El agua y sus propiedades

No beber el agua necesaria provoca problemas renales, intestinales y circulatorios
Por Uxua García Antoñana 20 de febrero de 2003

Los expertos recomiendan beber una media de entre dos y tres litros de agua diarios. Esa cantidad es mayor en el caso de deportistas, personas que padecen ciertas dolencias -como acidez de estómago- o que deseen adelgazar. Pero, independientemente del estado de salud de una persona y del ejercicio que practique, beber agua, es decir, mantenerse bien hidratado, es uno de los pilares de un buen estado de salud. De lo contrario el metabolismo se resiente de manera considerable: se ralentiza la digestión y hasta pueden aparecen problemas circulatorios y renales. Incluso las clínicas de adelgazamiento y estética alaban las propiedades de este preciado líquido, eje de muchos de sus tratamientos por la multitud de propiedades que posee.

Efectos del agua

Aunque nadie duda de las ventajas que el agua provoca en el organismo pocos conocen con exactitud cuáles son y cuántos litros se deben tomar. La bióloga y periodista científica, Maria Roura Poch, explica que el agua no sólo está dentro de cada una de las células de nuestro cuerpo, sino que se encuentra también en la sangre, en el sistema digestivo, transporta residuos hasta los riñones, mantiene húmedos los ojos y ayuda a distribuir y regular la temperatura del cuerpo.

Los motivos por los que conviene tener un vaso de agua cerca son múltiples y variados.

El agua es necesaria por las siguientes razones:

  • Es imprescindible para que todos los organismos funcionen. Sin agua no hay vida. Los datos son los mejores exponentes: el 60% de nuestro cuerpo es agua. En un bebé el 80% de su peso es agua y en las personas mayores el porcentaje desciende hasta el 50%. El agua forma el 85% de la sangre, el 90% del cerebro, el 13% de la piel y casi el 70% de los músculos. Al transpirar se gastan 300 mililitros de agua al día, de 1 a 1,8 litros se expulsan por la orina y más de 400 mililitros en el proceso de respirar.

  • Beber la cantidad suficiente de agua cada día asegura el correcto funcionamiento de los procesos de eliminación de residuos de nuestro cuerpo. Los expertos aseguran que es necesario beber entre dos y tres litros de agua diarios. Si la mitad procede de los alimentos el litro y medio restante se debe obtener bebiendo. La doctora Roura Poch apunta, sin embargo, que estas cantidades no se pueden tomar “al pie de la letra”. “Una persona adulta, dependiendo de la perdida de sudor, necesita entre 20 y 40 mililitros por kilogramo de peso al día”, especifica.

    Es decir, si pesamos alrededor de 70 kilogramos, necesitamos beber cerca de 1.750 mililitros de agua. Ante grandes esfuerzos corporales o con temperaturas levadas la segregación de sudor puede llegar a 1,6 litros por hora, con lo que la necesidad de consumir agua aumenta de manera notable.

Consecuencias de no beber agua:

  • Si el cuerpo no recibe la cantidad de agua necesaria, el metabolismo no se desarrolla como debe. Puesto que el agua es protagonista de transportar nutrientes, eliminar toxinas y regular la temperatura, cuando nos privamos de ella el sistema se puede alterar.
  • La digestión se hace lenta: los alimentos necesitan disolverse en una solución formada por jugos gástricos y agua.
  • La orina se concentra en exceso y pueden aparecer problemas serios en los riñones que, para preservar la sangre, empiezan a acumular sales.
  • Estreñimiento: el agua ayuda a disolver las fibras residuales de los alimentos y es necesaria para expulsar las heces del cuerpo.
  • La circulación sufre la carencia de un medio acuosos y sin la cantidad de agua necesaria corre la velocidad de la circulación es menor que la aconsejable.
  • Aparecen síntomas de deshidratación como boca seca, ojeras, disminución de la orina y presión baja.

El agua y la actividad deportiva

Los deportistas son los que mejor conocen los efectos del agua. Los preparadores físicos aseguran que los deportistas deben beber mucha agua; “además de que el organismo pierde líquidos en forma de sudor se puede notar un bajón de eficiencia, ya que la correcta hidratación colabora con el sistema cardiovascular, mejora el trabajo muscular y optimiza el rendimiento”.

El cuerpo humano funciona normalmente a 37 grados, pero cuando realizamos una actividad física la temperatura asciende y se ponen en marcha diversos mecanismos para controlar ese aumento de calor. Con esta práctica se evita dañar cualquier sistema vital. Uno de esos recursos es la sudoración.

El sudor es producido por las glándulas sudoríparas y está formado por agua y sales en diversa concentración (sobre todo sodio, potasio, magnesio y calcio). En relación con este aspecto, un estudio realizado por el doctor Allen Arieff en la Universidad de California en San Francisco (UCSF), ha revelado que si se suda poco o la actividad física no es muy fuerte, se puede beber sólo agua, pero si se suda en abundancia y la actividad se repite con frecuencia (entrenamientos habituales), conviene recurrir a bebidas que contengan también sales.

Este estudio pone de manifiesto que la combinación de agua en exceso y la poca sal produce un efecto llamado hiponatremia que puede ser grave y provocar el desvanecimiento del deportista.

El agua forma parte de la estética

Cada vez más clínicas de adelgazamiento, balnearios y centros de relajación utilizan el agua, distribuida en todas las habitaciones, saunas y gimnasios, como un instrumento básico para equilibrar la dieta y embellecer el cuerpo. Roura asegura que el agua contribuye a mejorar el estado de la piel y de las uñas, además de ayudar a que el cabello tenga más brillo. “Son partes del cuerpo expuestas a las agresiones externas y la buena hidratación de sus células es la única forma de protección ante el sol, la contaminación, los baños prolongados y el uso exagerado de jabones y esponjas”, apunta.

Este bien natural constituye uno de los elementos fundamentales en el proceso de perder peso, entre otras cosas porque suprime el apetito de manera natural y ayuda al cuerpo a metabolizar las grasas acumuladas. Si no hay la suficiente agua, los riñones no pueden trabajar de manera correcta y parte de su carga es traspasada al hígado. Una de las principales labores del hígado es metabolizar la grasa acumulada y convertirla en energía útil para el organismo. El problema reside en que si el hígado se carga en exceso no podrá trabajar en sus plenas facultades y metabolizar menos cantidad de grasa, con la consiguiente acumulación de esta.

En numerosas ocasiones se escucha que beber agua durante las comidas y durante el periodo engorda. Roura aclara que el agua no tiene calorías, no engorda. Cuando el peso aumenta se puede deber a la retención de líquidos. “Precisamente tomar una adecuada cantidad de agua durante el día es el mejor tratamiento contra esta retención de líquidos. Cuando el cuerpo necesita menos agua de la que necesita, percibe un riesgo para su supervivencia y empieza a acumularla a modo de reserva. Estos “almacenes” se instalan fuera de las células, por lo que se manifiesta en forma de pies, manos y piernas hinchadas”, explica.

Los diuréticos pueden ser una solución temporal al actuar forzando la salida del agua acumulada junto con algunos nutrientes. Sin embargo, el propio organismo vuelve a percibir señales de peligro y busca la primera oportunidad para reponer el agua que se ha desalojado. “Para solucionar el problema sólo hay una solución: dar al cuerpo el agua suficiente como para que deje salir el agua que ha acumulado”, explica.

Está especialmente recomendado beber uno o dos vasos de agua recién levantados de la cama, así se consigue una mejor hidratación y se activan los mecanismos de limpieza del organismo. En ayunas, el agua realiza una gran labor de drenaje de las vías digestivas y urinarias.

Situaciones extremas

Según la bióloga María Roura en determinadas situaciones las necesidades de ingesta de agua pueden y deben aumentar de manera considerable:

  • En caso de fiebre es necesario beber más agua de lo habitual: hay que compensar de alguna forma las perdidas por transpiración.
  • Durante el embarazo: el trabajo de eliminación del organismo se multiplica por dos y las mujeres durante el embarazo tienen un alto riesgo de infecciones urinarias. Beber es vital para facilitar el trabajo a los riñones y para prevenir las infecciones urinarias. Tras el embarazo conviene mantener la alta cantidad de ingesta de agua, ya que la producción de leche así lo requiere.
  • En verano: los grandes calores son responsables de deshidratación , por lo que el organismo necesita más agua, sobre todo el de los niños.
  • Con acidez de estómago: si consume agua en grandes cantidades durante o después de comer, se disuelven los jugos gástricos, con lo que se reduce el grado de acidez en el estómago. Eso puede provocar que las enzimas que requieren un determinado grado de acidez queden inactivas y la digestión se ralentice.
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