Nuevos pasos en alimentación animal

Una nueva medida comunitaria prevé, para 2010, que el etiquetado de piensos incluya una lista con los ingredientes utilizados
Por Marta Chavarrías 4 de marzo de 2009
Img pienso cerdo
Imagen: Tiffany Silva

La alimentación animal y, en concreto, el uso de los piensos para animales que se destinan al consumo humano constituye un aspecto de interés no sólo en el ámbito ganadero sino también en el de la salud de los consumidores. Utilizar materias primas adecuadas, seguras y de buena calidad garantiza que la productividad ganadera se haga con totales garantías de seguridad para las personas y aporta mayor seguridad para que no se repitan episodios como los que han protagonizado crisis como la de las vacas locas o la de las dioxinas. El uso de los piensos para alimentación, el primero de los eslabones de la cadena alimentaria, podría contar para 2010 con nuevas medidas de etiquetado equiparadas a las que ya existen para los productos de consumo humano.

Un listado de ingredientes, aunque no la proporción de cada uno de ellos. Estas premisas son dos de las principales medidas en materia de alimentación animal que acaba de presentar el Parlamento Europeo. Desde que en 2001 la crisis de las vacas locas empezara a azotar la producción ganadera de buena parte de los países europeos, y después de determinar que la causa era el uso de harinas cárnicas añadidas a pienso destinado a alimentación animal, la UE adoptó una medida legislativa para que los fabricantes de piensos detallaran con exactitud las materias utilizadas y la cantidad exacta. Una «declaración abierta» que las más altas instancias legislativas europeas consideraron «excesiva» porque obligaba a mencionar todos y cada uno de los ingredientes con los que había sido elaborado un pienso.

Con el fin de equilibrar estas medidas y hacerlas más factibles, el Parlamento Europeo acaba de presentar una propuesta que, más allá de especificar los ingredientes exactos que incorporan los piensos, apuesta por un etiquetado que indique un listado de los que se han introducido en orden decreciente por peso. Según los responsables de la medida, esto posibilitará dos cosas: por un lado proteger la propiedad intelectual de los fabricantes y por otro dar al comprador la posibilidad, si lo requiere, de conocer la proporción de cada ingrediente con un margen de tolerancia de un +/-15%. Esta información se dará siempre y cuando sea necesaria para proteger la salud o el medio ambiente.

Catálogo de sustancias

Residuos domésticos, aguas usadas y embalajes son algunas de las materias primas prohibidas en la alimentación animal

Aditivos, materias primas, premezclas medicamentosas, sustancias indeseables (dioxinas, aflatoxinas, cadmio…) o bioproteínas son algunas de las sustancias que deben controlarse en los piensos animales. Y una de las vías para hacerlo la aporta el etiquetado, tal y como reconocen los responsables de la medida parlamentaria, que aseguran que constituye un «elemento importante del sistema de prevención de enfermedades alimentarias».

Dotar a este ámbito, el de la alimentación animal, que en España tiene una producción que supera los 20 millones de toneladas al año, según datos del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM), de una herramienta de trazabilidad aporta seguridad tanto entre productores como para el consumidor, que encuentra garantías de que el animal del que procede el bistec que se come ha sido alimentado de forma correcta desde el punto de vista sanitario.

El etiquetado, por ejemplo, debe dejar claros aspectos como qué es una materia prima y parte de la base de que se considera como tal «todo producto vegetal o animal destinado a satisfacer las necesidades nutritivas de los animales». No se incluye en el Reglamento, en cambio, el agua que se utiliza para elaborar piensos o la que se suministra directamente al animal. También deja clara cuál es la diferencia entre un pienso compuesto y uno complementario, y la clave está en el contenido de materia prima: el primero es una mezcla de ellas y el segundo contiene, al menos, una que se utiliza como ración diaria combinada con otro pienso. Entre las sustancias utilizadas se encuentran también las cenizas brutas, presentes en el pienso mineral, como mínimo en un 40% del producto.

Es obligatoria la mención a las materias primas como forrajes, granos de cereales, semillas y frutos oleaginosos, semillas de leguminosas, tubérculos y raíces, minerales como calcio, sodio y fósforo, y almidón. ¿Qué no debe contener un pienso? Debe evitarse, por ejemplo, la presencia de impurezas químicas y botánicas; estas últimas incluyen materiales vegetales que no afectan de manera negativa a los animales, como paja y malas hierbas.

Información clara, envase adecuado

Como toda etiqueta destinada a ofrecer información sobre un producto determinado, el objetivo de las que acompañan a los piensos es que sea lo más clara posible y que exprese con una información precisa no sólo las sustancias incluidas en el listado sino también las que se van incorporando. Además, la información deberá prescindir de alegaciones que afirmen que «evitan, tratan o curan una enfermedad». Pero, ¿cuál es la información que debe incluir la etiqueta? El fabricante está obligado a especificar datos como:

  • La fecha hasta la que puede mantenerse el pienso sin que éste pierda sus propiedades.
  • El nombre del lote, es decir, el pienso que procede de un mismo proceso de producción y que comparte, por tanto, características comunes como la variedad, el expedidor o el tipo de envase.
  • Todo pienso deberá incorporar además una marca, imagen o signo que lo identifique.
  • La cantidad neta.
  • Los aditivos que contiene, si es el caso.
  • El nombre de una materia prima que el fabricante quiera destacar.

Además, toda esta información debe ir en recipientes sellados de manera que la lectura sea fácil y al menos en una de las lenguas oficiales del Estado en el que se comercializa.

Transferencia inevitable

Uno de los problemas que pueden aparecer con el uso de piensos para animales es la presencia no deseable de coccidiostáticos e histomonóstatos, sustancias que se utilizan para inhibir el crecimiento de protozoos y que se utilizan como aditivos, pero sólo en determinadas circunstancias y para algunas especies. El riesgo se origina cuando en un mismo lugar se fabrican más piensos, lo que aumenta el riesgo de contaminación cruzada entre varios. A pesar de esta transferencia, y según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en sus siglas inglesas), la presencia de estos coccidiostáticos o histomonóstatos es muy poco probable que tenga efectos negativos para las personas que consumen productos procedentes de estos animales ya que el riesgo aparecería tras un consumo prolongado y excesivo.

PIENSO Y VITAMINA A

Img cerdos1Entre las sustancias permitidas para añadir a los piensos está la vitamina A, siempre como aditivo, un uso no exento de polémica que se ha plasmado en la publicación de varias investigaciones sobre los posibles efectos en la salud humana. Y es que se trata de una sustancia que puede pasar del animal al consumidor a través del alimento. Según los expertos europeos, en países como Francia, Grecia e Italia, del 3% al 6% de la población excedería del nivel máximo de ingesta tolerable de vitamina A preformada, que es la que procede de animales alimentados con ella.

Según un análisis que acaba de presentar el Panel Científico de Aditivos y Productos o Sustancias utilizadas en Alimentación Animal (FEEDAP), de la EFSA, es necesario adoptar medidas al respecto, como limitar la cantidad diaria a través de la regulación de los piensos complementarios, aumentar el control de esta vitamina preformada en alimentos e informar al consumidor para que no consuma en exceso esta vitamina.

De gran importancia para la salud, casi la mitad de la ingesta de vitamina A en los consumidores europeos procede de los caroteinoides de alimentos vegetales y la otra del retinol y sus ésteres de los alimentos de origen animal. El riesgo vendría a través de los altos niveles detectados en algunos de estos alimentos, especialmente de hígado y también productos lácteos, y de los patrones de consumo, lo que lleva a adoptar algunas medidas que eviten una alta concentración. Suele agregarse a la alimentación animal para cubrir las necesidades nutricionales. Los expertos recomiendan fijar nuevos niveles para piensos destinados a cerdos y aves de corral para evitar efectos adversos en la salud humana.

DIOXINAS EN PORCINO Y VACUNO

A finales de 2008 se originó en Irlanda una alerta alimentaria relacionada con la detección de dioxinas, del tipo policlorinato de bifenilo, en carne de porcino y vacuno. Los niveles detectados de esta sustancia fueron, tal y como informó la Agencia de Seguridad Alimentaria irlandesa (FSAI) “entre 80 y 200 veces superiores a los máximos legales”. El origen de la contaminación se produjo tras someter a un coproducto de panadería a un proceso de secado, durante el que se habrían generado las dioxinas que pasaron al ganado vacuno. El problema llegó, según las autoridades sanitarias del país, a un 10% del porcino y derivados producidos a partir del 1 de septiembre.

Tras retirar la carne porcina producida durante este periodo, las autoridades irlandesas confirmaron que la carne podría haber llegado a unos 20 o 25 países, que ya habrían adoptado las medidas de prevención necesarias para evitar riesgos en la salud humana, como la retirada de la carne vacuna procedente de Irlanda. Con todo, tanto Irlanda como la Comisión Europea han reconocido que, a pesar de que los datos han sido ligeramente superiores a los límites legalmente establecidos, no representan, los del vacuno, una amenaza para la salud.

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