El control del agua pone en peligro la estabilidad de más de cincuenta países del mundo

158 cuencas fluviales son compartidas por dos o más naciones sin acuerdo de cooperación
Por EROSKI Consumer 23 de marzo de 2003

El acceso al agua se ha convertido desde la más remota antigüedad en una fuente de poder y de conflicto, aunque el único caso conocido de enfrentamiento por este preciado líquido se remonta a 4.500 años, cuando el uso de los ríos Tigris y Éufrates enfrentó a dos ciudades del actual Irak. Desde entonces, el agua ha estado estrechamente ligada a las áreas clásicas de conflictos políticos, pero el aumento de su escasez apuntala las advertencias de los expertos sobre el papel de los ríos en las futuras disputas internacionales.

Los analistas señalan que cincuenta países de todas las regiones del mundo están en riesgo de afrontar conflictos por el agua durante el próximo decenio. Un total de 158 cuencas fluviales de las más de 260 existentes en el mundo son compartidas por dos o más naciones y son explotadas sin acuerdo de cooperación, lo que las convierte en fuentes potenciales de conflicto. De ellas, 18 están bajo observación del Programa de Medioambiente de las Naciones Unidas (PNUMA) por ser consideradas zonas de problema latente, como el entorno del río Ganges o la cuenca del Mekong. Los especialistas reunidos en el Foro Mundial del Agua, que se celebra en Japón, han señalado que en los últimos siglos se han firmado casi 3.000 tratados y acuerdos transfronterizos para el desarrollo conjunto de 100 cuencas fluviales.

Las 263 cuencas que se extienden por el mundo representan la mitad de la superficie del planeta y el 60% de todo el agua potable, y en ellas vive el 40% de la población mundial. A pesar de que el agua es un recurso cada vez más explotado, los expertos señalan que la causa de los conflictos internacionales no es su escasez ni la superpoblación mundial, sino el intento unilateral de un país de explotar un río ante la ausencia de tratados que preserven los intereses de otras naciones que comparten sus aguas. Los países de las cuencas tienen por lo general algo en común: todos intentan nacionalizar los beneficios. Además, por razones históricas, en regiones pobres en agua el derecho del más fuerte ha dominado en las relaciones políticas. Muchos de los tratados para el aprovechamiento de cuencas hidrológicas supranacionales datan de la época colonial y no son reconocidos por los países afectados o han sido firmados sólo entre algunos, por lo que para los otros no se derivan ni derechos ni obligaciones.

No obstante, no todos vaticinan un futuro enfrentamiento por este recurso. «La cooperación entre los países en los últimos 50 años sólo ha sido interrumpida ocasionalmente por algún conflicto. Desde 1948, se han dado sólo 37 incidentes. De ellos, treinta se produjeron entre Israel y sus vecinos», afirma Aaron Wolf, director de la base de datos Conflictos Transfronterizos sobre el Agua de la ONU. Para este geógrafo, «el hombre tiene la capacidad de aumentar la cooperación incluso cuando las condiciones naturales empeoran dramáticamente» y considera que existe una tendencia a la cooperación en la búsqueda de soluciones, como lo confirma el hecho de que algunos países resuelven sus conflictos por el agua, al tiempo que luchan sin tregua en otros terrenos. A pesar de que no todos comparten la posibilidad de un enfrentamiento mundial por la conquista del agua, pocos dudan de que la pugna por los limitados recursos hídricos puede agravar los de por sí frágiles vínculos entre los países de algunas regiones, y provocar un clima de agitación sin precedentes.

La mayoría de las cuencas fluviales transfronterizas se encuentran en Asia, Iberoamérica y África, donde las tensiones por el agua potable, la irrigación, la pesca y la energía hidráulica podrían agravarse debido al crecimiento de la población y de las políticas existentes. Ocho de los ríos en disputa están en África, en especial en el sur, y seis en Asia, la mayoría en la región suroriental. Uno de ellos es el Salween, que nace en el sur de China y se extiende a través de Birmania y Tailandia, y donde la construcción de presas y los proyectos de desarrollo planeados por cada país son incompatibles entre sí. Otro lugar de riesgo es la cuenca del río Okavango, en el sur de África, que abarca parte de Angola, Botswana, Namibia y Zimbabwe.

Los expertos también vaticinan una crisis del agua en el mundo árabe, en donde es consumida con mayor rapidez de lo que la lluvia repone los depósitos del subsuelo. Esto provoca que el agua del mar se filtre en los suministros subterráneos de agua potable, de manera que en países como Irak, cerca del 30% de la tierra ha sido abandonada debido a la salinización.

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