Probióticos contra patógenos

Un estudio da cuenta de la capacidad de ciertas bacterias probióticas para inhibir patógenos y abre nuevas puertas para desarrollar alimentos que aprovechen sus propiedades beneficiosas
Por Marta Chavarrías 14 de junio de 2007

Desde hace tiempo se estudia la capacidad de las bacterias ácido-lácticas probióticas, conocidas también como las «bacterias buenas», para prevenir problemas como desórdenes gastrointestinales, y se ha demostrado cómo determinadas cepas de este tipo de bacterias tienen efectos beneficiosos en la salud y se utilizan ya en algunos productos alimenticios. Ahora, un estudio publicado en Food Research International da cuenta de los beneficios que supone la combinación de un grupo de este tipo de bacterias para inhibir bacterias patógenas, como Escherichia coli y Salmonella, dos bacterias que pueden causar diarreas infecciosas.

«Diversos mecanismos están implicados en el proceso de inhibición de patógenos», asegura Carmen Collado, de la Universidad de Turku, en Finlandia. Los expertos, en colaboración con otros centros de investigación finlandeses, han evaluado la capacidad de cuatro tipos de probióticos: Lactobacillus rhamnosus GG, Lactobacillus rhamnosus LC705, B. Breve 99 y Propionibacterium freudenreiichiissp. shermanii, por separado y en combinación entre ellos, para calcular la capacidad que tenían de inhibir patógenos como Bacteroides vulgatus, Escherichia coli, Listeria monocytogenes, Salmonella o Staphylococcus aureus. Según los expertos, todas las combinaciones probadas han demostrado capacidad de inhibir los patógenos en una 40% de los casos, por lo que les atribuyen como «candidatos excelentes» para su uso en productos lácteos fermentados.

Los responsables del estudio admiten sin embargo que es necesario realizar más estudios que permitan «confirmar con rigurosidad los efectos potenciales antes de introducir las combinaciones en estudios clínicos». Sin embargo, el estudio no deja de demostrar lo que confirma la tendencia actual del aumento de productos probióticos disponibles, que cuentan además con más pruebas científicas. En ello andan numerosas investigaciones, como la descrita, que cuentan ya con pautas destinadas a garantizar que los alimentos probióticos, uno de los subgrupos más destacados de los alimentos funcionales, contienen cepas bacterias seguras. Y es que una de las finalidades de este tipo de alimentos es su papel de «guardián intestinal», por su capacidad de modular la actividad intestinal. Hasta ahora, las investigaciones habían demostrado que la ingesta de ciertas cepas microbianas, especialmente las pertenecientes a los géneros Lactobacillus y Bifidobacterium podían ser especialmente importantes para la salud, aunque estas afirmaciones se han hecho con cautela ya que los resultados no pueden generalizarse a todos los probióticos.

Naturaleza intestinal

Los yogures y otras leches fermentadas son las principales vías de aporte de probióticos

Uno de los estudios que ha intentado poner orden al caos del tubo digestivo lo iniciaron hace unos años expertos del Instituto de Nutrición alemán (DIFE), a través de la biología molecular para determinar con precisión la composición del «ecosistema intestinal». Entre las bacterias que más han movilizado a los expertos está Helicobacter pylori, responsable de úlceras y de gastritis, y diversas salmonellas, en el puno de mira de numerosas intoxicaciones alimentarias.

Uno de los retos que se plantean es que las bacterias probióticas lleguen vivas en el intestino, lo que significa que deben sobrevivir a las condiciones de procesamiento y almacenamiento. Para Dietrich Knorr, de la Universidad Tecnológica de Berlín, un probiótico «no sirve de nada si no está vivo», lo que demuestra la importancia de aplicar estrategias que lo permitan, como buscar moléculas protectoras para asociarlas a los microbios. Los principales probióticos son las bacterias que integran los géneros Lactobacillus y Bifidobacterium, que se encuentran en el tracto gastrointestinal y que se han utilizado, desde hace años, en varios procesos de fermentación alimentaria.

Proeuhealth

Desde que hace unos años se demostrara que determinadas cepas de bacterias ácido-lácticas podían tener efectos positivos en la salud, y que varias de ellas se han usado en productos alimenticios, han sido varios los proyectos de investigación iniciados en la UE. Uno de ellos, denominado Proeuhealth, ha demostrado ya la protección que ejerce frente a contaminaciones de bacterias patógenas. El macroestudio, integrado por expertos de 16 países europeos, engloba otros análisis, como Propath
BACTERIAS EN ORDEN

Img lactobacillus

Una de las principales metas fijadas en el ámbito de los probióticos es llegar a desarrollar estándares de y requisitos para su uso en alimentación. En este sentido, la FAO y la OMS establecieron unas recomendaciones sobre los criterios de evaluación, incluyendo su identificación, pruebas in Vitro e in vivo para constatar sus propiedades y efectividad. Pero para ello, antes es necesario que las investigaciones se encaminen en traducir los mecanismos de acción de cada cepa, y seleccionarlos en función de las necesidades de los grupos de población específicos. En la misma línea se pronuncia la International Probiotics Association (IPA), que trabaja para dotar de transparencia y autorregulación el mercado de las «bacterias buenas».

El objetivo a largo plazo es «estandardizar la metodología» para el uso de probióticos, asegura Ioannis Misopoulos, de la IPA. Esta tarea es necesaria puesto que, según admiten los expertos, no todos los productos etiquetados como probióticos se comportan de manera similar, lo que obliga a contar con información científica rigurosa. Además, la organización internacional fija establecer pautas legislativas internacionales para este sector, cuyo mercado se ha generalizado en la UE, mientras que en EEUU esta introducción es mucho más lenta. Según un estudio europeo de 2001, el mercado de probióticos en la UE se situaría en más de mil millones de euros, cifra que va en aumento. Uno de los países donde con más presencia de probióticos en productos lácteos es Japón, donde más de la mitad de productos lácteos los contienen.

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