Escuelas de voluntariado

La prestación de un servicio de calidad exige a los voluntarios una formación adecuada en competencias sociales y humanas
Por Azucena García 6 de noviembre de 2006
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El trabajo de los voluntarios es el pilar de numerosas ONG. Sin embargo, si bien hasta hace unos años éste se basaba en la voluntad de quienes de manera altruista dedican su tiempo y esfuerzo a ayudar a grupos desfavorecidos, excluidos o enfermos, la Ley del Voluntariado estipula que ahora deben recibir la formación específica para desempeñar esta tarea. Así se han desarrollado las denominadas escuelas de voluntariado, donde se enseña a los futuros voluntarios a desenvolverse en la labor con la que se han comprometido. El riesgo, advierten algunas organizaciones, radica en exigir tanta especialización que se creen “voluntarios a la carta”.

Profesionalización del voluntario

La formación del personal voluntario es imprescindible. Aunque el hecho de realizar un trabajo no remunerado pueda hacer pensar lo contrario, las organizaciones se comprometen a dar un servicio de calidad y esto exige conocimientos. La Plataforma del Voluntariado de España define al voluntario como la persona que, “sensibilizada por la situación social de colectivos desfavorecidos, excluidos o marginados, decide de manera altruista y solidaria participar, junto con otras, en diferentes proyectos”. Sin embargo, en los últimos años esta definición parece haberse quedado incompleta ante una realidad en la que las organizaciones demandan cada vez más a voluntarios con formación.

Lo habitual es que las propias ONG impartan formación específica relacionada con el sector que atienden. Constituyen sus propias escuelas de voluntariado, con cursos cuya duración y contenido depende de la complejidad de las tareas que se realizarán. La atención a las personas mayores, a la infancia y a las personas enfermas o con discapacidad acapara la mayor parte de la enseñanza, que se completa con otras opciones generales sobre el campo en el que se quiere prestar ayuda. El presidente de Homo Prosocius y experto en voluntariado, César García-Rincón, explica que el objetivo no es “suplantar a los profesionales, sino adquirir determinadas competencias para prestar un servicio gratuito, pero de calidad”. “La demanda social espera que el voluntario no esté formado sólo con buena voluntad y altruismo, sino que también tenga formación en competencias sociales y humanas, porque va a atender a personas frágiles y con necesidades”, agrega.

Lo habitual es que las propias ONG impartan formación específica relacionada con el sector que atienden

La Ley 6/1996 de 15 de enero, del Voluntariado, obliga a las organizaciones que cuentan con voluntarios a proporcionarles la información, orientación y formación necesarias para la labor que desempeñarán. Otra opción son las escuelas de voluntariado independientes de las organizaciones, como la Escuela de voluntariado de la Comunidad de Madrid. Su finalidad es “promover un voluntariado dinamizador y responsable” en el municipio, por lo que se plantea como un espacio abierto a las ONG, que solicitan las instalaciones para desarrollar actividades relacionadas con la solidaridad y el voluntariado, y como punto de encuentro y debate de las personas interesadas en los temas sociales.

Para la presidenta de la Plataforma del Voluntariado de España, Carmen Laviña, esta situación implica que la persona voluntaria es cada vez más profesional y está más preparada porque, según precisa, “hay que ofrecer un servicio de calidad”. “No podemos dar por válido sólo la buena voluntad, porque no todo el mundo vale para ser voluntario o para serlo en las mismas cosas”, subraya.

Cuando alguien se acerca al mundo del voluntariado debe tener motivación por aprender a ayudar a los demás, trabajar en equipo y dedicar el tiempo suficiente para atender la labor que le ha sido encomendada. Es una actividad que debe estar coordinada y organizada, cuya finalidad principal, insiste García-Rincón, es mejorar la calidad de la ayuda. “Eso se consigue a través de la formación y la fidelización de los voluntarios, por lo que es muy importante que tengan motivación para que no abandonen. Hay que conseguir que los voluntarios sean fieles a la organización”, añade.

Voluntarios «a la carta»

Voluntarios

La profesionalización de los voluntarios ha llevado a que, según Carmen Laviña, algunas organizaciones pidan voluntarios a la carta, personas con un perfil específico y unos determinados estudios. Se solicitan profesionales especializados en psicología, sociología, derecho o económicas, entre otros. Sin embargo, esta práctica puede llevar a la confusión. “El voluntario está para apoyar, no para ocupar puestos de trabajo”, indica Laviña, para quien tampoco se puede colaborar sin motivación o con la intención de encontrar un empleo. “Algunas personas piensan que entrar como voluntario en una organización es una manera de ‘meter la cabeza’ para luego conseguir un contrato, pero nada más lejos de la realidad”, resalta.

A pesar de todo, en los últimos tiempos han surgido nuevas formas de voluntariado basadas en la profesionalidad. Las nuevas tecnologías ha impulsado la más destacada en este ámbito: el voluntariado on line. Esta modalidad se dirige, sobre todo, a personas que carecen de tiempo para acudir a la sede de la organización y prefieren trabajar como voluntarias desde casa, con un ordenador. “También ocurre que en las propias sedes no siempre hay ordenadores y mesas para todos los voluntarios o que personas con problemas de movilidad o amas de casa no se pueden desplazar o no disponen de un tiempo libre fijo todas las semanas”, explica Carmen Laviña.

Determinadas tareas requieren conocimientos muy específicos y se busca a profesionales que los dominen

La finalidad de esta iniciativa es aprovechar los ratos libres que quedan al final de la jornada o el fin de semana para realizar traducciones de textos, labores de búsqueda de información, diseño de folletos o páginas web, asesoramiento, elaboración de bases de datos, redacción de artículos para sus publicaciones o petición de subvenciones para la organización. Determinadas tareas requieren conocimientos muy específicos, mientras que en otras el nivel de conocimiento exigido es menor, pero siempre es necesaria cierta formación en el manejo de ordenadores, Internet y el correo electrónico.

Aunque más flexible que el voluntariado presencial, esta modalidad se corresponde también con una dedicación constante, que se mide por objetivos más que por horas de trabajo. Estas tareas están coordinadas por un técnico de gestión, con formación previa en este tipo de voluntariado, que responde a las dudas de los colaboradores on-line y, cada cierto tiempo, organiza encuentros (si es posible) para que los voluntarios se conozcan y no se sientan solos en esta labor. Cada vez son más las ONG que se han sumado a esta iniciativa, si bien no todas cuentan con esta posibilidad, ya que se requieren unos medios de los que carecen.

El voluntariado corporativo también aprovecha la experiencia del personal de las empresas, el tiempo y el talento de la plantilla para desarrollar proyectos a favor de una acción de interés social. Puede ocurrir que las organizaciones soliciten ayuda profesional a las empresas o que éstas la ofrezcan. Es posible ayudar a restablecer el sistema de alumbrado después de una catástrofe, prestar asesoramiento jurídico a personas inmigrantes o donar material médico. Para César García-Rincón, con este voluntariado “se abre una nueva línea muy interesante, puesto que la empresa se convierte en un elemento de apoyo a los colectivos sociales más necesitados”.

Campos de acción

La Ley del Voluntariado establece que quienes colaboran con una ONG desempeñen actividades de interés general: asistenciales, cívicas, educativas, culturales, científicas, deportivas, sanitarias, servicios sociales, cooperación al desarrollo, cuidado del medio ambiente, investigación, desarrollo de la vida asociativa o promoción del voluntariado. Éste complementa a la realidad social y responde a las preocupaciones del momento -desastres naturales, medio ambiente, etc.-, pero se puede ser voluntario de numerosas maneras: en el colegio de los hijos, asociaciones de padres, lucha contra la pobreza, microproyectos, por horas… Carmen Laviña reconoce que la calidad del voluntariado en España “es buena o muy buena porque los voluntarios son muy altruistas y generosos, en cuanto a número de horas y dedicación”.

Se puede ser voluntario en el colegio de los hijos, a través de microproyectos o por horas

Respecto a los ámbitos en los que se desempeñan labores de voluntariado, en su mayoría tras recibir la formación oportuna, destacan los siguientes:

  • Ayuda a domicilio. Destinada a asegurar los servicios básicos en el ámbito familiar.
  • Discapacidad. Programas de prevención, tratamiento y rehabilitación.
  • Drogodependencias. Participación en programas de reinserción, asistencia y apoyo a familias.
  • Infancia. Ayuda en la mejora del entorno del niño con actividades extraescolares, clases de apoyo escolar o prevención de la marginación.
  • Inmigrantes y refugiados. Facilitar su asentamiento e integración en el país, asesorarles en temas legales, ayudarles a acceder a los servicios sociales…
  • Mayores. Potenciar la convivencia y su inclusión en el medio social.
  • Mujer. Prevenir y eliminar todo tipo de discriminación.
  • Salud. Facilitar la integración del paciente en el medio hospitalario.

Voluntariado internacional

Uno de los ámbitos que exige, si cabe, una formación más específica son los programas de voluntariado internacional. Suponen una experiencia en otro país, cuyas costumbres y necesidades hay que conocer. La Organización de Cooperación y Solidaridad Internacional (OCSI) organiza en Madrid un curso de cooperación, voluntariado internacional y participación social, donde analiza las relaciones Norte-Sur y las diferentes realidades internacionales. Se impartirá del 28 septiembre al 30 de noviembre, en una estructura que combina charlas, con ponencias, paneles, trabajo de grupo y presentación de experiencias.

Entreculturas también fomenta la formación para mejorar el conocimiento del Sur, además de adquirir un compromiso y actitud crítica. Los planes de formación se dirigen tanto a los voluntarios – en sede o internacionales- como a los trabajadores. Los primeros se forman en el proceso de acogida, las realidades de exclusión entre el Norte y el Sur, y el modo de trabajar de la organización. La formación para voluntariado internacional (VOLPA) prepara a quienes realizan el curso “para compartir la vida con la gente del Sur en una experiencia de larga duración, durante uno o dos años”.

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