El cuidado de los pies diabéticos

Para las personas diabéticas es esencial cuidar diariamente los pies, inspeccionándolos para vigilar si aparecen heridas, rozaduras, ampollas o grietas
Por Montse Arboix 10 de mayo de 2007

Las complicaciones en el pie del paciente diabético son la primera causa de amputación no traumática y provocan una alta tasa de hospitalización, más del 25 % de los ingresos hospitalarios de los diabéticos están relacionados con problemas en sus pies. Por este motivo es de suma importancia un correcto cuidado de los pies para prevenir problemas derivados. Todo ello sin olvidar, sin embargo, que el buen control del nivel de glucosa en sangre (glicemia) es el pilar fundamental para prevenir o retrasar aquellas complicaciones inherentes de la diabetes.

ImgImagen: Montse Arboix

En los pacientes diabéticos el flujo sanguíneo de los pies suele ser débil debido a las alteraciones vasculares provocadas por la enfermedad. Los tejidos del pie con disminución de riego tienen menos resistencia, menos capacidad de curación y más posibilidad de contraer una infección. Esta situación provoca que sea una zona altamente susceptible de presentar heridas que precisan de un largo periodo para curar e, incluso, que puedan acabar en amputación. Los datos epidemiológicos ponen de manifiesto la magnitud del problema: aproximadamente el 70% de las amputaciones de extremidades inferiores en todo el mundo están relacionadas con la diabetes.

El déficit sanguíneo puede llegar a producir daños a nervios (neuropatía) provocando la falta de sensibilidad en los pies. Y este escenario no hace más que aumentar los riesgos asociados: el pie, aún con alguna lesión, puede ser incapaz de notar el dolor, lo que aumenta su predisposición a úlceras e infecciones. Además, la piel de la zona por la falta de riego suele presentarse extremadamente reseca y quebrarse debido a que la neuropatía puede impedir la sudoración.

Cómo proteger los pies

La inspección visual del pie, de forma habitual, es fundamental ya que asociado a la neuropatía pueden existir heridas y no notar el dolor. Hay que buscar puntos enrojecidos, roces, zonas de inflamación o llagas, ayudados por un espejo. Es mejor establecer un horario fijo, como por ejemplo después del baño. La higiene diaria debe realizarse con agua tibia, un secado meticuloso sobre todo de las zonas interdigitales y una correcta hidratación. Después del baño, cuando la piel está suave, hay que aprovechar para limar asperezas con una piedra pómez evitando aquellos productos con componentes químicos para eliminar callosidades.

La higiene diaria debe realizarse con agua tibia, un secado meticuloso sobre todo de las zonas interdigitales y una correcta hidratación

Si estas zonas son amplias, es mejor dejarlo en manos de un podólogo. Un aspecto fundamental, tanto para las personas diabéticas como para el resto, es el correcto recorte de las uñas de los pies. Semanalmente y después de la higiene, hay que cortar de forma recta las uñas sin desgarrar los uñeros ni las uñas encarnadas, sin cortar las esquinas ni alcanzar la médula de la uña. Posteriormente hay que suavizar las esquinas con una lima. Si las uñas son engrosadas o amarillentas es recomendable la consulta al podólogo. También hay que evitar daños térmicos producidos por el uso de botellas de agua caliente o almohadillas de calor en los pies.

Es mejor usar calcetines por la noche si se enfrían los pies. En las épocas de frío se recomienda utilizar un calzado forrado para ayudar a mantener los pies calientes, aunque si se ha expuesto a bajas temperaturas es mejor asegurarse de que los pies no han sufrido daños por congelación. Es importante no entorpecer la circulación sanguínea. Cruzar las piernas, usar medias muy apretadas, ligas o prendas muy prietas son algunos de los hábitos que hay que desterrar. De la misma manera, el ejercicio físico favorece el flujo sanguíneo. Caminar, nadar y montar en bicicleta son los deportes más recomendados, evitando en lo posible aquellos en los que se ejerza impacto en los pies, como correr o saltar.

Ayudando a prevenir

La prevención y tratamiento de las úlceras de pie diabético se basan en la educación del paciente. El refuerzo periódico del aprendizaje y la motivación de cada persona para preguntar en cada visita al profesional sanitario correspondiente es de gran importancia para evitar un deterioro mayor de la extremidad. Los pacientes deben conocer la importancia de seguir el tratamiento, así como incorporar a su rutina diaria la realización de un óptimo control de las cifras de glucemia para evitar complicaciones.

Las visitas regulares al podólogo, utilizar calzado adecuado y revisado antes de cada colocación para eliminar arrugas o pliegues de los tejidos que podrían erosionar la piel, reducir la presión del calzado usando unas plantillas de descarga permanentes y intentar usar calcetines que absorban la sudoración son muchas de las recomendaciones que lanzan los expertos. Los zapatos nuevos hay que ponérselos de forma paulatina, seleccionando aquellos de lona y cuero que permitan la transpiración y evitando los de punta fina y tacón alto.

Por la noche, ayuda tener a mano un buen par de zapatillas con una buena suela por si hay que levantarse. En determinados pacientes, y a modo de prevención para corregir deformidades estructurales que pueden derivar en heridas crónicas, se puede realizar profilaxis quirúrgica. Los expertos recomiendan, además, la vacunación profiláctica contra el tétanos.

ÚLCERAS ARTERIALES

Las úlceras arteriales son aquellas heridas, clasificadas como crónicas, que aparecen como consecuencia de procesos de isquemia crónica, situación clínica caracterizada por un deficitario aporte sanguíneo a un determinado territorio, de instauración progresiva. En un principio, la extremidad inferior aparece fría y pálida por la falta de irrigación en los tejidos periféricos. Y debido a la falta de riego de los nervios sensitivos y motores se produce una insensibilidad y rigidez muscular. A medida que empeora el cuadro, empiezan a aparecer manchas cianóticas (azuladas) que al confluir crean unas pequeñas vesículas en la epidermis.

Al romperse estas vesículas presenta una herida de color gris-verdosa que en contacto con el aire se vuelve negruzca. Si la isquemia persiste sobreviene la muerte del tejido. Dolor intenso, lecho de la herida seco, color grisáceo, negruzco o amarillento, ausencia de tejido sano, bordes muy definidos, profundas y piel circundante sin pelo y atrofiada son características habituales de estas heridas.

Las úlceras arteriales representan el 7,2% del total de úlceras de pierna en España, según los últimos datos epidemiológicos disponibles. Entre los mayores de 65 años este tipo de heridas representan entre un 8% y un 11%. Su localización: prominencias óseas, puntos sometidos a presión como talón o dedos y zonas interdigitales; los factores de riesgo: diabetes, hábito tabáquico, hipertensión arterial, hiperuricemia y dislipemia y, en menor grado, la obesidad, el estrés y el sedentarismo.

Los expertos calculan que el 90% de afectados por insuficiencia arterial son fumadores. Además, los que fuman más de 15 cigarrillos diarios tienen el doble de probabilidad de padecer isquemia de extremidades inferiores por el efecto agregante plaquetario (protrombótico) de la nicotina. Asimismo, la diabetes mellitus también es la culpable de multiplicar por cuatro las probabilidades de desarrollar arteriopatía.

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