El braille permite a las personas con ceguera o deficiencia visual leer textos a los que, de otra manera, no tendrían acceso. Se trata de un sistema de lectura táctil, mediante puntos, que ofrece una alternativa a la lectura convencional impresa. Además, las personas invidentes o con problemas de visión cuentan con otros dispositivos que facilitan la legibilidad de los textos, como las telelupas. Estos son algunos de los servicios que, cada vez con más frecuencia, facilitan las bibliotecas para conseguir que la lectura sea un placer al alcance de cualquiera.
Imagen: Julia Freeman-Woolpert
Con el fin de que las personas invidentes o con discapacidad visual accedan al mayor número de obras posible, cada vez más bibliotecas cuentan entre sus fondos con textos transcritos al braille. La última en incorporar este tipo de publicaciones ha sido la Biblioteca de la Universidad de Alcalá de Henares, que ha puesto en marcha un proyecto de mejora para adaptar y hacer accesibles todos sus servicios y recursos. Estos servicios se unen a los que presta desde hace años la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE), entidad pionera en este ámbito, que dispone de una biblioteca central y una red de bibliotecas territoriales con fondos más reducidos, «pero con el mismo objetivo de fomentar la lectura en braille».
Estos centros están pensados para estudiantes universitarios, profesionales y personas en general que buscan disfrutar de la lectura
Las bibliotecas con textos adaptados en braille están pensadas para estudiantes universitarios -de ahí que muchas universidades cuenten con estos fondos-, profesionales y personas en general que buscan disfrutar de la lectura. En el caso de la ONCE, las peticiones se pueden realizar en forma de préstamo a domicilio, por teléfono, carta o correo electrónico. De ello se encarga el Servicio Bibliográfico de la organización (902 11 22 92), que cuenta con sedes en Madrid y Barcelona. Su función es transcribir al braille libros de texto, literatura, técnicos o profesionales, entre otros, así como revistas de interés general. En total, la entidad dispone de 13.004 obras en braille (40.486 volúmenes) y 22.119 en formato sonoro (14.241 fondos analógicos y 7.878 digitales).
Este servicio se completa con:
Convenios con diferentes editoriales, que al comienzo del curso académico distribuyen libros de textos en braille para que alumnos y alumnas ciegos o con deficiencia visual tengan a su alcance los mismos libros de texto que el resto de estudiantes.
Servicios de Producción de Recursos Didácticos, situados en los cinco Centros de Recursos Educativos de Madrid, Barcelona, Sevilla, Alicante y Pontevedra, y donde los profesionales de la educación pueden solicitar la transcripción de libros de texto, exámenes o apuntes necesarios para la escolarización de los alumnos.
Núcleos Periféricos de Producción Bibliográfica, ubicados en las delegaciones territoriales y direcciones administrativas de la entidad. En ellos, las personas afiliadas pueden solicitar la trascripción al braille de documentos de uso particular o profesional, como apuntes de cursos de formación o formularios.
También se transcriben en sistema braille, sonoro o en disquete, publicaciones periódicas institucionales, técnicas, colecciones y textos de ocio y cultura.
Origen del braille
El sistema braille fue inventado en el siglo XIX por Louis Braille, ciego desde que tenía 3 años debido a un accidente. Es un medio de escritura y lectura táctil ideado para personas invidentes o con discapacidad visual. Consiste en una serie de puntos en relieve que se leen a través de las yemas de los dedos. Estos puntos se distribuyen en 2 columnas y 3 filas, de manera similar a la organización de los puntos en las fichas de dominó. En total, cada símbolo braille está formado por 6 puntos: los que están en relieve representan una letra o signo de la escritura en caracteres visuales.
Cada símbolo braille está formado por 6 puntos que se distribuyen en 2 columnas y 3 filas, con un total de 64 combinaciones
Con el fin de identificar cada uno de los puntos, se numeran según su posición, de arriba abajo y de izquierda a derecha. Así, el punto superior izquierdo es el 1, el punto central izquierdo es el 2 y el punto inferior izquierdo es el 3, mientras que los puntos superior, central e inferior de la derecha son el 4, 5 y 6, respectivamente. La combinación de estos 6 puntos da como resultado los distintos caracteres en braille. Un total de 64 combinaciones, incluido el espacio en blanco (sin punto).
Para su correcta lectura, los caracteres que forman los signos braille deben tener unas peculiaridades determinadas:
- Vocales acentuadas. Se utiliza un símbolo diferente para cada vocal acentuada, al no ser posible colocar una tilde encima de los puntos correspondientes.
- Números. Los números se forman utilizando las primeras letras del alfabeto, de la ‘a’ a la ‘j’, precedidas de un signo numerador. Cada letra se corresponde con un número del 1 al 10.
- Símbolos específicos. Cada lengua oficial cuenta con unos signos especiales que no están recogidos en el alfabeto braille común. En concreto, el castellano distingue la letra ‘ñ’, la ‘ü’ y las vocales acentuadas á, é, í, ó, ú; el catalán y el valenciano tienen signos específicos para la ‘c’ con cedilla (ç), la ‘l’ geminada (l?l) y las vocales con acento agudo é, í, ó, ú, con acento grave à, è, ò y con diéresis ï, ü; el gallego tiene signos para la ‘ñ’ y las vocales con acento agudo á, é, í, ó, ú; y el euskera sólo para la letra ‘ñ’.
Las telelupas, los ordenadores e impresoras en braille y el software especifico consiguen textos legibles para las personas con ceguera o deficiencia visual
Actualmente, existen unas pautas para facilitar la lectura a personas con discapacidad visual o intelectual. Se trata de una serie de normas que establecen el tamaño adecuado de las letras o el espacio recomendado entre párrafos para que los textos sean legibles. Pero además existen dispositivos que ayudan a leer a las personas con ceguera o deficiencia visual y que se suelen encontrar en las propias bibliotecas que cuentan con servicios adaptados.
Entre estos mecanismo, destaca la telelupa, una ayuda óptica para personas con resto visual suficiente. Su función es ampliar el tamaño de las letras que se sitúa debajo de ella. Otros instrumentos muy utilizados son los ordenadores e impresoras en braille. En este caso, el teclado de la computadora suele ser el mismo que se utiliza en cualquier equipo, aunque también existen teclados braille de puntos diseñados, especialmente, para las personas sordo-ciegas. En cuanto a la impresora, se conecta a un ordenador con conversor braille y permite la impresión en papel de textos con puntos.
Respecto al software, los programas Jaws y el Zoom Text son los más empleados para interpretar los mensajes de la pantalla en voz y ampliar el texto del monitor, respectivamente. Es lo que se conoce como tiflotecnología o adaptación de las tecnologías de la información y de la comunicación a las necesidades de las personas con ceguera o deficiencia visual.