Impacto de la contaminación en la salud

Altos niveles de polución se relacionan con un aumento de la mortalidad por infartos, cardiopatía isquémica o ictus
Por Clara Bassi 6 de marzo de 2011
Img smog

Los ancianos y las personas con enfermedades del corazón y respiratorias son algunos de los grupos de población más vulnerables frente a la polución del aire urbano. Las alarmas que han saltado por el aumento de los niveles de contaminación en las dos mayores urbes españolas, Madrid y Barcelona, están plenamente justificadas, según los expertos, ya que cada vez más estudios científicos confirman que las partículas contaminantes son un factor más de riesgo para la salud. Los expertos advierten de que la costumbre de salir a pasear, pedalear o realizar cualquier otro ejercicio intenso en los días claros, de buen tiempo y sin que sople el viento, si se practica en las inmediaciones de las vías de mayor densidad de tráfico, puede ser más nocivo que beneficioso para la salud.

Varios días del mes de febrero han saltado las alarmas por la elevada contaminación del aire registrada en las dos mayores ciudades españolas, Madrid y Barcelona. El causante ha sido un anticiclón que, sumado a la falta de viento, ha favorecido que las partículas contaminantes se concentren y estanquen en la atmósfera de ambas localidades, en lugar de dispersarse. Es un fenómeno que solo ocurre algunos días al año, durante los cuales los ayuntamientos piden a los organismos responsables del tráfico que obliguen a reducir la velocidad de los vehículos, ya que éste es el principal responsable de la suciedad del aire.

Pero, ¿es preocupante para la salud este fenómeno? ¿Han estado justificadas las llamadas de atención dirigidas a la población y a proteger a determinados grupos vulnerables? La respuesta de los profesionales de la medicina es, de forma rotunda, afirmativa. «Los niveles altos de polución se asocian a un aumento de la mortalidad global, en general, y de la cardiovascular, en particular, según se ha constatado a través de estudios epidemiológicos, aunque no de ensayos clínicos, que hayan permitido a un grupo respirar aire contaminado y a otro, aire limpio. Pero hay muchos estudios sobre ello», explica José A. Barrabés, presidente de la Sección de Cardiopatía Isquémica y Unidades Coronarias de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y cardiólogo del Hospital Vall d’Hebrón, de Barcelona.

Según datos de la SEC, en España se registran cada año 16.000 fallecimientos ligados a la contaminación. Se estima que, si en ciudades del tamaño de Madrid y Barcelona se disminuyera a los niveles que se aconsejan en todo el mundo (entre 25 y 30 microgramos de partículas nocivas por metro cúbico, según la Organización Mundial de la Salud), sus consecuencias anuales se reducirían de forma notable: en 3.500 muertes y 1.800 ingresos hospitalarios.

Personas vulnerables

Ante índices elevados de contaminantes en la atmósfera, algunos grupos son más vulnerables que otros, tienen más posibilidades de sufrir un empeoramiento de sus dolencias e, incluso, un episodio mortal. Éste es el caso de las personas mayores y, sobre todo, de quienes ya tienen una patología previa, como una enfermedad cardiovascular (cuando ya han sufrido un infarto o se han sometido a una cirugía de las arterias coronarias), diabetes o una enfermedad respiratoria, como la bronquitis crónica, el asma o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (conocida como EPOC), explica Barrabés.

Los bebés, desde el punto de vista cardiovascular, no tienen riesgo ante la contaminación, aunque sí hay una predisposición a enfermedades atópicas y al asma -frecuente en la primera infancia- y es posible que se descompensen.

Efectos del aire contaminado

Unas de las partículas más peligrosas proceden de las emisiones de los tubos de escape de los coches con motores diésel

Las investigaciones que asocian la contaminación del aire con diversos problemas de salud no solo han relevado qué grupos de población son los más vulnerables, sino también cuáles son los efectos de las partículas contaminantes sobre el organismo. Para ello, se han llevado a cabo diversos estudios experimentales, en modelos animales y en personas voluntarias sanas, en quienes se ha visto que el humo procedente de la combustión (los hidrocarburos) resulta nocivo para muchas partes y funciones del cuerpo.

Las partículas contaminantes empeoran la función del endotelio (capa de células que recubre la pared interior de los vasos sanguíneos) y aumentan la capacidad de vasodilatación de las arterias; incrementan la propiedad de coagulación de la sangre, así como la actividad de las plaquetas (que participan en la coagulación); activan marcadores inflamatorios, también asociados a la actividad de las plaquetas y su agresión al endotelio, que favorece la trombosis (formación de trombos) o la rotura de las placas de colesterol; y, a largo plazo, se ha comprobado que la exposición a estas partículas contribuye a la progresión de las lesiones típicas de la arterioesclerosis. Todos estos efectos de la contaminación provocan deterio de la salud cardiovascular y pueden conducir al infarto agudo de miocardio (IAM).

Medidas de protección

En los días en que la polución del aire es más acusada en las grandes ciudades, conviene aplicar las medidas de protección que difunden e invitan a seguir las autoridades públicas y sanitarias. No son obligatorias, pero sí de sentido común y justificadas. La principal medida es evitar, en lo posible, respirar mucho humo. Para ello, se aconseja no pasear ni realizar ejercicio intenso en calles y vías de mucho tráfico rodado, así como en zonas próximas.

Los grupos más frágiles frente a la polución deben seguir esta recomendación de manera especial. «Cuando se hace ejercicio intenso, y esto le ocurre a cualquier persona, se hiperventila, aumenta en exceso la frecuencia y la intensidad de las respiraciones y se inhalan muchas partículas sucias. Se deben evitar las zonas contaminadas de las grandes vías de tráfico. Es mejor no pasear por una ronda de circunvalación», expone Barrabés.

Al margen de los días de mayor polución, en las ciudades el aire persiste contaminado. En general, en los días claros, de buen tiempo y sin que sople el viento, la costumbre de pedalear por la ciudad, hacer jogging, caminar a paso rápido o cualquier otro ejercicio intenso, si se practica en las inmediaciones de las vías de mayor densidad de tráfico, puede ser más nocivo que beneficioso para la salud. Lo deseable sería poder realizar todas estas actividades físicas en un entorno más natural, advierte Barrabés.

El uso de mascarillas por parte de algunas personas para no inhalar el aire contaminado no es una medida acertada, a juicio de este experto. «Las mascarillas no son útiles. El tipo de partículas contaminantes a las cuales hacemos referencia no se filtran con las mascarillas convencionales porque son muy pequeñas. Para que funcionen, se tendrían que adquirir mascarillas ultrafiltrantes, de profesionales. Las que se venden no son efectivas, no protegen», aclara.

No obstante, señala que «la contaminación del aire es un riesgo cardiovascular más, aunque pequeño. No por salir a la calle las personas más vulnerables van a tener un infarto. Otros factores de riesgo clásicos, como fumar, son más peligrosos que la polución».

POLUCIÓN Y MORTALIDAD CARDIOVASCULAR

En los últimos años se han desarrollado cada vez más estudios científicos que muestran la estrecha relación entre la contaminación y sus efectos nocivos para la salud. Un ejemplo de ello es un trabajo que la ha relacionado con una progresión más acelerada de la arterioesclerosis, un proceso de pérdida de la elasticidad de las arterias y de aumento del espesor de sus paredes internas, lo que puede conducir al IAM. Las arterias de los habitantes de zonas cercanas a una autopista o una carretera muy transitada se deterioran el doble de rápido que las de las personas residentes en otras zonas con menos polución.

Las arterias de quienes viven cerca de una carretera muy transitada se deterioran el doble de rápido

El grosor de sus arterias carótidas aumenta en 5,5 micrómetros más por año, según esta investigación realizada por expertos del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL), de Barcelona, de Suiza y de la Universidad del Sur de California. Las partículas especialmente nocivas para el organismo son las llamadas PM 2,5, es decir, con un diámetro inferior a 2,5 micras.

Un estudio realizado por investigadores del Hospital Clínico de Valladolid, el Hospital Doctor Peset de Valencia, el Hospital La Princesa y el Instituto de Salud Carlos III, ambos en Madrid, las ha relacionado con un aumento de la mortalidad de enfermedades cardiovasculares, como los infartos, la cardiopatía isquémica o los ictus. Estas partículas tan peligrosas para la salud humana proceden de las emisiones de los tubos de escape de los coches y salen, en mayor proporción, de los motores diésel. Reducir la presencia de estas partículas en las grandes ciudades es una necesidad imperiosa, según se desprende de este estudio, publicado en ‘Science of the Total Environment’.

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