Entrevista

Manuel Díaz-Rubio, jefe del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid

El 10% de la población sufrirá una úlcera gastroduodenal a lo largo de su vida
Por Clara Bassi 28 de mayo de 2013
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Imagen: CONSUMER EROSKI

Alrededor del 10% de la población padecerá una úlcera gastroduodenal a lo largo de su vida, según diferentes estudios. La bacteria Helicobacter pylori es la causa más frecuente de la úlcera gastroduodenal, junto con los antiinflamatorios no esteroideos (AINES), como la aspirina, el diclofenaco, el ibuprofeno o la indometacina, entre muchos. No obstante, hoy es posible detectar su presencia en dos horas y erradicarla mediante un tratamiento muy eficaz en solo en siete días, lo que ha supuesto una de las mayores revoluciones terapéuticas de los últimos tiempos. De hecho, los descubridores de la bacteria fueron reconocidos en 2005 con el Premio Nobel de Medicina. En la actualidad, se investiga en una vacuna contra una cepa concreta del H. pylori que, además, puede producir cáncer. De prosperar, constituiría un gran avance en la lucha contra la úlcera gastroduodenal y el cáncer de estómago, según explica en esta entrevista el profesor Manuel Díaz-Rubio García, catedrático de Medicina de la Universidad Complutense y jefe de Servicio del Hospital Clínico San Carlos, ambos en Madrid, con motivo de la VI Jornada Aquarius de Formación en Gastroenterología, celebrada en Bilbao.

¿Qué porcentaje de personas padecen úlcera gastroduodenal en España?

Los datos señalan que cerca del 10% de la población padecerá una úlcera gastroduodenal a lo largo de la vida. No obstante, la prevalencia ha cambiado en los últimos 15 años debido al descubrimiento del Helicobacter pylori, una de sus causas principales junto con los antiinflamatorios no esteroideos (AINES). Por ello, habría que realizar nuevos estudios para ver qué ha pasado con la evolución epidemiológica de estas cifras en España.

¿Cuáles son las principales causas de la úlcera gastroduodenal?

Las causas más importantes son el H. pylori, los AINES y enfermedades como la hipersecreción gástrica, que es debida a trastornos endocrinos.

Entonces, ¿las úlceras gastroduodenales se pueden prevenir?

“Las principales causas de úlcera gastroduodenal son el ‘H. pylori’ y los antiinflamatorios no esteroideos”

Las úlceras provocadas por AINES sí, ya que se puede administrar un tratamiento alternativo para la enfermedad de base o prevenirla mediante fármacos que eviten la producción de la úlcera. En el caso de la H. pylori, hay que estudiar a los afectados, sus antecedentes personales y familiares, y descartar que la tengan sus familiares. Y, si se detecta, hay que erradicarla.

¿La infección por H. pylori es asintomática?

Muchas veces sí, aunque en ocasiones se manifiesta con toda su riqueza de síntomas, como la gastritis y otros signos dispépticos o gástricos.

¿En qué consiste todo ese abanico de síntomas?

El dolor epigástrico es un dolor que surge cuando el estómago está vacío. Por lo tanto, se manifiesta antes de comer, se calma con la comida y reaparece a las dos horas de haber comido, cuando el estómago de nuevo se vacía. Además, se caracteriza porque se calma con sustancias alcalinas, como la leche, los yogures y, en general, los alimentos que contengan calcio.

¿Ante qué señales debe una persona acudir al médico?

Hay que ir al médico cuando se sufra un dolor de estómago mantenido en el tiempo y que se acompañe de ardor. Esta es la sospecha fundamental.

¿Cómo se diagnostica la úlcera gastroduodenal?

En primer lugar, con la historia clínica (debe constar muy claro si el paciente toma AINES o no) y, después, con una endoscopia y la determinación del H. pylori. Son pruebas muy sencillas y en unas dos horas se puede diagnosticar tanto la úlcera gastroduodenal como la presencia de la bacteria.

¿En qué consisten esas pruebas?

“Hay que acudir al médico cuando se sufra un dolor de estómago mantenido en el tiempo y que se acompañe de ardor”

Hay varias. La endoscopia y la biopsia de la mucosa del estómago y, también, mediante la exhalación de aire (o prueba de aliento). Para esta última, el paciente debe tomarse una bebida con urea marcada con un isótopo no radioactivo, el carbono 13. En presencia de la bacteria, la urea marcada se transforma en dióxido de carbono (CO2) y amoniaco. Este CO2 se absorbe, pasa a la sangre y, entre 10 y 15 minutos, se elimina a través del aire espirado, donde se mide su concentración.

En la jornada que han celebrado, se ha debatido sobre cómo ha cambiado el tratamiento de la úlcera gastroduodenal.

Hasta ahora, ha sido un problema muy frecuente en la historia de la humanidad, con muchos síntomas y sin demasiadas alternativas. Desde el siglo pasado, el tratamiento se ha dirigido a la dieta, la toma de sustancias alcalinas y fármacos, muy potentes, que se introdujeron en la década de los 70 u 80, como los antagonistas de H2 (como la cimetidina o la ranitidina, entre otros) y los inhibidores de la bomba de protones (como el omeprazol y el pantoprazol, entre otros). Estos fármacos, por distintos mecanismos, disminuyen la producción de ácido en el jugo gástrico.

¿Qué se conseguía con estos tratamientos?

Se lograban buenos resultados, aunque no se curaba la enfermedad que, aun cuando los síntomas mejoraran, podía rebrotar. Pero en la década de los 80 y 90, se descubrió que la bacteria era una de las principales causas de la úlcera. Desde entonces se ha consolidado que, cuando un paciente tiene úlcera, si se le elimina la bacteria, ya no volverá a sufrirla nunca como antes. Y esto ha sido una revolución. Por ello, tanto Barry Marshall como J. Robin Warren, descubridores de que la H.pylori era la causante de la úlcera gástrica, recibieron el Premio Nobel de Medicina en 2005.

¿Se ha producido después algún otro avance terapéutico destacable?

“El tratamiento de erradicación del ‘H. pylori’ está compuesto por dos antibióticos y un inhibidor de la bomba de protones”

Desde los años 90, el de la erradicación de la H. pylori es el tratamiento más nuevo y revolucionario de todos. Está compuesto por tres fármacos (dos antibióticos y un inhibidor de la bomba de protones) y cura la úlcera gastroduodenal en siete días, tras los cuales no resurge de nuevo. A partir de este punto, se hacen algunas variaciones en las pautas de tratamiento, ya que alrededor del 10% de los pacientes muestra resistencias (aunque este porcentaje varía entre las autonomías españolas y los países y puede llegar a ser del 15% o el 20%). Pero la revolución ha sido el tratamiento basado en los dos antibióticos y los inhibidores de la bomba de protones.

¿Qué nuevos tratamientos se investigan para los que son resistentes al tratamiento? ¿Y en general?

A pesar de que el porcentaje de pacientes resistentes es pequeño, hay alternativas. En presencia de resistencias, se pueden variar las pautas de administración de los antibióticos y de los inhibidores de forma secuencial: se administran durante cinco días dos antibióticos y un inhibidor de la bomba de protones y, a lo largo de otros cinco días más, otros antibióticos; o de forma concomitante, lo que consiste en administrar cuatro fármacos a la vez (tres antibióticos y un inhibidor de la bomba de protones). Son pequeñas modificaciones en las pautas de administración de los tratamientos. De la misma forma, se investiga en la posibilidad de una vacuna contra el H. pylori, lo que podría ser otro gran avance, y que consistiría en una vacuna contra una cepa que, además, es capaz de producir cáncer gástrico.

¿En qué fase de investigación está la vacuna?

Todavía en una fase muy embrionaria, pero los resultados son positivos. Esta línea de investigación se realiza en Estados Unidos.

Esta estrategia recuerda a la de la vacuna frente al virus del papiloma humano (VPH), que se aplica a las mujeres para evitar que desarrollen cáncer de cuello de útero.

Sí, es parecida, y sobre todo podría ser útil en países iberoamericanos y Japón, donde el cáncer gástrico es tremendamente elevado.

H. pylori y cáncer de estómago

Algunas cepas del Helicobacter pylori pueden provocar, además de una úlcera gastroduodenal, cáncer gástrico. De ahí que sea tan importante detectar esta bacteria y eliminarla. En determinados zonas, como Latinoamérica, o países como Japón, la incidencia de cáncer de estómago es más alta, mientras que en España ha disminuido de forma notable.

Manuel Díaz-Rubio explica que una de las puertas de entrada del H. pylori en el organismo es el agua contaminada. Y la situación se ha modificado en España en los últimos 40 años, ya que se ha cambiado de forma profunda el tratamiento de las aguas. Esta mejora ha reducido la tasa de infección la infección.

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