El consumo de folatos en el embarazo

La mitad de la población mundial está expuesta a defectos del tubo neural por déficit de ácido fólico durante el embarazo, según publica el British Medical Journal
Por Jordi Montaner 6 de julio de 2004

La importancia de la suplementación de ácido fólico en el embarazo adquirió el mes pasado un rango de «cruzada sanitaria» tras la publicación de un estudio llevado a cabo en Irlanda y EEUU en cuyas conclusiones se señala que en la mitad de los embarazos se da un déficit de ácido fólico que expone los recién nacidos a un riesgo nada despreciable de malformaciones del tubo neural.

El embarazo es una etapa de extraordinario desarrollo celular en el que los requerimientos de vitaminas y ácido fólico deben controlarse adecuadamente. Un desarrollo fetal sin el aporte necesario de ácido fólico puede exponer el recién nacido a deformaciones del tipo de una espina bífida y ocasionar una invalidez de carácter permanente.

Expertos en nutrición y autoridades sanitarias llevan años prodigando el empleo de suplementos de ácido fólico en el embarazo; no obstante, el estudio publicado en el British Medical Journal advierte de que sólo una cuarta parte de las mujeres embarazadas toma en serio dicha recomendación.

Los autores del estudio identificaron el genotipo de 395 individuos con defectos del tubo neural (espina bífida o encefalocele) y lo compararon con el de 848 controles sanos. Prestaron atención especial a la variante homocigótica TT del gen responsable de la síntesis de folatos y a la variante heterocigótica CT. En ambas variantes se registraron bajas concentraciones de folatos, niveles elevados de homocisteína y escasa actividad enzimática, pero los científicos descubrieron que la variante CT es tres veces más habitual que la TT, que en un 26% de los enfermos irlandeses reclutados con defecto del tubo neural coexistían ambas variantes y que en un 50-70% de los defectos estaba implicado un déficit ostensible de ácido fólico.

En las conclusiones del estudio se subrayaba también que tanto el déficit de ácido fólico como los niveles elevados de homocisteína asociados con las variantes CT y TT pueden prevenirse con una suplementación de folatos. Los autores reclaman a las autoridades sanitarias un protocolo legal que incluya la suplementación de folatos en la atención médica al embarazo y esgrimen el caso de Canadá, un país que incluyó la suplementación de folatos en todos los cereales de consumo humano en 1998 y en el que, durante los últimos 5 años, la prevalencia de defectos del tubo neural en recién nacidos ha descendido a la mitad, al igual que la de neuroblastomas (un cáncer infantil de evolución fatal).

En Europa

Un desarrollo fetal sin el aporte necesario de ácido fólico puede exponer el recién nacido a la aparición de espina bífida y a una invalidez permanente
La alerta del artículo del BMJ parece orientado más que nada a las administraciones europeas, temerosas de que una medida de este tipo pueda saldarse con efectos secundarios por un abuso de folatos durante el embarazo. Un estudio de 24 meses llevado a cabo en el Reino Unido acerca del efecto de una generalización de los folatos en productos tan básicos como la harina del pan (a fin de garantizar un consumo mínimo en el conjunto de la población) concluyó en el 2002 que dicha «folatización» enmascaraba algunos déficit de vitamina B12 en pacientes ancianos.

Conocedores de esta circunstancia, los autores del estudio del BMJ proponen individualizar dicha suplementación en las subpoblaciones expuestas al embarazo. No obstante, insiste en la necesidad de educar convenientemente a las mujeres sobre la imporytancia y la idoneidad de semejante medida, puesto que el tubo neural se desarrolla por completo en el primer mes tras la concepción, por lo que iniciar la suplementación más allá de esta primera etapa no tiene apenas efecto protector.

Por el tubo

Los llamados defectos del tubo neural se producen como consecuencia de alteraciones en su configuración física durante la primera etapa del embarazo, y pueden tener lugar a dos niveles: cerebro (pudiendo dar lugar a una anencefalia o a un encefalocele) y columna vertebral (espina bífida). La evidencia sobre la prevención del primer episodio y la recurrencia de estas malformaciones es tal, que las recomendaciones sobre la oferta de ácido fólico rutinaria a mujeres en edad fértil han sido apoyadas desde un principio por las autoridades sanitarias.

Se conoce que alrededor de la mitad de los casos de defectos del tubo neural toma forma de una espina bífida aislada. Las consecuencias clínicas son muy graves: una pequeña parte de los nacidos con espina bífida consigue llegar a la edad adulta, pero lo hace con una parálisis permanente de miembros inferiores y un grado variable de incontinencia urinaria o fecal.

La incidencia mundial de los defectos del tubo neural oscila entre 1-8 casos por cada 10.000 nacidos vivos, con un aumento notable de dicha incidencia en individuos caucasianos y en los niveles socioeconómicos más bajos. También existen variables geográficas. Por ejemplo, la incidencia más elevada se da en Gales y la más baja en la costa oeste de EEUU. El riesgo de presentar un defecto del tubo neural aumenta cuando existen antecedentes familiares, enfermedades de base como la diabetes tipo 1 o en las que requieren tratamiento anticomicial (fenitoína, ácido valproico y carbamacepina).

Ácido fólico

El ácido fólico (o ácido pteroilglutámico) es una vitamina hidrosoluble del grupo B sintetizada por las bacterias de la flora intestinal y presente en pequeña cantidad en algunos alimentos. Los folatos llevan a cabo funciones tan esenciales como la síntesis del ADN o el ARN y, además, resultan imprescindibles en el ciclo de metilación de los aminoácidos, un paso fundamental en la reconversión de homocisteína en metionina.

Los folatos abundan en espinacas, guisantes, coles, judías, aguacates, naranjas, nueces y almendras. También en cereales, legumbres y algunas vísceras animales como el hígado. A pesar de que las necesidades de folatos se pueden cubrir a partir de todos estos alimentos, el calor de la cocción, la oxidación o la luz ultravioleta pueden llegar a inactivarlos. Por tanto siempre es preferible el consumo de productos frescos y crudos.

LOS CEREALES MODIFICADOS PODRÍAN REDUCIR EL RIESGO EN UN 30%

ImgEl ejemplo de las autoridades sanitarias del Canadá con respecto a los folatos parece destinado a cundir. José Fernando Cordero, responsable de defectos congénitos en el Centro para el Control de Enfermedades (CDC) de Atlanta, Georgia, sostiene que «es posible reducir la incidencia de aparición de defectos del tubo neural adoptando estrategias preventivas como un aumento del consumo de ácido fólico en las gestantes antes de comenzar su embarazo». Según la experiencia estadounidense, este hábito ha conseguido reducir los defectos entre un 40% y un 85%.

Un trabajo de investigación desarrollado por el centro de Atlanta en colaboración con un grupo de trabajo en el área de Pekín (China), que a su vez es una de las zonas del mundo con un índice mayor de frecuencia de espina bífida, demostró que el consumo de ácido fólico por la gestante desde al menos un mes antes de iniciarse el embarazo conseguía disminuir entre la mitad y dos terceras partes de los defectos del tubo neural.

Cordero, al igual que los autores del artículo del BMJ, reivindica la necesidad de adoptar estrategias preventivas en la medida de lo posible para reducir la incidencia de este tipo de malformaciones congénitas. Por ejemplo, «mediante el enriquecimiento de los cereales con ácido fólico» y en consecuencia de alimentos tan básicos como el pan, tal y como se hace en Canadá y también en EE.UU. Semejante medida, según el especialista del CDC, ha supuesto que 800 bebés que cada año nacerían con este tipo de malforación hoy lleguen al mundo «completamente sanos».

Por contra, Cordero juzga «trágica» la actitud de países como el Reino Unido, que aun siendo el primer país en demostrar los beneficios del ácido fólico para prevenir diversos tipos de malformaciones congénitas, «no ha adoptado ningún tipo de programa preventivo» como los citados. La cantidad diaria de ácido fólico recomendada por este experto oscila en torno a los 400 microgramos, administrables desde al menos un mes antes del inicio de la gestación.

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