¿Frío o calor? Cómo saber cuál es mejor para un dolor

El calor y el frío son las dos formas más comunes de terapias no invasivas para aliviar el dolor
Por Montse Arboix 19 de agosto de 2016
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Imagen: buffaloboy2513

Mantener una vida activa y realizar ejercicio físico de manera regular es indispensable y beneficioso para la salud. Sin embargo, a veces su práctica comporta algunos problemas añadidos, como esguinces, tendinitis y calambres, con distinto grado de gravedad. Pero, de la misma manera, hay determinadas molestias que no son consecuencia directa de la práctica deportiva, como las contracturas musculares, el dolor menstrual o la artrosis. En este artículo se expone cómo actuar ante un dolor determinado, cuándo aplicar frío y cuándo calor, de qué manera hay que hacerlo y qué precauciones son necesarias.

 

¿Frío o calor? ¿Qué es mejor para cada lesión?

Como norma general, se utiliza el calor en las condiciones crónicas y frío para las situaciones agudas. «Una lesión aguda, como un esguince o distensión muscular, provocará inflamación y posiblemente hinchazón junto con dolor. En este caso, la aplicación de frío disminuirá el flujo de sangre a la zona afectada, lo que repercutirá también en la inflamación y la hinchazón, que también se verán reducidas. En casos como estos, después de que se produzca la lesión, hay que seguir el acrónimo RICE: reposo, hielo, compresión y elevación«, explica José Manuel Brandi de la Torre, secretario general del Consejo General de Colegios de Fisioterapeutas de España.

Las lesiones crónicas, por otro lado, son resultado del uso excesivo de algunos tejidos, que provocan dolor y, en consecuencia, contracturas y disminución de la flexibilidad, «como el codo de tenista, codo de golfista, tendinitis rotuliana y tendinopatía de Aquiles», puntualiza el experto.

Cuándo y cómo aplicar crioterapia

El tratamiento con frío -o crioterapia- en lesiones agudas ayuda a reducir el flujo sanguíneo a la región afectada. Esto es beneficioso en la fase inflamatoria de una lesión (las primeras 72 horas después de la lesión o el agravamiento de una ya presente antes), porque contribuye a reducir la cantidad de inflamación y la hinchazón que se acumula en la región lesionada. Esta terapia también está indicada para disminuir el dolor y los espasmos musculares.

El frío se debe aplicar en lesiones agudas cada 1-2 horas y durante 10-20 minutos

«Hay que utilizarlo durante un mínimo de 72 horas después de la lesión y hasta que no tenga dolores musculares o dolor durante la noche o al despertar por la mañana. Durante este tiempo, se debe evitar el tratamiento mediante calor, alcohol y masaje (en la zona lesionada), todo lo cual aumenta el flujo sanguíneo y la posterior inflamación», advierte el especialista.

El frío se aplica cada 1-2 horas y durante 10-20 minutos. Puede hacerse de distintas maneras: mediante una bolsa de cubitos de hielo; con un paquete de guisantes congelados que se moldean a la zona lesionada y se pueden reutilizar -metiéndolo de nuevo en el congelador- tantas veces como sea necesario (aunque no deben consumirse si se han descongelado y vuelto a congelar); o con compresas frías de gel, disponibles en las farmacias. «Hay que vigilar al usar compresas frías o productos congelados, ya que pueden causar quemaduras con rapidez y sin la protección adecuada (una toalla o un textil que actúe de barrera)», apunta el experto.

«Lo idóneo es frotar con una pequeña cantidad de aceite el área donde se aplicará la compresa, a menos que la piel presente heridas o haya puntos de sutura que, entonces, se protegerá con un plástico», dice Brandi de la Torre, quien no aconseja realizar masajes con hielo ni la inmersión de un miembro en agua helada (con hielo) si no son ejecutados por un fisioterapeuta.

Otras recomendaciones son ser muy cuidadosos con los tratamientos de frío con personas de edad avanzada, los niños pequeños, quienes sufren diabetes, problemas circulatorios o hipersensibilidad al frío.

Cuándo y cómo aplicar termoterapia

No se recomienda utilizar calor si hay inflamación, mala circulación o diabetes, entre otras

El calor -o termoterapia- aplicado sobre la piel aumenta su temperatura y la de los tejidos subyacentes. Esto dilata los vasos sanguíneos, como las arterias, que permite que fluya más sangre a la zona en cuestión. Este incremento de flujo ayuda a eliminar productos de desecho de las células, a que lleguen más nutrientes y a relajar los tejidos. La subida de la temperatura de la sangre también calienta el área circundante y tiene un efecto de aumento de la flexibilidad de los tejidos blandos.

«Cuando una lesión lleva más de 72 horas de evolución, cuando hay rigidez crónica en las articulaciones o músculos y dolor en las articulaciones, se recomienda la aplicación de calor, que puede ser utilizado bien como forma de calor húmedo (baño o ducha de agua caliente, botella de agua caliente, gel térmico, etc.) o bien como calor seco (almohadilla caliente o una manta eléctrica)», explica Brandi de la Torre.

La manera de aplicar es de entre 10 a 20 minutos, a menos que el fisioterapeuta indique más tiempo. No se aconseja usar calor si hay inflamación, mala circulación, diabetes, sensibilidad alterada de la piel o procesos infecciosos, ni aplicarlo sobre una herida abierta o con puntos de sutura.

Ante una lesión, ¿cuándo hay que acudir al fisioterapeuta?

Pero, ¿cuándo hay que acudir a un fisioterapeuta? La mayoría de los ciudadanos no saben cuándo es oportuno acudir a un fisioterapeuta ni tampoco lo que este profesional de la salud puede hacer. De hecho, cuando se sufre un dolor, sea del tipo que sea, si es la primera vez, es difícil saber a quién recurrir. Puede ayudar el médico de familia o puede que sea necesario algún profesional más especializado.

La fisioterapia ayuda a restaurar el movimiento y la función en una lesión, enfermedad o discapacidad

«Los fisioterapeutas se especializan en el sistema músculo-esquelético, para ayudar a mejorar la salud general y el bienestar. Somos profesionales de la salud especializados que utilizan medios físicos, como el ejercicio, la manipulación,los masajes y métodos eléctricos que se usan para tratar dolor, lesiones y discapacidades resultado de distintas condiciones y enfermedades que pueden afectar a personas de cualquier edad», señala el fisioterapeuta.

La fisioterapia ayuda a restaurar el movimiento y la función cuando alguien se ve afectado por una lesión, enfermedad o discapacidad, pero también a reducir el riesgo de lesión o enfermedad en el futuro. «En la mayoría de los casos, los estudios muestran que la intervención del tratamiento de fisioterapia temprana aporta numerosos beneficios a los pacientes», puntualiza este especialista. «En algunos casos es muy obvio que hay que acudir a un profesional médico de inmediato para hacer frente a una lesión grave. Pero, ¿y si es una lesión de Aquiles o un esguince que se podría resolver en un par de semanas?», deja en el aire el especialista.

La fisioterapia puede implicar una serie de diferentes métodos de prevención y tratamiento, en función de los problemas específicos que experimente una persona. Para ello, se utilizan tres de los principales enfoques: educación y asesoramiento, movilización y ejercicio y, por último, terapia manual. Este profesional de la salud puede asesorar sobre cómo aumentar la actividad física a un ritmo óptimo y encontrar el equilibrio adecuado entre el descanso y la actividad.

Alternando frío y calor

Una herramienta muy utilizada en fisioterapia son los baños de contraste frío-calor. Se usan en rehabilitación de fracturas o largas inmovilizaciones de extremidades, para disminuir el edema, o en algunos momentos de la fase inflamatoria de la artritis, entre otras.

Para ello, se sumerge la extremidad en cuestión en un recipiente con agua a una temperatura entre los 38 °C y los 44 °C durante unos 7-10 minutos aproximadamente. Después, se pasa con rapidez a otro donde la temperatura ronda entre los 10 °C y los 20 °C durante un minuto, para pasar al recipiente caliente cuatro minutos más, hasta completar un ciclo de media hora y terminando en agua caliente. Aun así, la técnica puede sufrir distintas variaciones.

Estos baños provocan episodios de vasoconstricción y vasodilatación cutánea, cuyo objetivo es aumentar la circulación local (y, en consecuencia, de la extremidad contralateral, aunque en menor medida). Pese a que a simple vista parece una técnica segura, está contraindicada en algunas situaciones clínicas, por lo que se recomienda que siempre la lleve a cabo un fisioterapeuta.

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