7 consejos para unas vacaciones cardiosaludables

Recomendaciones prácticas para evitar y reducir los riesgos cardiovasculares durante el periodo de descanso veraniego
Por Beatriz González, FEC 5 de julio de 2016
Img vacaciones felices
Imagen: Roderick Eime

Con las vacaciones estivales llega el ansiado periodo de descanso anual. Pero para poder disfrutarlo como se merece, hay que poner especial atención en mantener las buenas costumbres y tener presente que los viajes, el tiempo fuera de casa, la distancia con las rutinas y el calor requieren de algunos cuidados especiales. En el siguiente artículo se listan siete consejos fundamentales para pasar unas vacaciones saludables para el corazón.

Se trata de relajarse y disfrutar pero sin olvidar que, aunque haya cesado la rutina laboral, el cuerpo sigue necesitando seguir un estilo de vida saludable.

1. No descuidar la alimentación

Según la Real Academia Española (RAE), las vacaciones son un descanso temporal de la actividad habitual, lo que para un elevado porcentaje de la población significa que en vacaciones todo, o casi todo, está permitido. Por eso, es frecuente saltarse la alimentación sana y equilibrada que se procura seguir de forma más estricta durante el resto del año. Entre otras razones, porque en vacaciones se tiene la costumbre de comer más fuera de casa -durante 2015, el consumo alimentario de los españoles fuera del hogar ascendió en total a 31.994 millones de euros-.

Sin embargo, según los especialistas, eso no tiene por qué suponer un problema para seguir una alimentación cardiosaludable. Si se evitan en lo posible los alimentos ricos en sal, además de los fritos, y se opta sobre todo por platos cocinados al vapor, a la parrilla o a la plancha, se estará cuidando la salud cardiovascular.

2. Mantenerse hidratados

Sin realizar ningún tipo de actividad física, el cuerpo ya pierde entre dos y tres litros de líquido al día, cantidad que se puede incrementar si aumenta la temperatura ambiente. Eso significa que, para evitar deshidratarse, hay que beber agua durante todo el día. El objetivo es que se acabe ingiriendo un mínimo de dos litros de agua diarios para evitar la deshidratación. La recomendación de beber sin sed es muy importante para los más mayores, quienes sufren una disminución en su estímulo de la sed, de forma que cuando tienen ganas de beber agua en general ya se encuentran en un avanzado estado de deshidratación.

3. Evitar el síndrome de la clase turista

En muchas ocasiones, las vacaciones llevan aparejado un viaje. Y si ese viaje implica que se pasará un periodo de tiempo prolongado en la misma posición, es posible que se produzca el llamado síndrome de la clase turista. Consiste en una dificultad en el retorno de la sangre al corazón, lo que fuerza su acumulación en las venas de las piernas y puede llegar a formar un coágulo que, si se libera a la circulación, es posible que produzca una embolia de pulmón. «Que esto suceda es poco habitual en personas que no padecen factores de riesgo. Sin embargo, hay más probabilidades de sufrirlo en el caso de individuos con sobrepeso, hipertensión, antecedentes cardiacos, que se tratan con estrógenos o anticonceptivos orales, que presentan una edad avanzada, padecen enfermedades de coagulación o han sido operados recientemente, además de los fumadores o los que consumen mucho alcohol», explica el doctor Ignacio Fernández Lozano, secretario general de la Sociedad Española de Cardiología (SEC).

Aunque el síndrome de la clase turista puede darse en cualquier medio de transporte, es más frecuente en aviones, debido a la disminución de la presión y a la baja humedad del ambiente. Una forma eficaz de evitarlo es levantarse al menos una vez cada hora y caminar un poco, además de hacer ejercicios de contracción y estiramiento con los pies, piernas, manos y cuello y no cruzar las piernas. Tampoco se aconsejan las prendas ajustadas o el consumo de alcohol.

4. Evitar el abuso de alcohol

Durante las vacaciones es habitual saltarse reglas estrictas, lo que, unido a que en esta época se asiste a más fiestas y celebraciones, en ocasiones da como resultado el abuso en el consumo de alcohol, una práctica que puede dar más de un disgusto. Según los especialistas, la ingesta excesiva y brusca de bebidas alcohólicas puede provocar una aceleración del ritmo cardiaco, lo que se conoce como el síndrome del corazón en vacaciones. Se trata de una arritmia supraventricular que se da en las aurículas y se produce en personas sanas, jóvenes y sin historia previa de arritmias. «Aunque el desarrollo de esta arritmia todavía no está del todo definido, sabemos que el alcohol actúa como un tóxico en nuestro corazón. Así, la ingesta de altas cantidades de esta sustancia en un periodo corto de tiempo (una fiesta, por ejemplo) libera adrenalina y noradrenalina, dos hormonas que provocan una aceleración del ritmo cardiaco», explica el doctor Miguel Ángel García-Fernández, miembro de la FEC. Por eso es importante vigilar el consumo de alcohol procurando limitarlo.

5. Adherencia al tratamiento

Los estudios dicen que nos cuesta seguir las indicaciones del médico, hasta tal punto que casi una persona de cada dos se salta alguna de sus recomendaciones. Esta falta de adherencia al tratamiento es más común en vacaciones, cuando romper con la rutina lleva aparejado olvidarse del cuidado médico o no seguirlo de forma estricta. En las personas con enfermedades crónicas y asintomáticas, como quienes sufren hipertensión arterial, el incumplimiento es aún más frecuente. La razón es que al no sentirse mal ni sufrir dolores creen de manera errónea que no es necesario seguir el tratamiento, lo que puede derivar en que se agraven las dolencias.

6. Adiós al sofá

El sedentarismo, tan perjudicial para la salud cardiovascular, se da también con mayor frecuencia en verano. Aunque se dispone de más tiempo libre, las altas temperaturas desaniman y se opta por dejar las rutinas deportivas, postergándolas al inicio del curso escolar. Sin embargo, se debe tener en cuenta que la inactividad física es responsable de al menos el 5% de las enfermedades cardiovasculares, por lo que abandonar el ejercicio no es buena idea.

Lo que aconsejan los especialistas es practicarlo en horarios donde el cuerpo no sufra por el calor. La primera hora de la mañana o las últimas de la tarde, a partir de las siete, son las idóneas. «Si ajustamos nuestros horarios y nos protegemos del sol, nada nos impide mantenernos activos en verano. No hay que dejar que el calor nos encierre en casa», afirma el doctor Fernández Lozano.

7. Dormir bien

Si el ejercicio es importante, el descanso no lo es menos. Y ambas opciones no solo son compatibles, sino que resultan beneficiosas cuando se combinan. Se trata de hacer algo de ejercicio durante el día y dormir bien durante la noche. Según un estudio publicado en el European Heart Journal, los insomnes tienen tres veces más posibilidades de sufrir una insuficiencia cardiaca que los que duermen a pierna suelta. Una de las posibles razones es que el insomnio aumenta los niveles en sangre de las hormonas del estrés, lo que incrementa la tensión arterial y la frecuencia cardiaca.

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