Medidas ambientales en el ámbito agrario

La Unión Europea impulsa medidas y ayudas específicas para implementar técnicas de gestión sostenible en la agricultura
Por Juan Ramón Hidalgo Moya 22 de marzo de 2004

De un tiempo para esta parte, en el ámbito agrario se están impulsando medidas ambientales claramente orientadas a un modelo de agricultura sostenible que persigue la protección del patrimonio ecológico. Este tipo de medidas, sin embargo, difícilmente pueden prosperar sin una mayor sensibilización del sector agrario por el medio ambiente, desterrando las prácticas que lo ponen en riesgo.

En los últimos años han aparecido normas e instituciones cuya misión específica es la protección internacional de nuestro entorno. La necesidad imperativa de proteger el medio ambiente ha sido una constante proclamada desde los más diversos organismos. Sin embargo, el marco jurídico del que nos hemos dotado, tiene el calificativo de soft law (derecho blando), carente de la rigidez necesaria para que sea efectivo.

La globalización del fenómeno ha determinado que este tipo de actuaciones, poco exigentes, fueran introducidas también en el medio rural y agrario. La eficacia de las mismas dependerá en algunos casos de la voluntad de los destinatarios del régimen de ayudas a la utilización de métodos de producción agraria compatibles con el medio ambiente.

Un nuevo escenario

La agricultura y la ganadería son considerada por la Unión Europea como uno de los sectores prioritarios en la integración ambiental
La agricultura y la ganadería son considerada por la Unión Europea como uno de los sectores prioritarios en la integración ambiental. Las razones deben de localizarse en su cada vez más notable incidencia «en el suelo y en la calidad de las aguas, en la biodiversidad, en el paisaje, en la vertebración del territorio, en el asentamiento de la población o en las raíces culturales».

Como reconocen las propias instituciones, la agricultura está frente a un nuevo escenario, fruto, entre otros factores, de las crecientes tendencias de la Política Agraria Común. Y es que los agricultores europeos, como se apunta, ya están familiarizados con conceptos tales como las Buenas Prácticas Agrarias, la Ecocondicionalidad, las Medidas Agroambientales o la multifuncionalidad de la Agricultura.

A primeros de enero de 2001 el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación aprobó un Real Decreto que tenía por finalidad establecer un régimen de ayudas para fomentar la utilización de métodos de producción agraria que permitieran proteger el ambiente y conservar el medio rural, contribuyendo a la consecución de objetivos comunitarios en materia de agricultura y medio ambiente.

La norma en cuestión pone al descubierto algunos de los déficit de carácter agroambiental que afectan a las explotaciones agrarias españolas y al territorio agrícola afectado por las mismas. La pretensión de la Administración no es otra que corregir los problemas a los que se han dado publicidad. Como objetivos a alcanzar, señalan los que hacen referencia a una utilización racional del uso del agua y mejora de su calidad; la lucha contra la erosión y mejora de la estructura y fertilidad de los suelos agrícolas; la prevención de riesgos naturales y mejor utilización de los espacios rurales; y la protección de la biodiversidad y los paisajes agrarios.

Los problemas agroambientales

La regulación comentada destaca diversos riesgos ambientales para los que se establece un plan de ayudas específicas, de acogimiento voluntario por parte de sus destinatarios. Algunos de estos problemas son relevantes y en la solución de los mismos parece apelarse a las buenas prácticas del agricultor responsable.

Así, se destaca que el laboreo de los suelos españoles es una de las prácticas más problemáticas desde el punto de vista agroambiental. La explicación de esta conclusión se localiza en el hecho de que la mecanización del campo y la aparición de máquinas, cada vez más grandes y potentes, han originado graves problemas de erosión y pérdida de fertilidad de los suelos en muchos casos.

Otro de los aspectos destacados es el tema, siempre tan controvertido, del agua. En este sentido, apela por someter a un mantenimiento adecuado el sistema de riego implantado, a fin de evitar pérdidas de agua; controlar el mal estado de la red de riego interna de la explotación; reparar las acequias; y sustituir las piezas defectuosas de los sistemas de aspiración, impulsión y distribución que puedan conducir a pérdidas directas de agua o una mala eficiencia del sistema de riego.

En lo que respecta al uso de fertilizantes, si bien considera que la contaminación por un mal uso y abuso de fertilizantes (especialmente los nitrogenados) no representa un problema en la mayor parte del territorio español (básicamente zonas de secano), reconoce como zonas vulnerables a nitratos aquéllas con alta concentración de explotaciones intensivas de porcino y las zonas de riego. Y por último, despunta ciertas problemáticas a combatir con respecto a estiércoles y purines, utilización racional de productos fitosanitarios, eliminación de materiales residuales (utilizados en la producción y restos de poda, plásticos usados y otros residuos), abandono de cultivos y sanidad animal.

AGRICULTOR RESPONSABLE Y BUENAS PRÁCTICAS

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Según reconoce el propio Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, las medidas agroambientales han sido planteadas en España dentro de una estrategia global de desarrollo rural, y orientadas hacia un modelo de agricultura sostenible y con múltiples funciones, así como a la protección del patrimonio ecológico. Los objetivos de las medidas agroambientales se centran en cinco ejes de actuación: agua, suelos, riesgos naturales, biodiversidad y paisaje. Existen nueve medidas diferentes, que comprenden 104 actuaciones, para cada una de las cuales se especifican unos objetivos en función de los cinco ejes de actuación.

Por otra parte, el respeto a las buenas prácticas agrarias habituales es un requisito básico para acceder a los beneficios derivados de esta línea de actuación. Así, «la conservación del suelo mediante la prohibición del laboreo a favor de pendiente, el uso de las alternativas y rotaciones de cultivo adecuadas a cada territorio, la utilización eficiente de los recursos hídricos, la racionalización en el empleo de agroquímicos teniendo en cuenta las zonas vulnerables y los niveles comparativos establecidos en la Directiva de Nitratos, la prohibición de la quema de rastrojos y el buen uso de los restos de cultivo, así como el respeto de unas cargas ganaderas determinadas», constituyen el núcleo fundamental de las buenas prácticas a respetar para poder acogerse a las ayudas que conllevan la realización de estas medidas, según destaca la propia administración.

Además de las medidas adoptadas, la protección del medio ambiente requiere de actuaciones adicionales por parte de la administración comunitaria que ahonden en prácticas más correctas en el sector agrario mediante un conocimiento adecuado de los riesgos y las maneras de prevenirlos. Así, es de destacar que se ha constituido por parte de los Ministerios de Agricultura, Pesca y Alimentación, dentro de la Red de Autoridades Ambientales (ámbito comunitario) un módulo de sensibilización para el sector agrario con la finalidad de integrar la protección del medio ambiente en la agricultura, pues se considera fundamental que los trabajadores del sector agrario tomen conciencia de los temas agroambientales que les afectan.

Bibliografía
  • REAL DECRETO 4/2001, de 12 de enero, por el que se establece un régimen de ayudas a la utilización de métodos de producción agraria compatibles con el medio ambiente.
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