Plaguicidas bajo control

Un nuevo informe de la EFSA refleja un claro descenso de la exposición de los consumidores a restos de plaguicidas a través de la dieta
Por Natàlia Gimferrer Morató 10 de agosto de 2009

Las dosis máximas permitidas, los efectos en la salud humana y las revisiones de estos han sido algunas de las constantes en el ámbito de los pesticidas y su uso en agricultura. Prueba de este interés, y para dar una respuesta más amplia a las necesidades de control, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha elaborado un estudio sobre los restos de plaguicidas encontrados en diferentes alimentos procesados. Los resultados indican una clara tendencia a la baja, que demuestra un correcto control de estos elementos tóxicos.

No es la primera vez que la EFSA focaliza uno de sus estudios en el análisis de este tipo de sustancias y su posible presencia en alimentos. En 2007 ya publicó un primer informe sobre los residuos de plaguicidas en productos de alimentación. Con este análisis, pretendía medir la exposición de los consumidores a estas sustancias a través de la dieta. Dos años más tarde, completa la investigación con un nuevo informe en el que se refleja que el 96% de las muestras analizadas cumplen con los límites máximos legales de sustancias químicas permitidas.

Un mayor cumplimiento

El 96% de las muestras analizadas no superaron los niveles legales máximos de residuos

El estudio ha concluido que el 96% de las casi 74.000 muestras de 350 tipos diferentes de alimentos cumplen con los niveles legales máximos de residuos (LMR), un valor superior al obtenido en la anterior evaluación. El informe pone en entredicho la interpretación que en ocasiones se hace de estos niveles como límites de seguridad toxicológica. En realidad, se utilizan para garantizar que los residuos en los alimentos no supongan ningún riesgo inaceptable para la salud de los consumidores. Los resultados representan un resumen de las pruebas llevadas a cabo por la Unión Europea y los Estados miembros.

La investigación incluye un segundo grupo de resultados que se basan en la armonización de las pruebas realizadas por parte de responsables en seguridad alimentaria de la UE. De una manera menos específica, se estima que sólo el 2,3% de las muestras superaban los LMR. Este segundo hallazgo es una indicación de la exposición de los consumidores a los residuos de plaguicidas en su conjunto, según un portavoz de EFSA.

Alimentos más susceptibles

Algunos alimentos son más sensibles a la problemática de los pesticidas. Son los que van dirigidos a bebés, cuya legislación europea ampara la presencia de tóxicos de una manera más restrictiva. Como norma general, se establece un límite máximo de 0,01 mg/kg de residuos de plaguicidas en cualquier muestra. En el estudio llevado a cabo en 2007, el 0,6% de los alimentos para bebés analizados en la UE superaban estos límites. Este año, en cambio, el porcentaje se ha reducido de forma drástica.

También se han detallado los resultados obtenidos tras el análisis de los alimentos orgánicos. A pesar de que en la UE no existe un LMR específico para ellos, se aplica el límite considerado «común» para cada alimento en concreto. El estudio ha determinado que sólo un 1,24%, entre ellos los cereales, las frutas y las hortalizas, han superado los niveles de LMR, en comparación con el 4% de los productos cultivados de manera habitual.

Resultados prudentes

En cuanto a la exposición crónica a largo plazo y la exposición aguda a corto plazo de los consumidores, la EFSA ha hecho hincapié en que se ha llevado a cabo un «enfoque prudente». Para ello, utiliza una hipótesis que sobreestima la exposición real y estudia con detalle el efecto de un plaguicida, el diazinón, usado para controlar insectos en el suelo, en plantas ornamentales y en cosechas de frutas y hortalizas. Los expertos concluyen que, desde los datos obtenidos en diciembre de 2007, los LMR de este plaguicida se han reducido.

El director general de la European Crop Protection Association (ECPA), Friedhelm Schmider, afirma que «los resultados del informe demuestran el bajo nivel de residuos en los alimentos que se consumen». El experto añade que estos son el fruto de un elaborado estudio y seguimiento durante casi dos años. Ésta es otra clara confirmación del compromiso de la agricultura europea con la seguridad alimentaria.

Una vez más, el informe constata que los riesgos que plantearían los residuos son ahora superados por los beneficios que conlleva una dieta equilibrada y sana, con abundante fruta y hortalizas, «sin miedo a los restos de tóxicos que pueden hallarse en ellos».

CONTAMINANTES QUÍMICOS

Un contaminante químico es cualquier sustancia añadida de manera involuntaria a un alimento. Se incorpora en alguna de las etapas de procesado (producción, fabricación, transformación, preparación, tratamiento, envasado, empaquetado, transporte o almacenaje) o como consecuencia de la contaminación medioambiental. Hay que diferenciar entre el contaminante químico y los residuos. Estos últimos son fruto de la incorporación de sustancias durante tratamientos de procesado. El perfeccionamiento de las técnicas de control y las analíticas identifican compuestos que podrían tener repercusión en la seguridad alimentaria, de manera que, en los procesos habituales de preparación de los alimentos, pueden detectarse nuevos riesgos emergentes.

El hecho de identificarlos se convertiría, a largo plazo, en una herramienta para garantizar un alto grado de protección de la salud. Algunos contaminantes originados en la transformación de los alimentos y que han sido objeto de evaluación son:

  • La 2-isopropil tioxantona (ITX), un componente de la tinta que se utiliza en la impresión del material de envasado.
  • La acrilamida, una sustancia que puede formarse en los alimentos ricos en carbohidratos, como las patatas, y en procesos culinarios, como el frito intenso o el horneado, durante periodos de tiempo largos en los que se alcanzan temperaturas de 120ºC o superiores.
  • Las aminas biógenas, como la tiramina, histamina y otras diaminas. Se producen en alimentos como el pescado azul y productos fermentados como quesos, vino o cerveza mediante la acción de enzimas. La formación de ciertas aminas biógenas está causada por un defecto en el proceso de fermentación o por deficiencias de higiene en la fabricación y conservación.
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