Un atasco se produce cuando la cantidad de vehículos que circulan por la vía rebasa su capacidad. Esta se calcula en unos 2.000 vehículos por hora para un carril de autovía y 1.500 para las carreteras convencionales. Si por cualquier eventualidad el conductor se ve inmerso en una retención, conviene conocer de antemano algunos extremos y seguir ciertas pautas para minimizar sus efectos. En este reportaje se brindan algunas recomendaciones para que el contratiempo sea más llevadero, como intentar controlar la situación con sentido común, avisar del retraso y distraerse.
Factores que detienen la circulación
Un semáforo, una rotonda, un carril cortado por obras, un accidente… Son innumerables y muy diversos los factores -imprevisibles en muchos casos- que obligan a los vehículos a reducir la velocidad y provocan un atasco en la carretera.
Cuando esto sucede, con la circulación detenida, se calcula que cada conductor arranca su sutomóvil un segundo más tarde que el que lo precede y se genera el efecto «acordeón»: en un kilómetro de cola, el último coche arrancará dos minutos y medio más tarde que el primero, y si es de 20 kilómetros, hará falta casi una hora solo para que todos los turismos se pongan en marcha.
Cómo actuar en un atasco
¿Cómo conducir en un embotellamiento? ¿Y cómo soportar una espera que se hace insoportable? La Dirección General de Tráfico (DGT) y el Real Automóvil Club de España (RACE) recomiendan seguir una serie de pautas de comportamiento cuando un conductor se enfrente a una retención del tráfico.
No se debe cambiar nunca de carril de manera injustificada.
En caso de incorporarse al tráfico desde otra vía, hay que respetar la «cremallera»: cada vehículo cede el paso al primero de la cola que se incorpora. Es un comportamiento previsible que aporta fluidez, pues las peleas por «meter el morro» y ganar unos metros obligan a frenar y retrasan el final de la congestión.
En la cola de incorporación no hay que saltar a la vía principal antes que los coches que estén delante. Esta actitud obliga a frenar a varios vehículos complicando un poco más la situación.
Al acercarse al atasco se debe frenar con suavidad y avisar así a los demás conductores. No se deben llevar objetos sueltos en el interior del habitáculo para evitar daños a los ocupantes en caso de frenazo.
Si se prevé una retención larga, es necesario comprobar que se cuenta con suficiente combustible. En un atasco el automóvil gasta mucha gasolina al mantener tanto tiempo el motor «al ralentí». El consumo por kilómetro puede ser mayor en una gran congestión que marchando a 120 km/h en una autopista.
Si las paradas son muy prolongadas, conviene detener el motor. Se calcula que es rentable desconectar un motor moderno de inyección de gasolina, si se estará quieto más de dos minutos.
En caso de atasco dentro de un túnel, se deben encender los intermitentes de emergencia; no detenerse muy cerca del vehículo de delante; apagar el motor; y no abandonar jamás el coche, a no ser que el centro de control lo indique con claridad.
Cuando se circule con niños en el vehículo y se caiga en un atasco, hay que procurar distraerles con juegos y pasatiempos adecuados. Se trata de evitar que se cansen y de que acaben poniendo nervioso al conductor con su comportamiento.
Sobre todo en épocas de calor, es importante tener a mano agua o refrescos, bebidas que se pueden conservar en una nevera pequeña. También se debe llevar siempre algo de comida, sobre todo si se viaja con menores.
Es difícil que un conductor tranquilo contagie a sus vecinos de atasco. Sin embargo, en cuanto el primer impaciente toca el claxon, esta conducta se ve de inmediato jaleada por un coro de ruidosos pitidos que no logran arreglar nada.
Dorita Nazábal, psicoterapeuta cognitivo conductual, explica que en una retención es lógico estar incómodo, molesto y con ansiedad, pues las personas se sienten atrapadas en esa situación antinatural, “con la sensación de que la circunstancia controla su vida y no pueden hacer lo que quieren”. Lo habitual es desarrollar agresividad a través de pitidos, gritos o insultos. El exceso de ansiedad provoca también tensión muscular, irritabilidad, aceleración del ritmo cardiaco, sequedad en la boca, ahogo, temblores, palpitaciones… Por ello, esta experta insiste en la necesidad de controlar el cuerpo y la conducta y propone cinco pautas:
1. Aceptar la situación: estamos atrapados en un atasco y la solución no depende de nosotros.
2. Tolerar la frustración: no es un sentimiento agradable, pero hay que saber sufrir el embotellamiento sin generar agresividad.
3. No retroalimentar la frustración repitiendo frases negativas o lamentando constantemente la situación.
4. Intentar distraerse: encender la radio, observar a la gente, el paisaje… siempre que no suponga una merma de seguridad en la conducción.
5. Intentar evitar en lo posible el atasco: hay mucha gente que soporta retenciones a diario por no ser capaz de levantarse 20 minutos antes.