La importancia de dormir bien para aprender

El equilibrio entre el tiempo que se invierte al estudio y al descanso nocturno influye en el rendimiento académico
Por Núria Llavina Rubio 22 de octubre de 2012
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Estudiar en el último momento o no dormir la noche antes del examen puede ser contraproducente. Los expertos señalan que un tiempo adecuado de sueño y descanso ayudan a retener más los conocimientos adquiridos. Investigaciones recientes, incluso, sugieren que es posible aprender mientras se duerme. En este artículo se describen por qué la memoria de lo aprendido aumenta en los estudiantes que duermen las horas adecuadas y qué elementos ayudan a que el proceso de trabajo sea óptimo.

Para estudiar más no es beneficioso sacrificar el descanso nocturno y, menos, hacerlo antes de un examen. Al contrario, suele ser contraproducente, ya que el rendimiento óptimo se logra cuando hay un equilibrio entre las horas dedicadas al estudio y a dormir, según los resultados de un trabajo reciente llevado a cabo en la Universidad de California en Los Ángeles (EE.UU.). Aunque no significa que no haya que estudiar, sino que hay que tener en cuenta que las horas de sueño pueden ser determinantes para el éxito académico.

Así pues, este dato confirma que parte del éxito se debe a la estrategia de estudio que se sigue. Lo importante es fijar un horario para trabajar que permita poder descansar durante la noche. Si uno no se lo salta, no será necesario este malogrado sobreesfuerzo final.

Dormir para retener lo aprendido

Las regiones cerebrales implicadas en el almacenaje de la memoria no funcionan de manera adecuada durante la falta de sueño
Investigaciones anteriores ya habían constatado que lo aprendido se retiene mejor si se duerme justo después de hacerlo. Un trabajo de la Universidad estadounidense de Notre Dame señalaba que la memoria de lo aprendido era superior en los que habían dormido justo después de estudiar, respecto de los que habían estudiado tras un día de vigilia.

Otro estudio presentado durante la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, en 2010, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de California en Berkeley, confirma que una de las principales funciones del sueño es la de «limpiar» la memoria a corto plazo para dejar sitio libre para más información. Según el análisis, los recuerdos de los hechos del día se almacenan de forma temporal en el hipocampo y después se envían a la corteza prefrontal, que es probable que disponga de más capacidad. Los autores concluían que una noche sin dormir puede reducir la capacidad de asimilar conocimientos en casi un 40%, ya que las regiones cerebrales implicadas en el almacenaje no funcionan de forma correcta durante la falta de sueño.

Las mejores horas para estudiar y dormir

Muchas de las personas que estudian por la noche dicen hacerlo porque se concentran mejor, rinden más y tienen menos interrupciones y distracciones. Un trabajo de 2008 del Hospital Quirón de Valencia desbancó esta arraigada costumbre en muchos alumnos. Las conclusiones de la investigación indicaban que las mejores horas para estudiar se sitúan alrededor del mediodía y entre las 4 y las 5 de la tarde. De hecho, muchos especialistas aseguran que el periodo de máximo aprovechamiento coincide con la mañana, decrece a lo largo de la tarde y, sobre todo, de la noche, por lo que conviene trabajar la mayor parte de la materia al comienzo del día y dejar el repaso o la tarea más fácil para la última hora de la jornada.

Para determinar estas horas, los investigadores valencianos se basaron en el reloj biológico de 632 niños. A partir de este ritmo circadiano, fijaron las horas de mayor y de menor concentración. Según los expertos, y aunque podría parecer lo contrario, las primeras horas del día no son las más adecuadas para el estudio, puesto que aún se está bajo los efectos del sueño (los escolares del trabajo mostraron grandes dificultades para mantenerse despiertos). Asimismo, el informe resaltaba que incluso las personas que duermen ocho horas al día no manifiestan una mayor capacidad de atención durante las primeras horas.

Más allá del reloj biológico, hay otras razones por las que se deben evitar las últimas horas del día para el estudio:

  • El cerebro está cansado y trabaja con menor rendimiento. Tomar estimulantes para mantenerse despierto crea una falsa sensación de estar despierto, pero en realidad el cerebro no está en el mejor estado para retener.
  • Es difícil dormir bien tras estar sometido a la presión del estudio o después de haber tomado algún estimulante. Y si no se descansa bien, es difícil rendir el día siguiente. Lo idóneo es acostarse relajado, sin tensiones y con el trabajo hecho.
  • Estudiar a primera hora de la tarde permite dar respuesta a cualquier imprevisto, por ejemplo, que una materia resulte más complicada de lo que uno se pensaba.
Las tres claves para el estudio: descanso, comodidad y repaso

Más allá de buscar una franja adecuada para el estudio, hay otros consejos que permitirían realizar la tarea con menos esfuerzo y cansancio.

Prestar atención a las características del ambiente de trabajo es uno de ellos. Según los expertos, el lugar debe invitar a la concentración y evitar la dispersión (frente a una pared o ventana sin vistas), con un ruido ambiental mínimo, una buena iluminación y ventilación correcta. Es importante no realizar posturas inclinadas para minimizar la fatiga; es mejor sentarse en una silla regulable y con apoyo lumbar.

También hay que controlar la fatiga psíquica, ya que la atención máxima se limita a 45 minutos. La concentración se vuelve muy difícil cuando pasan dos horas. Por este motivo, los expertos advierten que los estudiantes deben descansar diez minutos cada hora. Tomar estimulantes, que generan mayor atención y sensación de aprovechar el tiempo, solo oculta el cansancio.

Por último, además de comprender lo que se estudia, se aconseja realizar al menos dos repasos, para facilitar la retención de los conocimientos adquiridos.

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