Construcción sostenible

Algunos criterios del sector tienen un gran impacto en el ambiente y en la salud de los ciudadanos
Por Alex Fernández Muerza 16 de marzo de 2006

La construcción es una de las actividades económicas con mayor impacto ambiental. Los edificios y viviendas pueden llegar a consumir hasta la mitad de los recursos naturales del entorno, y contribuyen en gran manera al aumento de las emisiones contaminantes, tanto durante su construcción como en su vida útil. Por ello, el criterio de sostenibilidad es también clave en este sector, como manera de garantizar la protección del medio ambiente y el desarrollo económico presente y futuro.

Las estadísticas sitúan al sector de la construcción en España en la segunda posición en cuanto a generación de negocio, y las estimaciones apuntan a un fuerte crecimiento a corto y medio plazo. Se trata por tanto de un sector básico que, desgraciadamente, no se ha caracterizado por poseer una conciencia ecológica. Los expertos hablan de «Desarrollo Urbano Sostenible» o de «Construcción Sostenible» para referirse a la necesidad de un cambio de actitud, como fórmula para garantizar no sólo la conservación del medio ambiente y la salud de los ciudadanos, sino también su viabilidad económica futura. Incluso convive con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

La Construcción Sostenible conlleva una gestión eficiente de la energía y del agua y la utilización de recursos y materiales no perjudiciales para el entorno, consiguiendo reducir de esta manera el impacto ambiental causado por los procesos de construcción, uso y derribo de los edificios y por el ambiente urbanizado. Para conseguir este objetivo, es necesario analizar todo el ciclo vital del edificio, desde su diseño arquitectónico y la obtención de las materias primas, hasta su posterior destrucción en forma de residuos. Asimismo, las edificaciones sostenibles deben ser entornos habitables y saludables para los ciudadanos. Sin embargo, muchas construcciones modernas padecen el «síndrome del edificio enfermo«, esto es, poseen atmósferas interiores insalubres para sus ocupantes. Por ejemplo, los edificios herméticos con climatización controlada retienen compuestos orgánicos volátiles (COV) que pueden llegar a unas peligrosas concentraciones cientos de veces más altas que en el exterior. Las edificaciones sostenibles deben ser entornos habitables y saludables para los ciudadanos

Aunque comienza a notarse una evolución positiva, la experiencia de los últimos veinte años demuestra que no resulta fácil cambiar el sistema de construcción de los edificios y su funcionamiento. En definitiva, se trata de un cambio de mentalidad que debe conducir a la ruptura con los malos hábitos adquiridos durante décadas de derroche de los recursos naturales. Para ello, la Construcción Sostenible necesita, según los expertos, la implicación coordinada y de una forma responsable de todos los agentes responsables en el proceso, como administraciones públicas, ONGs, proveedores energéticos, promotores inmobiliarios y constructores, fabricantes de materiales y por supuesto el usuario final. Por su parte, el denominado Código Técnico de la Edificación se presenta como una herramienta útil hacia el camino de la sostenibilidad de los edificios y viviendas. Los planteamientos fundamentales que se establecen en el mismo son, entre otras cuestiones, la disminución de la demanda energética de los edificios o la reforma de la ley de suelo y normativas derivadas.

Criterios para una casa sostenible

Los edificios construidos bajo el criterio de sostenibilidad debieran cumplir los siguientes requisitos:

  • Diseño bioclimático, de manera que se regulen correctamente los cambios climáticos y de temperatura, manteniendo el confort térmico y ambiental sin gastos energéticos adicionales, al tiempo que se asegure una correcta renovación del aire. Las plantas, tanto en el exterior como en el interior de la casa, disminuyen los efectos de la contaminación y ayudan a preservar un equilibrio térmico y de humedad ambiental relativa. Asimismo, la correcta ventilación permitirá evitar problemas de acumulación en la vivienda de elementos tóxicos o radiactivos, como el gas radón. El ahorro energético debiera ser otra de las premisas indispensables para una vivienda sana, tanto para sus moradores como para el entorno.
  • Utilización de materiales de construcción naturales y ecológicos, evitando materiales tóxicos, radiactivos, que generen gases o electricidad estática (como sucede con los plásticos, lacas y fibras sintéticas). El uso de ladrillos cerámicos, piedra, madera, fibras vegetales, pinturas al silicato, adobe de tierra y morteros con abundante cal son preferibles al hormigón armado con mucho hierro, aluminio, PVC, o al exceso de cemento y aditivos químicos. En cuanto al mobiliario y decoración interior, debieran evitarse muebles de maderas aglomeradas con formaldehídos y colas tóxicas, así como tratamientos de protección de la madera que contengan lindano o pentaclorofenos, que resultan altamente tóxicos.
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