Lanzan un plan para conservar las especies de caballos, asnos y cebras que viven en estado salvaje

La mayor parte de los equinos en peligro de extinción habitan en desiertos y sabanas
Por EROSKI Consumer 10 de febrero de 2003

Hace 10.000 años, en el Pleistoceno, los equinos eran abundantes en las praderas y estepas de África, Asia y América. Sin embargo, las actividades humanas están poniendo a los pocos caballos salvajes que quedan bajo unas presiones cada vez mayores. Grupos conservacionistas, alarmados por las «negras» perspectivas de las siete especies de caballos, asnos y cebras que sobreviven en estado salvaje, han lanzado un plan de acción para asegurarles el futuro. Este plan es un trabajo del grupo especialista en equinos de la Unión Mundial de Conservación (IUCN).

Patricia Moehlman, que encabeza este grupo, asegura que la mayoría de los equinos en peligro habitan en desiertos y sabanas. «Estos hábitats no son ricos en biodiversidad, pero pueden contener plantas y animales únicos y endémicos», señala. Además, los animales no están solos. En estas zonas áridas viven también muchas personas que se enfrentan a las mismas presiones ambientales. Por tanto, explica Moehlman, los beneficios de involucrar a los pastores locales en la gestión de la conservación serán significativos para la vida salvaje.

Las siete especies de equinos que quedan son los asnos salvajes africanos y asiáticos, el asno kiang del Tibet, el caballo salvaje de Przewalski, y tres especies de cebras, la de Grevy, la de montaña y la de llanura. La mayoría están amenazadas, y están clasificadas como en peligro o vulnerables en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la IUCN.

Una de ellas, el caballo salvaje de Przewalski, está clasificada como extinta del medio natural, si bien se están realizando algunos programas de cría en cautividad que permitirían introducirla de nuevo en su hábitat. Y es que el caballo salvaje de Przewalski fue visto por última vez en el medio salvaje en 1969, en Mongolia. Pequeños grupos habían sido observados durante los años 40 y 50, pero su declive se produjo rápidamente debido principalmente a la caza, las actividades militares y al incremento de las presiones en el uso de la tierra.

Por su parte, se considera que están también en peligro las dos subespecies de cebra de montaña que existen, que ocupaban antes una zona que iba desde Sudáfrica pasando por Namibia y adentrándose en el oeste de Angola. En los últimos diez años se sospecha que su población se ha reducido en un 50%, si bien una de las subespecies parece que empieza a recuperarse gracias a la puesta en marcha de algunos programas de conservación.

Sin embargo, la mayor amenaza para la supervivencia de la especie radica en el riesgo de que ambas subespecies se crucen, con la consiguiente pérdida de diversidad genética, al tiempo que el hecho de que sea un número muy escaso de ejemplares los que sobreviven en el medio natural, podría suponer una reducción de un 30% de la población mundial en el caso de que una sola manada desapareciese. El plan de la IUCN intentará evitarlo.

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