Recuperar los buenos propósitos después del verano

El otoño es la época idónea para establecerse nuevas metas y propósitos más saludables
Por Montse Arboix 19 de septiembre de 2014
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Imagen: HeyJules

Tras el ajetreo del verano y las vacaciones, llega el otoño con su ritmo más pausado. De la mano de este cambio de estación también vuelve la normalidad de horarios y rutinas que caracteriza la vida laboral y escolar. Para muchos, el otoño significa el inicio de un nuevo curso y el momento óptimo para establecer o recuperar buenos propósitos después de la pausa estival. Pero, ¿qué hacer si no se tiene la fuerza de voluntad necesaria? Este artículo da respuesta a esta y otras cuestiones y aporta consejos para ejercitar el autocontrol y recuperar la falta de voluntad.

Con la vuelta a la normalidad, la llegada del otoño y el inicio del curso escolar, muchas personas se sienten con fuerza y la motivación necesaria, para afrontar nuevos retos personales y establecer nuevas metas y propósitos en sus vidas. Pero para lograrlo con éxito, antes hay que dejar de lado lo que no agrada o molesta. Los especialistas insisten en que, para no equivocarse, es importante conectar con lo que uno realmente es y tener fuerza de voluntad.

Los buenos propósitos: ¿y si la fuerza de voluntad falla?

A veces, a pesar de que uno no se siente bien, quiere realizar cambios en su vida. De hecho, es frecuente que en el mes de septiembre se inicien un sinfín de actividades, como apuntarse a un gimnasio, dejar de fumar, empezar cursos de idiomas o de cocina, comenzar colecciones, etc. «Y, entonces, a las pocas semanas, nos desmotivamos, dejamos que la desgana nos venza y volvemos a repetir las mismas pautas de comportamiento que queríamos variar», explica Elena Mayorga, escritora y codirectora del portal web Mente Libre.

Para recuperar la falta de voluntad hay que ejercitar el autocontrol, que permitirá alcanzar los objetivos propuestos
Para en realidad «engancharnos y perseverar en esa transformación que queremos operar en nuestras vidas, tenemos que buscar motivación interior y apoyo exterior«, opina Mayorga. Si se actúa de estas dos maneras -con uno mismo, implicándose en la evolución personal que uno desea, y desde fuera, buscando personas del entorno cercano que apoyen en estas variaciones- se pueden lograr los propósitos establecidos.

¿Cómo conseguir introducir estos cambios saludables? Para lograr los objetivos propuestos, la experta insiste en que resulta fundamental no dispersarse, no impacientarse y centrarse en un propósito claro: «Hay que ser conscientes de que a veces se arrastran, desde hace años, comportamientos poco saludables, por lo que no podemos alterar nuestra vida de un día para otro. Para ello se necesita tiempo, constancia y concentrarse en un objetivo primario, que es el que marcará ese cambio en nuestras vidas; los pequeños propósitos secundarios serán los que ayuden a lograr esta transformación».

Aumentar la fuerza de voluntad con autocontrol

La fuerza de voluntad se puede definir como la capacidad que tienen las personas para aplazar el placer inmediato de ciertas acciones (la comida, el tabaco, gastar dinero, etc.) con el fin de conseguir un beneficio a largo plazo (adelgazar, mejorar la salud, ahorrar, etc).

Pero, a veces, tal y como concluyen algunas investigaciones, resistirse de manera continua a las tentaciones puede llegar a fatigar por exceso de uso, como si de un músculo se tratara. Y para recuperar la falta de voluntad perdida, hay que ejercitar el autocontrol, que es lo que permitirá alcanzar los objetivos propuestos. Desde la Asociación Americana de Psicología apuntan una serie de tácticas para aumentar el autocontrol:

  • Mantenerse lejos de la tentación. Aunque suene al consabido «ojos que no ven, corazón que no siente», un estudio reciente encontró que los trabajadores de oficina que guardaban dulces en un cajón los consumían menos que quienes los tenían a plena vista.
  • Utilizar la técnica de implementación de la intención, es decir, tener un plan establecido con anterioridad para enfrentarse a situaciones que podrían perjudicar la decisión tomada ayuda a no tener que aplicar la fuerza de voluntad.
  • Tener una alta motivación puede contribuir a mantener el autocontrol y la perseverancia en busca de unos objetivos. Sin embargo, es importante definir qué metas se quieren lograr, para qué y qué se conseguirá con ello.
  • Estar agotado en un área puede reducir el autocontrol en otras. Por este motivo, no tendría demasiado sentido tratar de dejar de fumar, empezar a practicar deporte y adoptar una dieta sana, todo al mismo tiempo. Los estudios señalan que es más efectivo plantearse los objetivos de uno en uno. Y una vez que se haya incorporado como rutina (por ejemplo, practicar ejercicio con regularidad), ya no se necesita tanto esfuerzo para mantenerlo.
  • Un estudio de la Universidad de Macquarie (Sidney, Australia) concluye que el agotamiento de la fuerza de voluntad está asociado a los niveles de glucosa y sugiere que mantener niveles estables de glucosa en la sangre por medio del consumo regular de comidas y meriendas saludables puede ayudar a prevenir los efectos del agotamiento de la fuerza de voluntad

Buenos propósitos: cómo empezar

Cuando se desea hacer un cambio en la vida, como dejar de fumar o empezar la práctica de ejercicio físico, a muchas personas les ayuda a comprometerse, si lo ponen por escrito, como si firmaran una especie de contrato, sugiere Elena Mayorga. En este documento debería constar qué se quiere conseguir y a qué se implica uno para lograrlo, y firmarlo. Además, se puede pedir a alguien del entorno cercano (pareja, familiar o amigo) que ayude a la consecución del objetivo. A esta persona de confianza, que puede comprometerse a que dará el soporte necesario, se acudirá cuando las fuerzas flaqueen y uno se sienta que decae, “que es lo habitual”, aclara la experta, quien añade que “lo más importante es confiar en uno mismo, que se puede lograr el cambio que se desea”. Beneficia dejar constancia del calendario, del propósito primario y de los secundarios (más sencillos y temporales), y ponerlo en un lugar bien visible, como la puerta de la nevera o en la mesita de noche.

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