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No tenemos pruebas, pero tampoco dudas, de que la mayor parte de las veces en las que somos víctimas de un brote de acné, este nos pilla en momentos nada oportunos (aunque, ¿acaso viene bien alguna vez que una zona de la cara se llene de granos?).
Por partes: ¿qué es el acné?
Al hablar de acné, nos referimos a una afección de la piel por la obstrucción de los folículos pilosos (si no te suenan, puedes verlos un poco más abajo). Lo que ocurre para que aparezcan esos granos o espinillas característicos es que la grasa (sebo) y las células muertas de la piel tapan los poros y voilà: grano (o granos) al canto. Aunque estos brotes se dan habitualmente en la cara, también pueden hacerlo en espalda, pecho y hombros.
Entre los factores que contribuyen a la posibilidad de desarrollar acné se encuentran las hormonas, los antecedentes familiares, la edad y algunos medicamentos. También hay circunstancias que lo empeoran, como el consumo de ciertos alimentos, el estrés, la presión en la zona (como cuando se utilizan cascos deportivos, ropa ajustada o mochila), la contaminación ambiental, la humedad, toquetearse las espinillas o frotarse la piel con demasiada fuerza.
La cara no está “conectada” con los órganos del cuerpo (ni refleja su estado de salud)
No solo es un mito bastante extendido, sino que además circulan contenidos en Internet y redes sociales que señalan que el acné, los puntos negros o el enrojecimiento de la cara son, en conjunto, la forma que tiene nuestra piel de avisarnos de “un desequilibrio” o un problema de salud concreto.
Es decir que, por ejemplo, si los granitos aparecen en el centro de la frente, significaría que hay algún problema en el intestino delgado; si aparecen en la nariz, el problema residiría en el páncreas; y si lo hacen en la zona superior del labio, en el corazón. Pues no: “No hay absolutamente ninguna evidencia que relacione la zona de la cara donde sale el acné con desequilibrios de salud”, explica Ana Molina, dermatóloga y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
La dermatóloga Andrea Allende, también miembro de la AEDV, añade que tampoco existe ninguna evidencia que sostenga las propuestas de la reflexología facial. Estas son, por un lado, que “se puede identificar ciertos problemas internos en función de las zonas del rostro donde suelen aparecer granitos o imperfecciones”. Y, por otro, que “presionar distintas zonas de la cara puede producir efectos en otras partes del cuerpo”.
“No es cierto que, si tienes problemas de riñón, el brote de acné aparece por acá y que, si son de hígado, aparece por allá. En ese sentido, no hay ninguna evidencia”, aclara Molina.
Distintos tipos de acné y por qué estos sí se relacionan con zonas concretas de la cara
A pesar de que no hay ninguna evidencia científica que demuestre que la zona en la que ocurre un brote de acné esté de alguna forma relacionada con patologías en un órgano u otro, sí que hay algo que puede interferir en la zona en la que este aparezca: el tipo de acné.
“Los dermatólogos hablamos de dos tipos: el acné juvenil y el acné tardío de la mujer adulta”, distingue Molina. Mientras que el primero ocurre en adolescentes y normalmente aparece en el centro de la cara (zona central de la frente y de las mejillas, sobre todo) en la sien y la nariz, el acné tardío de la mujer adulta sí suele aparece en la zona inferior de esta (ramas mandibulares, mentón, centro de la barbilla o parte superior del cuello).
Además, “las lesiones en el tercio inferior de la cara sí suelen relacionarse con alteraciones hormonales”, explica la dermatóloga Inés Escandell, miembro de la AEDV. El motivo, como añade Allende, es que en estas partes de la cara hay glándulas sebáceas más sensibles al efecto de los andrógenos, hormonas de las que, aunque coloquialmente se apodan como “masculinas”, también disponen las mujeres, aunque en menor cantidad.
Las irregularidades hormonales no son las únicas capaces de iniciar un cuadro dermatológico. Como adelantaba Escandell y en palabras de Beatriz Butrón, dermatóloga especialista en acné y rosácea en el Hospital Universitario de La Princesa (Madrid), las alteraciones en la microbiota intestinal también están relacionadas con diversas patologías cutáneas tales como el acné, la rosácea y la dermatitis atópica.
La zona donde aparece el acné no tiene relevancia
Entonces, ¿puede usarse la localización de un brote de acné en mejillas o zona inferior de la cara como diagnóstico de problemas hormonales o de microbiota? No. A pesar de esta relación, “esto no tiene relevancia en la práctica”, aclara Escandell.
En conclusión, aunque la localización de las lesiones no determina un desequilibrio hormonal o intestinal específico, la presencia de acné en sí misma sí puede estar relacionada con estos factores. “Por ello, es fundamental acudir al dermatólogo en caso de padecer acné. Este, en colaboración con otros profesionales, podrá establecer un manejo integral adecuado para el control de la patología”, concluye Butrón.
Lesiones cutáneas (que no son acné) como consecuencia de enfermedades o tratamientos
El acné, a pesar de ser el proceso dermatológico más frecuente, está definido: no todas las erupciones, lesiones o “granitos” sobre la piel son consecuencia de un brote. Ahora bien, sí que es cierto que estos signos cutáneos (los granos, no el acné) pueden ser consecuencia de patologías o tratamientos médicos concretos.
“Existen diferentes erupciones acneiformes que sí aparecen en pacientes que están diagnosticados de algún tipo de enfermedad”, explica Molina. “Por ejemplo, hay pacientes oncológicos en quienes, al iniciar un tratamiento con inmunoterapia u otros de terapias moleculares dirigidas, desarrollan una erupción acneiforme por todo el cuerpo. Es similar al acné, pero no es acné, sino una reacción a un medicamento”, añade.
Molina añade que también existen, entre otros, formas de rosácea y erupciones solares muy similares al acné, sin serlo realmente. “Nosotros, los dermatólogos, consideramos ‘acné’ como tal al juvenil y al tardío de la mujer adulta. Hay otras formas (acné comedogénico, que a veces aparece en trabajadores de la industria metalúrgica; acné infantil, consecuencia de las hormonas que pasan de la madre al neonato durante los primeros seis meses de vida…), pero son muy concretos”.
Como vemos, a pesar de existir excepciones, “el lugar donde sale el acné no se relaciona con ningún problema de salud. Simplemente es cierto que aparece en diferentes partes de la cara según los subtipos principales, pero ya está”, concluye Molina.