Videojuegos en streaming: llega el modelo de la suscripción

Los servicios de streaming de videojuegos irrumpen con fuerza en el mercado. Te contamos cómo funciona el nuevo modelo de juegos por suscripción, con barra libre y a la carta
Por David Gómez Bolaños 2 de diciembre de 2020
Suscripcion videojuegos
Imagen: Getty Images

El servicio de suscripción a videojuegos ha venido para quedarse. Esta Navidad, al comprar una PS5 o una Xbox Series X, es probable que el pack más deseado no sea el que viene con tal o cual videojuego para estrenarla, sino el regalo de unos cuantos meses gratis a plataformas desde donde jugar con ellos. Ya lo llaman “la barra libre de los videojuegos”. Y de paso, los adultos de la casa, gracias a la suscripción, controlan (si saben hacerlo) el joystick sin entrar en la habitación. Así funciona este nuevo modelo que permite acceder a cientos de títulos sin comprar ninguno.

A la estela del lanzamiento de nueva generación de videoconsolas de Microsoft y Sony, recién estrenadas en 2020, le sigue una revolución aún mayor en este mercado. Se ha ido gestando poco a poco, y marcará no solo el futuro de esta industria, sino la forma de acceder a este tipo de ocio. Es algo más que una tendencia: hay consolas que, como los equipos de audio de los coches, ya se comercializan sin sitio para introducir el juego. Todo es digital. Y como ya pasó en la música y luego en el cine y la televisión, en el mundo de los videojuegos han llegado (y se quedan) los servicios de suscripción con tarifa plana mensual que dan acceso a cientos de títulos.

Servicio de suscripción a videojuegos

Existen en el mercado numerosas plataformas que ofrecen, por una cuota mensual, un acceso a la descarga ilimitada de decenas e incluso cientos de videojuegos. Nombres propios son PlayStation Now, de Sony, o Game Pass, de Microsoft (sus catálogos). Pero existen otras como EA Play, Google Stadia o Ubisoft Plus, por nombrar solo unas pocas.

El funcionamiento es simple y similar al que encontramos en otras plataformas de streaming y servicios de ocio como Netflix o Spotify. Hay una cuota mensual que da acceso al catálogo. Según el servicio, tiene más o menos funciones y productos disponibles. Todos ellos son escaparates cambiantes, que añaden y quitan títulos cada mes para mantener el interés del suscriptor ante la llegada de novedades, y suelen ser bastante heterogéneos en cuanto al tipo de juego. Así resultará atractivo tanto para los más pequeños como para los adultos. Con una ventaja más: como sucede con la tele en streaming, cada persona de la familia o del hogar puede tener un perfil propio para jugar en la misma consola.

Según los expertos, estos servicios tienen luces y sombras. Fernando Muñoz Bordona, psicólogo especialista en la influencia de los videojuegos en los niños, opina que “los menores hoy en día no entienden el tiempo de espera dada la inmediatez con la que consiguen todo, gracias a los servicios de suscripción. Quiero algo y lo tengo al día siguiente, lo que genera una falsa sensación de puedo lograr todo ya”, asegura. “Este tipo de servicios también puede conllevar que los menores no acaben los juegos, que no se enfrenten a retos porque si en un juego me bloqueo… me bajo otro y listo”.

No todo es negativo, según Muñoz Bordona: este tipo de servicio puede favorecer que encuentren el tipo de juego que más les gusta en menos tiempo. “Y permite que se les pueda ofrecer fácilmente otros que desarrollen diferentes áreas y mejoren en aspectos como el desarrollo de la motricidad fina”, concluye.

Videojuegos en streaming: qué diferencia hay con la compra digital

Este es un detalle muy importante. La suscripción digital, como sucede con los servicios de películas, series o música, no nos da la propiedad del artículo descargado. Es decir, en realidad estamos alquilando esos juegos mientras estén disponibles y durante el periodo en el que pagamos la cuota. Pero hay salvedades. Por ejemplo, en Xbox, aunque un juego se retire del catálogo disponible en Game Pass, podremos seguir jugando mientras no lo borremos de nuestro disco duro. Algo que, su gran rival, Sony, no permite con PlayStation Now.

Por el contrario, adquirir un juego digital es exactamente igual que hacerlo de manera física. Nos descargamos el juego y, según las condiciones de cada tienda, lo podremos borrar, descargar e instalar tantas veces como queramos, ya que está asociado a nuestra cuenta y no depende de estar pagando ninguna cuota.

Videojuegos: no todas las suscripciones sirven para lo mismo

Hay que tener cuidado, porque no todo lo que es una suscripción dentro de una videoconsola nos dará acceso a una tarifa plana de videojuegos para descargar. Existen varias opciones:

Suscripción para juego online. Como ejemplo, Sony ofrece PS Now y tiene también PlayStation Plus. Es una cuota diferente e independiente que nos brinda servicios como el multijugador online para los videojuegos –ojo, hay ciertos títulos muy populares como el Fortnite a los que se puede jugar online sin pagar– y una serie de juegos de regalo cada mes. Estos sí nos los podemos quedar y descargar las veces que queramos, siempre que sigamos abonando la suscripción. Algo parecido ocurre con Nintendo Switch Online o Xbox Live Gold.

Pase de temporada, presente en muchos juegos. Se trata de un pago único que nos permite disponer de todos los contenidos (expansiones, paquetes de objetos, mejoras estéticas…) que se ofrecerán durante un tiempo determinado y únicamente para el juego que lo hemos comprado. Si queremos tener el mismo contenido en otro que también lo brinde, hay que pagar de nuevo por ese otro pase.

Suscripción individual, por juegos. Existen títulos como World Of Warcraft –siempre de moda– que requieren una suscripción individual para poder jugar. Y el mes que no la abonemos, dejaremos de tener acceso al videojuego. No suena mal como premio ante un buen expediente escolar en el cuatrimestre.

El ‘streaming’, ¿es lo mismo?

El streaming es una tecnología que nos permite jugar a través de Internet. La ventaja de esta funcionalidad de juego en la nube es que, en realidad, estamos ejecutando el título en un servidor, por lo que en realidad no resulta necesario un dispositivo en particular. Podemos acceder tanto desde un teléfono móvil, como desde un ordenador o una videoconsola. En algunos casos, se están integrando en los propios televisores smart TV. Tan solo necesitamos un mando de juego con Bluetooth, para móviles también, y una buena conexión a Internet (preferiblemente fibra simétrica superior a 100 Mpbs o una cobertura 4G al máximo) para disfrutar de los juegos. Pero en su principal virtud tiene también el mayor hándicap: si no tenemos conexión a Internet, no se puede acceder a los juegos de ninguna manera.

La posibilidad de jugar a los videojuegos en streaming es una funcionalidad de los servicios de suscripción en el mercado. Hay algunos como Google Stadia, en los que todos los videojuegos se ejecutan a través de esta tecnología y no permiten la descarga para jugar en la propia videoconsola, ordenador y dispositivo. Microsoft, en cambio, lo incluye como parte de su suscripción más completa, Game Pass Ultimate, que da acceso a xCloud. En el caso de Sony está integrado con la suscripción estándar de su catálogo, PlayStation Now. Si nos vamos a otras grandes marcas del videojuego, como Nintendo, con su servicio de pago Switch Online, no está disponible el streaming.

Suscripción: cómo puede ser tan barata si hay juegos de 80 euros

Es quizás la duda más razonable. Hablamos de suscripciones que van desde unos 15 euros al mes (180 euros si se contrata los 12 meses) hasta los 60 euros al año, el equivalente al coste de uno o dos videojuegos que ya, con la llegada de la PS5, alcanzan los 80 euros en las tiendas. ¿Cómo es posible que por este precio podamos descargar y disfrutar con tantos juegos?

Aún se están definiendo las estrategias de las compañías en este sentido, pero la tendencia que se observa según un informe de la consultora Simon-Kurcher, en el que se entrevistó a más de 13.000 usuarios de videojuegos, da pistas de lo amplio que puede llegar a ser el negocio de la suscripción. Los jugadores más comprometidos, que llegan a dedicar 20 horas semanales de juego, están dispuestos a gastar de 19 a 40 dólares (de 16,10 a 34,14 euros) al mes en suscripciones, pero es que los llamados “casuales”, el gran grueso de los que dedican unas cinco horas a la semana, están abiertos a destinar entre 10 y 30 dólares (entre 8,50 y 25,60 euros) al mes a una suscripción, lo que puede resultar más lucrativo que la venta de juegos individuales.

El control parental está en la consola

ninos jugando videojuegoImagen: Victoria_Borodinova

En su mayoría, estas ofertas de barra libre de videojuegos tienen una selección de títulos equilibrada que va desde aquellos con código PEGI (siglas de Pan European Game Information, en castellano: información paneuropea sobre videojuegos) para todos los públicos hasta los marcados con un +18. Es, por tanto, responsabilidad de padres, madres o tutores aprender cómo funcionan los controles parentales de la consola que dejan en manos de los niños antes de pagar una suscripción que puede dar acceso a material no adecuado para su edad.

Según el psicólogo infantil Muñoz Bordona, el control parental debe ser más intenso en función de la edad. “En las primeras etapas, los menores de unos 10 años es probable que su mayor objetivo sea la acumulación de juegos, aunque algunos no los lleguen ni a jugar. Y esta podría ser otra medida de control: asegurar por parte de la propia plataforma que se ha completado una parte del juego anterior”. Hoy por hoy, ninguna lo tiene. “En los juegos de compra física no se da ese afán acaparador, porque ya han de desplazarse a la tienda y, en muchos casos, acompañados de sus progenitores”.

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