Personas migrantes: lo que debemos saber y no siempre se cuenta

Las personas migrantes recorren largas distancias en busca de un futuro mejor, un largo viaje en el que se enfrentan a diversos peligros y, en ocasiones, pierden la vida
Por Azucena García 29 de octubre de 2013
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Los viajes migratorios encierran numerosos peligrosos. Sin embargo, a menudo, solo se cuenta el final. Es noticia la llegada de decenas de personas migrantes a las costas de un país, su huida a pie junto a la frontera o su naufragio. Pero poco o nada se dice de lo acontecido hasta ese momento. Ataques, agresiones, violaciones, tráfico de personas… El camino es difícil. Médicos Sin Fronteras se ha encargado de narrarlo a través del testimonio de quienes lo han realizado, ACNUR ha realizado el análisis de la situación, Amnistía Internacional ha dado cuenta de cada hecho relacionado y Andalucía Acoge ha pedido cambios en la gestión de los flujos migratorios. Este artículo recoge la aportación de cada organización.

1. Las personas migrantes son más que un número

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Imagen: Anna Surinyach/MSF

Con frecuencia, las personas migrantes se vinculan a cifras: cuántas han llegado a nuestro país en el último año, cuántas se han ido, cuántas cotizan a la Seguridad Social, cuántas han intentado entrar de manera ilegal, cuántas lo han conseguido… a veces, cuántas no. Los números se suceden y se emplean para calibrar el estado de la situación. Pero los números no cuentan todo. Detrás de las cifras siempre hay rostros.

La tragedia ocurrida en Lampedusa (Italia) hace escasas semanas devolvió al panorama público un drama que nunca ha dejado de darse, pero que quizá había quedado marginado: el de miles de personas que cada año se juegan la vida hacinadas en pequeñas embarcaciones en las que intentan cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa. «No es algo nuevo y está relacionado con cuestiones tanto de asilo como de inmigración», señala ACNUR, pero sí es algo prácticamente olvidado. En el primer semestre de 2013, unas 8.400 personas cruzaron el Mediterráneo hacia Italia y Malta. En 2012, fueron unas 15.000.

La Agencia de la ONU para los Refugiados relató cómo la mayoría de las personas que viajaban en el barco hundido en Lampedusa «hubieran necesitado protección internacional». Muchas procedían de campos de refugiados y 40 eran menores no acompañados (MENA) entre 14 y 17 años. Días después, Amnistía Internacional constató otro naufragio frente a la costa de Alejandría, en el que perecieron ahogadas al menos 12 personas, «muchas de las cuales se cree que eran refugiados de Siria«.

2. Tráfico de migrantes y extorsión

Awel Kedar es un inmigrante etíope. Reside en el centro de detención de migrantes de Saná, la capital de Yemen, desde donde espera poder regresar algún día a su país. Había trabajado en Etiopía como profesor, periodista, traductor y hombre de negocios, pero perdió su empleo y optó por emigrar. Con poco dinero en el bolsillo, tuvo que hacer a pie buena parte del camino hasta Yibuti, unos 400 kilómetros, que hoy describe como «una carretera a la muerte». Luego llegó a Yemen y allí prosiguió su pesadilla. «A quienes estén pensando en emigrar, les aconsejo que mejor se queden en casa que ser esclavos, esto es esclavitud», asegura.

Los grupos que amenazan a los migrantes les obligan a pedir dinero a sus familias y les infringen distintos tipos de violencia

Médicos Sin Fronteras ha revelado el tráfico de migrantes al que se enfrentan estas personas en Yemen, «un país de tránsito para los miles de migrantes que cada año salen del Cuerno de África para intentar llegar a los países de la península Arábiga». Los traficantes les torturan para obtener dinero y les someten a duras condiciones, sin agua ni alimentos. La organización atiende a estas personas en el centro de Saná, donde también trabajan la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) y la Cruz Roja yemení.

El pasado mes de abril, las autoridades yemeníes iniciaron una campaña para liberar a cientos de migrantes en manos de traficantes. Desde entonces, han repatriado a unos 4.000 a sus países de origen. Así se pone fin a «uno de los viajes migratorios más peligrosos del mundo», concreta MSF, que algunas personas se han atrevido a narrar en vídeos grabados por la organización. En ellos explican cómo los traficantes les intercambian, les obligan a llamar a sus familias para pedirles dinero, violan a las mujeres, golpean a los hombres o llegan, incluso, a sacarles los ojos con una botella de agua. ACNUR también ha denunciado que, en este viaje hasta Yemen, los refugiados e inmigrantes son vulnerables a la explotación, la violencia y el abuso sexual durante todas las etapas del periplo.

3. Derecho a migrar y a no migrar, ¿por qué no existen?

Andalucía Acoge se preocupa, sobre todo, por las personas migrantes que proceden de África. La cercanía con España convierte a nuestro país en un objetivo de los ciudadanos africanos que inician un proceso migratorio. Por ello, el secretario general de la organización, Mikel Araguás, reivindica «un acercamiento entre la Unión Europea y los países africanos para crear un contexto en el que no solo se respete el derecho a migrar, sino también el más importante derecho a no migrar«.

Deben crearse las condiciones necesarias para hacer que la migración, en caso de darse, sea una decisión voluntaria

En su opinión, la gestión de los flujos migratorios debe realizarse desde una óptica de cooperación entre el norte y el sur, con la garantía del cumplimiento de los derechos humanos y de la vida. La migración responde a menudo a la falta de empleo, ingresos económicos y, en definitiva, de unos medios de vida que garanticen la dignidad de las personas. Por este motivo, se reclama colaboración para crear en los países las condiciones necesarias que hagan que la migración, en caso de darse, sea una decisión voluntaria, es decir, que no esté motivada por las carencias en el país de origen.

Situación de las personas migrantes en España: solicitudes de asilo y atención sanitaria

La situación de las personas migrantes no es igual en todo el mundo, pero sí la sensación de indefensión y desarraigo a las que en ocasiones se enfrentan; sí las largas distancias que recorren en busca de un futuro mejor; sí la soledad y tristeza que les invade, sobre todo, en los primeros momentos; y sí el miedo por no lograr su objetivo y ser devueltas a su país sin la mínima oportunidad de intentarlo en el de destino. Así es su situación en España en dos aspectos que preocupan de manera especial.

  • Solicitantes de asilo

La mayoría de las personas que pidieron asilo en nuestro país en 2012 procedían de Siria (255), seguidos de los solicitantes de Argelia (202), Nigeria (204) y Costa de Marfil (106). En total, el pasado año se recibieron 2.579 demandas de asilo -3.414 en 2011-, de las cuales se estudiaron 2.350 y se resolvieron 220 a favor de personas a quienes se reconoció como refugiadas y otras 289 a favor de otras tantas a quienes se otorgó protección subsidiaria según la ley 12/2009 reguladora del derecho de asilo y de la protección subsidiaria, como figuran en los datos de ACNUR. Un grupo de 80 refugiados eritreos, etíopes y sudaneses se beneficiaron de estas decisiones, tras llegar a España bajo un programa de reasentamiento gubernamental impulsado por la Agencia de la ONU.

  • Acceso a la atención sanitaria

La entrada en vigor de la reforma sanitaria hace algo más de un año ha supuesto que «cientos de miles de personas que viven en España se hayan quedado sin acceso a la atención primaria». Así lo recuerda Médicos del Mundo en su campaña «Nadie desechado». Esta organización quiere «despertar la conciencia de todo el mundo» porque más de 873.000 tarjetas sanitarias se han retirado y porque, «cada día, la reforma sanitaria ha dejado a 2.392 personas desechadas». En la web de la campaña se cuenta la historia de alguna de estas personas. El objetivo es difundir una realidad que no siempre se cuenta, remover conciencias y animar a la ciudadanía a colaborar con una situación que podría ocurrir a cualquiera.

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