La Navidad es una de las fiestas familiares más importantes. Pero no siempre son sinónimo de fraternidad y alegría. En algunas ocasiones, las celebraciones navideñas se convierten en el momento propicio para que surjan sentimientos negativos que terminen por echar al traste cualquier reunión familiar. A continuación se señalan algunos de los factores que pueden desencadenar discusiones en Navidad y, de la mano de una experta, se aportan pautas para evitar los conflictos en estas fiestas.
La Navidad es una de las fiestas más importantes en nuestro país: más allá de su origen religioso, la viven tanto creyentes -sean practicantes o no- como no creyentes. Y es que es sinónimo de celebraciones familiares, armonía, felicidad y alegría. Pero, ¿siempre es así? No. En algunas familias, las fiestas navideñas se convierten en el momento propicio para que afloren sentimientos negativos (envidia o celos) que han estado latentes durante el año y que pueden terminar por convertir en aborrecible cualquier reunión.
Discusiones en Navidad: ¿qué las provoca?
Los motivos de los conflictos familiares que pueden enturbiar el espíritu navideño son variados, pero hay factores que predisponen a ellos.
En primer lugar, una comunicación ineficaz puede ser el gatillo de una descarga emocional incontrolable. Puede ser tanto por falta de comunicación -por ejemplo, en las familias que no comparten lo que piensan o lo que sienten- o como por tenerla inadecuada, como en el caso de la comunicación en la que uno adopta un rol agresivo o de víctima para buscar la culpabilidad en el otro.
La Navidad es un buen momento para fomentar la empatía en los niños, actitud fundamental para el correcto funcionamiento de sus emociones
También las malas relaciones personales provocan que algunos componentes de la familia se reúnan solo en determinadas fechas y, además, por obligación. Con este panorama es de esperar que la comida o la cena se conviertan en caldo de discusiones o, por el contrario, reine una frialdad extrema, con la consecuente decepción de la persona encargada de los preparativos que ve como todo su esfuerzo se ha ido al traste.
Tener expectativas demasiado altas o irreales sobre cómo debe ser la Navidad ideal provoca frustración y es motivo de muchas discusiones familiares. La Navidad no la hacen los más exquisitos manjares o los regalos más caros. Ni tampoco hay que dar por hecho que los familiares que se llevan mal hagan las paces en esta época.
Detrás del estrés que generan las Navidades y que puede ser fuente de conflicto está también una mala planificación del tiempo. Los preparativos habituales de las celebraciones (pensar el menú, comprar y elaborar el banquete, preparar la casa, la lista de invitados o decidir y adquirir los regalos, entre otros) pueden llegar a ser muy estresantes, más si de ello se encarga una sola persona, tanto por la carga de trabajo que supone, como por los gastos asociados. Además, en la mayoría de los casos hay que compaginar este trajín con el empleo y la atención a los hijos. No es difícil que en quien recae toda esta tarea, por lo general la mujer, se despierten sentimientos de ansiedad.
Por último, no hay que olvidar un factor que puede ser muy significativo: los gastos extras de compras en comida y regalos. Debido a la situación social y económica, muchas familias tienen que hacer recortes y esto puede ser fuente de preocupación y estrés.
Consejos para pasar una Navidad sin discusiones
Entonces, ¿cuál es la mejor manera de pasar unas Navidades sin discusiones? La psicóloga clínica Amaya Terrón explica que lo primero es que cada uno viva «su» Navidad, que la haga propia, que incorpore lo que le haga feliz y lo comparta con las personas que quiera. Es fundamental «no dejarse llevar por modas y no adoptar ideas preconcebidas de lo que debe o no debe ser la Navidad». Hay que evitar dejarse arrastrar por prejuicios de lo que deberían o no ser estas fiestas; esto limita y no deja disfrutar de las fechas navideñas de manera personal, expone esta experta, quien añade que si una persona no se encuentra en ánimo de festejar, no lo haga, que sea auténtico y coherente con sus recursos y sus necesidades.
Del mismo modo, ante conflictos intrafamiliares, esta psicóloga recomienda:
- Intentar llegar a un acuerdo si el problema es dónde pasar las fiestas: más vale un mal acuerdo que unas malas Navidades.
- La flexibilidad y adaptación a las dinámicas familiares ayuda a disfrutar de estas reuniones.
- Negociar, negociar y negociar y, después del acuerdo, a pasarlo bien: no hay nada peor que, después de haber estado negociando, darle vueltas al resultado intentado buscar ganadores y perdedores.
Amaya Terrón insiste en que la resolución de los conflictos depende de la forma en que se enfoquen. Y, sobre todo, «recordar que la fuente de la felicidad está dentro de cada uno de nosotros: solo hay que abrirle la puerta y dejarla deslumbrarnos«, puntualiza.
Los encuentros familiares son auténticas reuniones que juntan a varias generaciones diferentes unidas por el nexo familiar. Por este motivo, “es una buena ocasión para revalorizar lo que tiene de enriquecedor compartir actividades con personas de edades distintas. Para las personas mayores, la Navidad es una época especial cargada de recuerdos, en la que están dispuestos a recibir el cariño de sus familiares”, expone la psicóloga Amaya Terrón. También pueden surgir conflictos debido a, precisamente, estas diferencias, pero con buena actitud se pueden gestionar.
La especialista insiste en que es un buen momento para fomentar la empatía en los niños para que tengan en cuenta las necesidades de los demás, actitud fundamental para el correcto funcionamiento de sus emociones. “Ponernos en el lugar de los demás nos hace flexibles, saca lo mejor de nosotros mismos y, a veces, a partir de aquí, aprendemos a entendernos a nosotros mismos. En este terreno los mayores tienen una gran experiencia que aportar”, añade.
La Navidad es el momento adecuado para hacer entender a los mayores que han sido y son muy importantes en el engranaje familiar. También es el tiempo propicio para hacer ver a los niños la importancia que tiene la familia en el desarrollo de cada persona. “Los más pequeños tienen la oportunidad de comprobar lo que significa una familia unida que se respeta y se quiere, que se sienta a la mesa y que es capaz de compartir momentos bonitos que durante todo el año no se producen”, destaca la experta.