Péptidos lácteos contra la hipertensión

Estudios en biomedicina evidencian que los péptidos lácteos disminuyen la presión arterial sistólica en individuos hipertensos
Por Jordi Montaner 11 de abril de 2006

Beber leche puede no ser tanto un problema como una solución para once millones de españoles aquejados de hipertensión arterial. La evidencia científica se pone ahora de parte de este alimento y cuantifica el beneficio de los péptidos lácteos al inhibir el sistema renina-angiotensina y proporcionar moderados aunque sostenidos descensos de la presión sanguínea.

Una de las emociones más francas de la investigación en biomedicina es descubrir cómo un alimento o un tratamiento declarado proscrito para una enfermedad determinada regresa por sus fueros a la plena actualidad y evidencia un beneficio antes insospechado. Cuando las estrategias de disminuir el colesterol total matizan ahora su eficacia por la conveniencia de elevar el colesterol HDL y garantizar de esta forma una mayor protección cardiovascular, los expertos reconocen, no sin cierto rubor, que la leche y los derivados lácteos (convenientemente procesados) pueden proporcionar un efecto antihipertensivo comparable, aunque en menor medida, al de los fármacos inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina.

La noticia llegó de la mano de un artículo publicado en The British Journal of Nutrition, en el que los autores determinaban que los péptidos lácteos ocasionan una disminución eficaz de la presión arterial sistólica en individuos hipertensos y tras dos meses de consumo regular. Los expertos, dirigidos por Seiichi Mizuno (Tokio, Japón) llevaron a cabo un estudio controlado con placebo en 131 voluntarios aquejados de hipertensión leve-moderada para investigar el efecto de caseína hidrolizada (la principal proteína de la leche) conteniendo dos péptidos: isoleucina-prolina-prolina (IPP) y valina-prolina-prolina (VPP). Hallaron que quienes consumieron una dosis de IPP y VPP equivalente a 1,8-3,6 mg experimentaron al cabo de seis semanas un descenso discreto pero significativo (3-5 mmHg) de la presión arterial sistólica.

Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) avalan que un descenso de semejante calibre es suficiente para disminuir en un 15% el riesgo de ictus y en un 10% el de isquemia coronaria. Se conoce que la HTA sobrepasa actualmente a la hipercolesterolemia o al tabaquismo como principales factores de riesgo cardiovascular y ostenta, por tanto, la cualidad de principal causa de muerte en todo el mundo. Las repercusiones de tan simple descubrimiento se antojan trascendentales. La posibilidad de disminuir el riesgo cardiovascular por medio del consumo de una simple porción, un vaso o un botellín de leche equipada con IPP y VPP abre expectativas impresionantes y son más de 20 los ensayos puestos en marcha para corroborar el estudio de Mizuno. Datos preliminares extrapolados de estudios europeos apuntan a un beneficio ligeramente superior: 7 mmHg en sistólica y 4 mmHg en diastólica, y la industria alimentaria planea sacar partido a esta nueva página escrita en la historia de los alimentos funcionales.

Mecanismo de acción

Los lácteos son, de forma natural o enriquecida, la principal fuente de lactobacilos y bifidobacterias, de efectos antihipertensivos
Los péptidos lácteos IPP y VPP actúan, al parecer, inhibiendo la enzima de conversión de la angiotensina. Dicha inhibición impide la formación de angiotensina II, causa una vasodilatación y la presión sanguínea disminuye. Aunque los autores del estudio se han apresurado a dejar claro que los péptidos lácteos no pueden sustituir a fármacos antihipertensivos de beneficio mucho más consistente y contrastado, a nadie escapa que las medidas higiénico-dietéticas cuentan a partir de ahora con un aliado eficaz.

Las bacterias probióticas encargadas de romper las moléculas de ácido láctico durante la fermentación y mediante la acción de proteasas causan la liberación de péptidos como IPP o VPP en el producto resultante de la fermentación, pero también pueden sintetizarse tales péptidos y añadirse a leches, zumos, batidos u otros productos de consumo que, de esta manera, pasan a convertirse en alimentos funcionales. Los lácteos, de forma natural o enriquecida, son en cualquier caso la principal fuente de lactobacilos y bifidobacterias de tan beneficioso efecto.

Nunca está de más recordar que los gérmenes probióticos colonizan la microflora intestinal y contribuyen a la fermentación de sustratos de la dieta no digeribles de otro modo y a la síntesis del moco epitelial, mediante la producción de ácidos grasos de cadena corta (acetato, propionato y butirato), favoreciendo la recuperación y la absorción de calcio, hierro y magnesio, la síntesis de la vitamina K y las vitaminas del grupo B y contrarrestando la glucemia posprandial. Tales efectos se saldan con una buena defensa del organismo frente a las enfermedades infecciosas, enfermedades crónicas intestinales (como la colitis ulcerosa), enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus no insulinodependiente, obesidad, osteoporosis y cáncer.

Entre las bacterias probióticas más empleadas en el consumo humano se encuentran las llamadas bacterias ácido lácticas (BAL), que incluyen las especies Lactobacillus acidophilus,L. plantarum, L. casei, L. casei spp rhamnosus, L. delbrueckii spp bulgaricus,L. fermentum,L. reuteri,Lactococcus lactis lactis,L. lactis cremoris, Bifidobacterium bifidum,B. infantis,B. adolecentis, B. longum, B. brevis, Enterococcus faecalis o E. faecium.

REVISIÓN ESPAÑOLA

Img yogur2Una revisión de ensayos clínicos presentada en Madrid, en el transcurso de la XI Reunión Nacional de la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA), concluyó el pasado 8 de marzo que el consumo de leche fermentada con péptidos lácteos reduce la presión arterial sistólica entre 2 y 7 mmHg, y la diastólica entre 1 y 4 mmHg. Según el director del Servicio de Farmacología de la Clínica Universitaria de Navarra (Pamplona), Jesús Honorato, «cuanto más alta es la presión arterial basal, mayor es la reducción que se produce gracias al consumo de este tipo de leche».

El especialista emplazó los alimentos ricos o enriquecidos con péptidos lácteos como tratamiento preventivo para pacientes prehipertensos (con valores fronterizos con la hipertensión) y como terapia complementaria de las medidas higiénico-dietéticas; asimismo, enfatizó que los péptidos lácteos activos no deben remplazar de ningún modo a los tratamientos antihipertensivos en vigor.

Por su parte el profesor Andreu Palou, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de las Islas Baleares, reconoció que la proliferación de productos funcionales puede llevar a engaño a muchos consumidores ya que «si bien es cierto que muchos alimentos funcionales han demostrado científicamente sus cualidades para prevenir y paliar algunas patologías, no todos reúnen el mismo nivel de evidencia». Según Palou, el Parlamento Europeo ultima en estos momentos una nueva reglamentación que regulará la publicidad y etiquetado de los alimentos funcionales en todo el territorio de la UE.

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