Bachillerato, en periodo escolar y durante las vacaciones. Aunque dormían más de nueve horas en vacaciones, tenían que contentarse con menos de ocho cuando iban al instituto.
Otras investigaciones han demostrado que nueve horas de sueño es lo más adecuado para los adolescentes. De lo contrario, sufren falta de energía, irritabilidad, tristeza y actitudes negativas hacia sí mismos. Cada individuo tiene una predisposición genética para levantarse muy temprano o acostarse tarde, explica una de las autoras del estudio. Pero en el momento de los cambios hormonales propios de la adolescencia, los jóvenes empiezan a dormir más tarde y, si pueden, retrasan también la hora de levantarse.
La clave del problema está en la melatonina, una hormona que «recuerda» al cuerpo que necesita dormir. Durante la pubertad, esta hormona es segregada cada vez más tarde. Los factores ambientales también juegan un papel fundamental, indica el estudio. La luz artificial, que tiende a disminuir la cantidad de melatonina segregada, y los ordenadores impiden que los adolescentes se den cuenta de su necesidad de dormir.
