Entrevista

María Cárdenas Sarralde, responsable del Área Social de la asociación Mujeres Opañel

El lugar femenino en el ámbito público está ayudando a la creación de una sociedad más justa e igualitaria
Por Esther Camuñas 6 de noviembre de 2015
Img mariacardenashd
Imagen: Mujeres Opañel

La asociación Mujeres Opañel (AMO) nace a principios de los noventa en respuesta a los desequilibrios sociales y de género, con el objetivo de trabajar en favor de los derechos humanos y la igualdad de oportunidades. Como afirma María Cárdenas Sarralde, responsable del Área Social de esta organización, “el cambio más significativo desde que comenzamos a trabajar ha sido la incorporación generalizada de la mujer al ámbito laboral”. En el caso de la mujer de etnia gitana, con quienes trabajan en Madrid y Ciudad Real desde hace 17 años, aún “las decisiones últimas están supeditadas al varón y encuentran fuertes resistencias en el entorno cuando intentan poner en marcha estrategias de conciliación”. Por tanto, como se asegura en esta entrevista, el trabajo de empoderamiento requiere una gran labor para esta entidad que se centra en prestar recursos y servicios de bienestar social, desde las perspectivas de género y diversidad.

¿Cuál es la problemática que lleva a diferentes personas a acudir a Mujeres Opañel?

Las personas que acuden a la asociación suelen tener en común encontrarse en un entorno de vulnerabilidad que puede derivar en riesgo de exclusión social y que está determinado por el desempleo o la escasez de ingresos. El empleo marca la diferencia entre la integración y la exclusión. Además, comprobamos que no solo concurre un factor de riesgo, sino que suelen ser acumulativos: desempleo, escasa formación, falta de experiencia profesional cualificada, insuficiencia de recursos económicos, aislamiento, relaciones familiares conflictivas, precariedad residencial, violencia de género, salud física y emocional muy mermadas, etc.

¿A cuántas personas atienden?

“Cerca de 1.200 personas pasan cada año por nuestras sedes”

Nuestra implantación territorial, la estrecha colaboración con los centros de servicios sociales municipales y el trabajo en red con otras entidades desde diferentes mesas y plataformas nos ha convertido en un referente. Por eso, aproximadamente 1.200 personas pasan cada año por nuestras sedes, con el fin de obtener respuesta a sus demandas, generalmente ligadas al empleo y la formación.

Tienen un proyecto específico de atención a mujeres de etnia gitana. ¿Cómo es el acompañamiento?

Contamos con el proyecto BARDORÍ (que significa verde en romaní), dirigido a la promoción de la mujer gitana, que se desarrolla en Madrid y en Ciudad Real. Este proyecto comenzó en 1998. Durante estos 17 años la realidad de la población gitana ha cambiado de manera notable. Al inicio, un alto porcentaje de las mujeres gitanas que acudían a Mujeres Opañel vivía en asentamientos chabolistas. Hoy en día, esto ha desaparecido. Nuestra labor consiste en despertar inquietudes que potencien la autonomía y la toma de decisiones, trabajando desde tres estadios: la promoción personal, desarrollando capacidades y potencialidades; la promoción familiar, liderando el avance de la familia; y la promoción de ciudadanía, incrementando el nivel de autonomía y participación en condiciones de igualdad con el resto de población.

¿Cómo es la labor de empoderamiento de la mujer gitana que hacen desde Mujeres Opañel?

La labor de empoderamiento consiste en que la mujer se haga valer, tome conciencia de su capacidad para decidir y asuma las consecuencias de dichas decisiones. Implica un proceso largo que requiere tener presente en todo momento las construcciones culturales y sociales propias para las mujeres y los hombres, lo que identifica lo femenino y lo masculino, es decir, lo que se denomina perspectiva de género. La implantación de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) está favoreciendo la participación ciudadana de las mujeres gitanas; hoy en día, las redes sociales constituyen excelentes plataformas de intercambio de información y escaparates de campañas para la defensa de derechos. En el caso de la mujer gitana, nos valemos del papel que se le atribuye en su familia y el rol en su comunidad. Su empoderamiento comienza cuando toma el liderazgo dentro de la propia familia.

¿Y consiguen ese liderazgo dentro del entorno familiar?

“En la actualidad, el hombre gitano posee un estatus superior a la mujer”

A pesar de que la mujer asume la responsabilidad de la educación y crianza de sus hijas e hijos, las decisiones últimas están supeditadas al varón y encuentran fuertes resistencias en el entorno cuando intentan poner en marcha estrategias de conciliación. Estas desigualdades de género inciden negativamente en su salud afectiva y emocional, por lo que a menudo manifiestan sentirse cansadas, nerviosas o tristes y no logran identificar los motivos. Estos estados de ánimo son consecuencia del peso que supone la atención a la familia y que, en muchas ocasiones, enmascaran procesos de violencia de género de los que la mujer no es consciente, pues se asocian con costumbres identificadas como tradiciones. En la actualidad, el hombre gitano posee un estatus superior a la mujer, una desigualdad que genera situaciones de violencia psicológica como el control de entradas y salidas, del uso del móvil y/o de Internet, la indumentaria, el gasto, etc.

Desde los inicios del trabajo de la asociación en 1992, ¿han notado cambios sociales en cuanto al papel que ocupa la mujer en la sociedad?

El cambio más significativo ha sido la incorporación generalizada de la mujer al ámbito laboral. La independencia económica ha impulsado la autonomía y participación en la esfera social como no se había dado antes, pero sin abandonar el ámbito privado. Las mujeres siguen siendo quienes asumen en mayor medida los cuidados, lo que se conoce como doble jornada. Iniciativas como las de la PPIINA, plataforma que promueve la equiparación de permisos parentales por nacimiento y adopción, son el punto de inflexión hacia un nuevo modelo de sociedad igualitario.
Otro cambio importante ha sido la implantación de las TIC y el auge de la sociedad del conocimiento.

¿Cuál es la opinión de la asociación en cuanto al lugar femenino en el ámbito público? ¿No estamos queriendo que las mujeres ocupen lugares masculinos?

El lugar femenino en el ámbito público está precisamente en añadir a lo público los valores que quedaban relegados a la casa. La incorporación de mujeres a la política, a la sanidad, a la empresa, etc. está dando lugar a nuevas propuestas en las que se tienen en cuenta valores más allá de lo económico, como la racionalización de horarios, la inteligencia emocional o la diversidad, contribuyendo así a la creación de una sociedad más justa e igualitaria.

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