Envejecimiento activo en el medio rural, cómo impulsarlo

Las actividades de envejecimiento activo en el medio rural deben prolongar la autonomía de los mayores y propiciar el acercamiento intergeneracional
Por Azucena García 18 de mayo de 2012
Img ancianos comida

El envejecimiento activo en el medio rural debe atenderse “desde un enfoque realista del proceso de envejecimiento”. Hay que apostar por prolongar la autonomía de los mayores, la prevención primaria, el acercamiento intergeneracional y un papel más activo, comprometido y solidario de quienes viven en estas áreas. El envejecimiento activo en los pueblos requiere la misma atención que en las ciudades, máxime cuando la población es cada vez más mayor en edad y menor en cantidad. Ampliar la oferta de actividades e implantar un modelo social complementario al modelo residencial son algunas propuestas.

Prolongar la autonomía de las personas mayores

El modelo residencial de atención a las personas mayores en el medio rural no ha de ser el único que las asista. «Puede, y debe, complementarse con un modelo de intervención comunitaria que alargue lo más posible las situaciones de autonomía y de independencia de nuestros mayores». Así se recoge en un estudio abanderado por Cáritas y dirigido por la Cátedra de Psicogerontología Social de la Universidad de Granada. La investigación se llevó a cabo durante el año pasado en la Comarca de A Limia (Orense), donde se analizó la mejora del bienestar de las personas mayores. Este trabajo concluye que la autonomía e independencia de las personas mayores son situaciones saludables, «con impactos individuales y sociales positivos».

Fomentar la autonomía e independencia de las personas mayores implica impactos individuales y sociales positivos

Por otro lado, al igual que ocurre en las ciudades, donde los mayores cuentan con una amplia oferta de actividades para mantenerse activos, los habitantes de los pueblos deberían tener la misma oportunidad. En su caso, al preguntarles por las tareas que realizan, la mayoría se refiere a trabajos domésticos o agrícolas y, en cuanto al ocio, destacan ver la televisión o escuchar la radio, es decir, actividades pasivas. Eso sí, más de la mitad de las personas que participaron en el estudio indicaron estar satisfechas con las acciones de este tipo que realizan.

Sin embargo, el trabajo propuso cambios y nuevas actividades. Entre estas, se optó por la gimnasia, las manualidades y los ejercicios de memoria (sensorial, explícita e implícita), además de actividades de ocio como excursiones y romerías. Todas estas prolongan la autonomía de las personas mayores, mantienen y potencian las habilidades y destrezas manuales, la participación social y el bienestar. Es una cadena, ya que al aumentar las posibilidades de ocio y las relaciones sociales, mejora la calidad de vida, e incluso, la salud, lo que facilita la permanencia en su lugar de residencia durante más tiempo y en mejores condiciones.

Es común que, al principio, las personas mayores sientan vergüenza al realizar determinadas actividades, pero la experiencia demuestra que esta sensación se pierde con la práctica y los beneficios son indudables. Se influye de manera positiva en la autoestima y en la capacidad de superación, al tiempo que los participantes pasan un rato agradable.

Envejecimiento activo y prevención primaria

La prevención primaria permite reducir factores que, según el estudio, «favorecen otra serie de problemas que colocan a las personas en situación de riesgo». En este caso, uno de los principales factores de riesgo es la soledad, frecuente entre las personas mayores y enemiga del envejecimiento activo.

Es posible que muchas de las enfermedades que aquejan a los mayores tengan su origen en una sensación de soledad. El estudio recuerda que «tiene un efecto debilitador del sistema inmunológico, lo cual aumenta el riesgo de padecer ciertas enfermedades». Se asocia a dolor de cabeza, algunos problemas de corazón y digestivos o dificultades para dormir, además de «aumentar el uso de los servicios médicos en función del grado de intensidad de la soledad». Por este motivo, la atención primaria es estratégica para detectar estos problemas, ya que es uno de los primeros escalones que pisan las personas mayores.

Acercamiento intergeneracional entre mayores y jóvenes

Este año 2012 es el Año Europeo del Envejecimiento Activo y de la Solidaridad Intergeneracional. Sin embargo, a menudo, este segundo apellido se pierde. La relación entre jóvenes y mayores es un aspecto fundamental para que estos últimos se sientan integrados y porque la sociedad actual, recuerda el Imserso, «es más multigeneracional que nunca».

La realidad de los pueblos se dibuja a través de una mayoría de ciudadanos que superan los 65 años y una minoría de jóvenes, tras el éxodo de muchos a las ciudades. Esto supone un descenso de la tasa de natalidad en las zonas rurales, tal como se recoge en el estudio, así como la pérdida de contacto con los mayores. Por ello se deben propiciar espacios de encuentro.

Si bien la mayoría de las personas mayores residen acompañadas, en general, con su cónyuge, la relación con personas jóvenes se reduce a los propios familiares, hijos o nietos, a quienes ven una vez al mes o varias veces al año. Las visitas son menos frecuentes en el caso de los nietos. Los vecinos y los amigos, a menudo de edades similares, constituyen el grupo con quien se mantiene una mayor relación.

Papel más activo y solidario de los habitantes del medio rural

El hecho de que las zonas rurales cuenten en su mayoría con personas mayores es un aliciente para impulsar los servicios de atención en los propios pueblos. En el informe publicado por Cáritas, se destaca la necesidad de asistir la dependencia y la morbilidad mediante el tradicional modelo residencial, pero se hace hincapié en implantar un modelo de intervención social complementario. Este se basaría en servicios sociales de apoyo y desarrollo personal, «que fomenten la participación activa de la población, eviten el aislamiento y la soledad, promuevan las redes de apoyo informal y favorezcan la fijación de la población en el medio rural, a través del empleo».

Se anima a cambiar la visión y pensar que la atención a las personas mayores no supone un gasto, sino un ingreso, debido a la creación de empleo en las zonas rurales. Pero sobre todo, el principal beneficio es para las propias personas mayores, que tienen la oportunidad de permanecer en sus casas y potenciar la interrelación con personas de diferentes generaciones.

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