Miel con restos de pesticidas

Un trabajo estadounidense da cuenta de la presencia de altos niveles de pesticidas usados en apicultura
Por Marta Chavarrías 15 de septiembre de 2008
Img colmena listado

Los fitosanitarios constituyen uno de los métodos de uso para proteger las plantas de organismos nocivos. Una aplicación, sin embargo, que requiere estrategias adecuadas que eliminen los residuos. En el sector de la apicultura se trata de asegurar que la miel que producen las abejas expuestas a estas sustancias esté “limpia”. Pero ahora un estudio realizado por expertos de EE.UU. denuncia la presencia excesiva de pesticidas en colmenas y, en consecuencia, su paso a la miel. Una contaminación que, con la radiación gamma, podría quedar atenuada, aseguran los expertos.

Hace unos meses la producción de miel se vio amenazada por la muerte masiva de abejas en todo el mundo. Entonces se asoció este declive a virus, hongos y pesticidas y a factores multifactoriales relacionados con alteraciones derivadas del cambio climático. Según un estudio presentado durante la 23ª Reunión Química de Filadelfia, el pasado 18 de agosto, el 97% del polen que comen las abejas tiene de 1 a 17 tipos de pesticidas y acaricidas, y el cien por cien de la cera contiene fluvinato y coumafos, pesticidas utilizados en las colmenas para combatir los ácaros de Varroa.

Técnicas de detección

La radiación gamma constituye una de las técnicas profilácticas no destructivas para el control de enfermedades avícolas
Aunque ya se contaba con estándares internacionales para niveles permitidos de pesticidas en alimentos como leche, frutas y verduras, la miel había quedado relegada a un segundo plano, admiten expertos entomólogos del estado de Penn. De hecho, aseguran, no ha sido un producto analizado de forma regular. Esta necesidad invita a los expertos a desarrollar nuevos métodos de análisis, que permitan trabajar con muestras más pequeñas que las necesarias para otros alimentos.

Gas y cromatografía líquida se unen para facilitar la seguridad del polen, las abejas y la cera, técnicas utilizadas por su especificidad, selectividad y sensibilidad y por la posibilidad de detectar pequeñas concentraciones de fármacos en la muestra que se analiza. Si bien el control sanitario de las enfermedades avícolas suele realizarse a través de sustancias químicas como antibióticos, con el consiguiente riesgo para contaminar las colmenas, la radiación gamma es una técnica profiláctica no destructiva apta para el control de enfermedades.

Lucha natural

Considerada una de las amenazas mundiales más importantes para las abejas de miel, el ácaro de Varroa centra la atención también de un grupo de expertos de la University of Warwick, en el Reino Unido. Con un impacto en todos los países donde se ha establecido, este patógeno ha causado pérdidas de un 30-50% de las colonias, primero en el Reino Unido y después a otros países, donde se ha convertido en un problema endémico en el que la pérdida de abejas a gran escala afecta la polinización de cosechas comerciales y de plantas silvestres.

Los ácaros han empezado a desarrollar resistencia a los pesticidas químicos, lo que ha conducido a los expertos británicos, en colaboración con el Departamento de Medio Ambiente, Alimentación y Medio Rural del país (DEFRA, en sus siglas inglesas) a desarrollar otro tipo de tecnología, esta vez biológica, para controlar el parásito sin tener que echar mano de la química.

De momento, la investigación se ha iniciado con el análisis de 50 tipos de hongos que «afligen» otros insectos y pretende comprobar si esta efectividad se puede aplicar contra el ácaro Varroa. Todo ello sin que tengan un impacto devastador en las abejas. De los 50 hongos, los expertos han dado con cuatro que sí han demostrado cierta efectividad, aunque la complejidad del sistema interno de las colmenas dificulta esta tarea.

Alimento particular, controles específicos

Img colmena5La elaboración y producción de miel cuenta, en el ámbito internacional, con una norma del Codex Alimentarius según la cual se trata de un alimento formado, fundamentalmente, por distintos azúcares, sobre todo fructosa y glucosa. El sabor y aroma responden a unos parámetros concretos que dependen de la planta de la que procede, y el color puede ir de pardo oscuro a casi incoloro.

Los controles a los que suele someterse parten de la vertiente más sensorial (vista, olfato o gusto), microbiológico, que es el que indica la higiene y las buenas prácticas durante la cosecha, secado y acondicionamiento, así como de la posible presencia de contaminantes, entre ellos plaguicidas, antibióticos y sulfamidas. En España, con el inicio de 2008 se inauguró el Plan Apícola Nacional, previsto para el periodo 2008-2010. Con él se pretende consolidar la profesionalización del sector e incorporar nuevas y más modernas técnicas de producción.

Todo ello sin dejar de lado la mejora de los sistemas de producción y comercialización, y con especial apoyo a la lucha contra la varroosis y a los laboratorios de análisis para la caracterización fisicoquímicas de la miel.

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