Neoluditas: los enemigos de la tecnología

En ciertos sectores profesionales y sociales florece el neoludismo, una ideología opuesta al desarrollo tecnológico
Por Antonio Delgado 27 de febrero de 2009
Img neoludita portada

Neoluditas son quienes consideran los avances tecnológicos y científicos como perjudiciales para los seres humanos, la naturaleza y la sociedad en su conjunto. Piensan que la tecnología hace esclavas a las personas y deteriora sus condiciones laborales y sociales. Con la actual crisis económica, este movimiento crece entre los sectores profesionales afectados.

Imagen: Eric Schmuttenmaer

El término neoludismo se aplica a una ideología radical que se opone al desarrollo tecnológico y científico de la sociedad. Sus raíces están en el movimiento ludita, que nació en el siglo XIX en Gran Bretaña como parte de las acciones y revueltas llevadas a cabo por obreros contra las primeras máquinas industriales que se aplicaron en los procesos de producción de las fábricas. Los luditas tomaron su nombre del líder del movimiento, llamado Ned Ludd, cuya vida se sitúa a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Sin embargo, no está claro si era su nombre real o un seudónimo utilizado para preservar su identidad de cara a represalias.

Se destrozó maquinaria a golpe de garrote bajo el argumento de que las máquinas y la tecnología eran los responsables de los despidos de los trabajadores

El ludismo estuvo presente en Gran Bretaña y otros países de Europa entre 1810 y 1820, aunque sus acciones más conocidas fueron en Gran Bretaña entre los años 1811 y 1816. En este periodo, los obreros invadieron fábricas y se destrozó maquinaria a golpe de garrote bajo el argumento de que las máquinas y la tecnología eran los responsables de los despidos de los trabajadores y el deterioro de sus condiciones laborales. Según los luditas, la tecnología hacía al hombre dependiente para poder realizar sus tareas más básicas, en contraposición al control directo que sobre los productos manufacturados tenía la sociedad hasta entonces.

Contrarrevolución digital

Ahora, el movimiento ludita ha vuelto a surgir con fuerza bajo el nombre de neoludismo, y lo hace como respuesta al gran avance social y científico generado por las nuevas tecnologías, sobre todo con la llegada de la informática, Internet y los proyectos de inteligencia artificial. Este movimiento, desorganizado y espontáneo, surge del pensamiento crítico de algunas personas que ven en la actual revolución digital más inconvenientes que problemas. Uno de sus máximos exponentes es el activista Andrew Keen, un gran crítico de Internet y las redes sociales, así como de la cultura libre generada al calor de las tecnologías de la información. Keen opina que la actual revolución digital acabará por destruir la economía.

El movimiento neoludita será cada vez más evidente, conforme los mecanismos de inteligencia artificial se implementen en la cotidianeidad

De momento, el neoludismo es una corriente de opinión dispersa. Sin embargo, expertos futuristas, como el escritor y científico Ray Kurzwei, consideran (así lo hace en su libro «La era de las máquinas espirituales», publicado en 1998) que el movimiento neoludita será cada vez más evidente, conforme los mecanismos de inteligencia artificial aplicados a robots, humanos y procesos productivos se implementen en la cotidianeidad.

En este contexto, Kurzwei determina que la evolución del hombre pasa por el binomio hombre-maquina, es decir, que los usos tecnológicos sean una parte inseparable de la evolución de la humanidad. Frente a esta evolución se situará el movimiento neoludita con ideales de retornar a una relación basada en los mecanismos primitivos de relación entre los humanos y la no adaptación a la tecnología como principio de supervivencia.

Avances como la manipulación genética, la informática ubicua (estar rodeados de aparatos con sistema operativo complejo) o la dependencia de la tecnología para la subsistencia de la humanidad se rechazan, al considerar que desestabilizan la sociedad y someten a los seres humanos y al mundo natural al sufrimiento.

Este movimiento, lejos de debatir, niega el valor positivo del desarrollo tecnológico

La reflexión neoludita también está presente en películas y libros de ciencia ficción como «Un mundo feliz», de Aldous Huxley, «1984», de George Orwell, y «Fahrenheit 451», de Ray Bradbury. Una de las películas más conocidas es «Alphaville», de Jean Luc Godard. En este filme francés estrenado en 1965, se muestra una sociedad del futuro controlada de forma totalitaria por ordenadores que tratan de conseguir la felicidad de los ciudadanos mediante el sacrificio de la libertad y los sentimientos.

En gran medida, la discusión de hasta qué punto la tecnología favorece o perjudica a la especie humana y su entorno es un debate vigente e inherente al desarrollo, aunque el movimiento neoludita, lejos de debatir, niega radicalmente el valor positivo del desarrollo tecnológico.

Odio exacerbado

ImgImagen: CONSUMER EROSKI

Dentro de este movimiento, algunos expertos incluyen a Theodore Kaczynski (Unabomber), un graduado en Matemáticas por la Universidad de Harvard y profesor en la Universidad de California, debido a que las reivindicaciones de sus acciones estaban basadas en un odio a la tecnología y al avance que ésta propició en la sociedad en las últimas décadas del siglo XX.

Theodore Kaczynski renunció a la docencia a finales de los años sesenta para irse a vivir a una cabaña construida en un bosque de Montana, en Estados Unidos, donde elaboró explosivos con los que mató a tres personas e hirió a otras 23 durante los 18 años que permaneció escondido, antes de su captura por el FBI en 1996. En ese tiempo, escribió un manifiesto donde analizaba los errores del sistema basado en la tecnología y la industria y proponía los pasos para acabar con él.

Kaczynski consideraba especialmente preocupante el tratamiento de la información por parte de los ordenadores. Opinaba que la tecnología y el sistema social que genera conlleva una pérdida de libertad de los humanos frente a estos avances. Se le condenó a cadena perpetua.

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