El dolor en España

El dolor causa más gasto en atención socio-sanitaria que las enfermedades cardiovasculares o el cáncer
Por Montse Arboix 15 de enero de 2016
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Imagen: michaeljung

El dolor es una experiencia desagradable, asociada a un daño real o potencial. Sus consecuencias van más allá de los efectos físicos que ocasiona, y tienen un gran impacto negativo en la calidad de vida del afectado y de su entorno. A pesar de que es una causa recurrente en las consultas médicas y los servicios de urgencias, pocos centros sanitarios están preparados para tratarlo de manera adecuada. En el siguiente artículo se describe qué es el dolor, se advierte de sus efectos si este no se aborda, se explica cómo se clasifican los distintos tipos de dolor y se detalla de qué maneras se puede tratar, unidades del dolor incluidas.

En nuestro país, el dolor es la causa más común de absentismo laboral y, en caso del dolor crónico, provoca más gasto en atención socio-sanitaria que las enfermedades cardiovasculares o el cáncer, según datos de la Sociedad Española del Dolor (SED). El dolor es el síntoma principal de las consultas en Atención Primaria y a los especialistas y de la mitad de las visitas a servicios de urgencias; además, aumenta de forma sustancial el número de días de hospitalización. Con todo ello, no es de extrañar que tenga unas implicaciones económicas importantes: se le adjudica hasta un 3% del PIB en Europa por sus efectos directos (recursos humanos y materiales, ingresos, fármacos, etc.) como indirectos (absentismo laboral, bajas o disminución productividad).

El dolor: los efectos de su persistencia

El dolor en sí es un signo de alerta y permite conocer que hay algo que no funciona en el organismo. «Sin embargo, una vez hecha la alerta, no tratarlo no sirve para nada, tanto si es agudo como crónico», advierte Concepción Pérez Hernández, jefe de la Unidad del Dolor del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid.

El dolor es el síntoma principal de las consultas en Atención primaria y a los especialistas y de la mitad de visitas a servicios de urgencias

Se considera dolor crónico cuando se padece de forma continua durante al menos seis meses. Esta sensación, por ejemplo, en una artrosis de rodilla debido a la degeneración del tejido, puede impedir a la persona andar. «Esto no tiene ningún sentido y hay que evitarlo. Sufrirlo de manera continuada produce determinadas alteraciones en el cerebro que provocan que se creen circuitos cerebrales anómalos y se alteren otras funciones», expone la Dra. Pérez.

Pero hay más. «Las personas que tienen dolor crónico tienen mayor probabilidad de sufrir depresión, ansiedad o enfermedades cardiovasculares. E incluso se ha evidenciado que les disminuye la sustancia gris, que es la parte del sistema nervioso central, formada por cuerpos neuronales y sus dendritas sin mielina, cuya función se relaciona con el procesamiento de información. Por ello, su tratamiento es fundamental», apunta esta especialista. Según datos de la SED, una de cada cinco personas en España sufren la forma crónica, sobre todo mujeres y personas mayores de 60 años.

Por otro lado, está el dolor agudo que se da en un momento puntual, como «el dolor abdominal que avisa de una apendicitis», ejemplifica la Dra. Pérez, quien también es portavoz de la SED. Y aunque su finalidad es de alerta, también hay que tratarlo, «si no se hace, provoca una alteración de las funciones inmunológicas, entre otros efectos. Se sabe que padecerlo en el postoperatorio está asociado a mayor riesgo de sufrir infección en el periodo siguiente a la intervención y disminuye la velocidad de recuperación. Pero también aquellos pacientes con un postoperatorio doloroso tienen mayor probabilidad de manifestar delirio y demencia después de la intervención quirúrgica», apunta. Y, por supuesto, aumenta los costes sanitarios. El 10% de todos los pacientes que se operan en España sufre dolor agudo.

El dolor no es solo un síntoma

El dolor, además de por su duración, puede clasificarse por las alteraciones que provoca en las funciones del organismo. Puede ser nociceptivo y, a su vez, somático (cuando emana de la piel, músculos, articulaciones, ligamentos o huesos) o visceral (cuando proviene de los órganos internos, como el corazón en un dolor torácico o el páncreas en el caso de una pancreatitis, etc.). También es posible que sea neuropático, cuando está producido por un nervio dañado. Datos de la SED señalan que esta clase de dolor afecta a entre el 8% y el 10% de la población española. En la actualidad, más de 1.500 pacientes cada día son atendidos en las unidades del dolor españolas por su causa. «Este tipo no se acomete con tratamiento convencional, sino con otro tipo de fármacos como antidepresivos, anticonvulsivos, opioides, toxina botulínica -más conocida como Botox- entre otros», puntualiza la experta.

Sea como fuere, desde 2010 el dolor es considerado una entidad clínica propia, una enfermedad en sí misma. Y es fundamental tratarlo cuanto antes. Aunque dependiendo del tipo que sea se hace difícil erradicarlo, es mejor que se trate lo antes posible para aliviarlo. «En España, el 20% de la población sufre dolor crónico. Y de ellos, el 6% padece dolor intenso que hace imprescindible un abordaje multidisciplinar con la actuación de todos los actores: médicos de Atención Primaria, especialistas, enfermeras, psicólogos, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales y trabajadores sociales, incluyendo al propio paciente, a quien se le deben ofrecer las herramientas necesarias para que sea capaz de gestionarlo y hacerle frente», añade la Dra. Pérez. Por ello es fundamental el autocuidado.

Luchar contra el dolor sin perder tiempo

Ante un episodio de dolor, lo primero que hay que hacer es acudir al médico de Atención Primaria para, si es posible, detener la causa que lo provoca. Si no es viable, hay que instaurar un tratamiento de menos a más, según su intensidad. «Pero no todas las personas necesitan el mismo tratamiento especializado; solo el más complejo es el que tiene que ser derivado a las unidades del dolor», aclara la especialista.

En España, solo hay 188 unidades del dolor censadas, de las que 19 son de alta complejidad

Sin embargo, hay que concretar. En el dolor neuropático, como el de neuralgia del trigémino, no hay que perder el tiempo. «Es un dolor complejo, por lo que demorar su atención en una unidad especializada solo consigue que se haga refractario al tratamiento. El dolor herpétigo -provocado por un herpes zóster- o el que sufren las personas con hemiplejia y que no responde al tratamiento también deberían ser prioritarios, igual que las personas con procesos oncológicos: el 20% del dolor en cáncer es resistente al tratamiento y, por ello, su derivación debería tener preferencia. También deberían ser tratados de inmediato los pacientes postoperados de cirugía de espalda que siguen con dolor», detalla la Dra. Pérez.

Las opciones de tratamiento son múltiples y variadas. Se aplican infiltraciones para quemar los nervios que reciben la sensación dolorosa del tumor o se usan fármacos administrados vía epidural, con un efecto más potente que si se toman por vía oral. De igual forma, se utiliza la radiofrecuencia o la estimulación con electrodos para producir una sensación de hormigueo que haga reducir o aliviar el dolor en una zona determinada.

Pocas unidades de dolor en España

Los datos de prevalencia del dolor en España no están en consonancia con las unidades que existen para tratarlo. En la actualidad, solo hay 188 unidades del dolor censadas en todo el país, de las que 19 son de alta complejidad. “La situación idónea es que hubiera una unidad especializada en cada uno de los 800 hospitales españoles“, asevera Concepción Pérez. “Cada vez se producen más mejoras, pero sigue sin haber la suficiente coordinación en los distintos niveles de atención sanitaria para mejorar en su abordaje. Queda mucho camino por recorrer, falta mucha educación sobre este tema todavía. De hecho, no hay ninguna asignatura obligatoria sobre el dolor en la carrera de medicina, y eso se refleja en la práctica asistencial”, advierte esta especialista.

Según datos de la Sociedad Española del Dolor, de todas las unidades que funcionan en España, el 40% lo hace desde hace 20 años, casi la mitad pertenecen a hospitales de grandes dimensiones (más de 300 camas) y el 80% son públicas. Sin embargo, solo el 60% tiene Comité del Dolor, encargado de la atención multidisciplinar al paciente y que es un órgano obligatorio por ley en otros países de la Unión Europea. La espera media en España para ser tratado en una Unidad del Dolor es de unos 100 días en función del lugar donde se viva, ya que hay menos cobertura a medida que uno se aparta de las grandes capitales de provincia.

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