La gripe afectará a cuatro millones de españoles en los próximos meses

Médicos y laboratorios trabajan para estudiar las cepas y determinar la composición de la vacuna
Por EROSKI Consumer 6 de octubre de 2002

La gripe es una de las enfermedades más comunes que, aunque dista de ser grave para la mayoría de la gente, tiene efectos demoledores sobre las actividades sociales, como la educación, el trabajo o el ocio. Con el frío llega el virus Influenza, el responsable de la gripe. Cuatro millones de españoles sufrirán la enfermedad en los próximos meses.

Sus efectos -fiebre, dolores de cabeza y musculares- imposibilitan al paciente para hacer su vida normal y, en los casos más virulentos, fuerzan su hospitalización; llegado al extremo, provocan su muerte. En España, la gripe está en el origen del fallecimiento de unas 2.000 personas al año, a las que sorprendió cuando sus defensas estaban muy debilitadas.

La invencibilidad del virus de la gripe viene dada, principalmente, por su inmensa capacidad de mutar, de transformarse en un agente nuevo e inmune a las armas creadas el año anterior para erradicarlo. «Tiene una enorme capacidad para alterar sus componentes antigénicos», sostiene el doctor José Luis Viejo, jefe de Neumología del hospital Yagüe, en Burgos.

Las vacunas que administran los servicios sanitarios al comienzo del otoño incluyen las variantes detectadas a lo largo del año anterior, por estimar que serán las responsables de la enfermedad.

Una cepa fuera de control puede tener efectos gravísimos, hasta convertirse en una pandemia. La velocidad a la que se transmite es otra de sus armas, y una gripe detectada en el norte de España puede atacar en el sur en menos de un mes.

Por eso, las autoridades sanitarias procuran que las vacunas incluyan las últimas mutaciones. Cuentan para ello con la labor coordinada de un centenar de laboratorios en todo el mundo, a lo que se añade el trabajo de control de los denominados médicos centinela, aquellos más próximos a los pacientes.

El suero fabricado para este año recoge tres cepas: Nueva Caledonia, Moscú y Hong Kong, nombres que reciben por ser las ciudades en las que se han aislado los virus. La vacuna que se suministrará este año incluye 15 microorganismos muertos de cada una de las tres cepas, de acuerdo con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Este organismo celebra dos reuniones al año para analizar la evolución del virus: una en febrero, que determina la composición del suero destinado al hemisferio norte, y otra en septiembre, para atender las necesidades del sur del planeta.

Con los datos de la OMS en la mano, las empresas farmacéuticas inician en la primavera la elaboración de las vacunas del siguiente otoño. El proceso es cuando menos curioso: el virus se incuba en huevos de gallina de dos a tres días a una temperatura parecida a la del cuerpo humano y, a continuación, se recoge la cosecha. El virus es tratado mediante sistemas técnicos y químicos que debilitan al Influenza hasta matarlo. Por las propias características de la enfermedad, «el proceso de fabricación de la vacuna antigripal es mucho más breve que el de otros sueros», asegura un responsable de los laboratorios Aventis, una de las empresas punteras en este campo. Mientras que una vacuna tarda en prepararse entre nueve meses y dos años, la dosis para combatir la Influenza debe estar dispuesta en seis o siete meses.

El suero rinde efectos positivos en un 80% de los casos y, generalmente, «los efectos de la gripe son menores cuando el enfermo está vacunado», concluye José Luis Viejo. Francisco Rivas, médico en un ambulatorio del sur de Madrid, cree que es necesario concienciar a los destinatarios de las campañas de que sus efectos duran «más o menos medio año», por lo que es precisa la inyección cada otoño.

Las reacciones adversas suelen ser «más leves que la propia enfermedad» y consisten en molestias en la zona del pinchazo y, con menor frecuencia, fiebre o dolores musculares. A este respecto, Magda Campins, de la Sociedad de Medicina Preventiva, cree conveniente que los usuarios distingan el suero antigripal de los medicamentos destinados a combatir los catarros: «Son enfermedades diferentes, por lo que es imposible que uno cure las consecuencias de otro».

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