La alacena, un mueble útil en la cocina y el comedor

La alacena es un mueble que ofrece muchas posibilidades de almacenaje y, pese a su carácter clásico, se puede integrar sin problemas en hogares modernos
Por EROSKI Consumer 12 de junio de 2007
Img alacena

La alacena es un mueble clásico de la cocina y el comedor. Tiene una larga historia en los hogares españoles, y hoy muchas casas la recuperan y aprovechan tanto sus posibilidades de almacenaje como las que ofrece a nivel decorativo. Este artículo describe las características de la alacena, sus usos en los hogares actuales, las formas de aprovechar la superficie superior de este mueble y los colores más apropiados para integrarlo en la decoración.

La alacena, un mueble clásico para la cocina o el comedor

La alacena es un mueble clásico. Por eso ha perdido importancia en las tendencias más modernas de decoración. Pero los estilos más rústicos, vintage o el simple gusto personal hacen que muchas personas incluyan un mueble de esta clase en su cocina o comedor, y encuentren a través de él un cierto encanto de las casas de antaño.

El juego entre lo visible, lo semivisible y lo oculto en las baldas de la alacena genera bonitos contrastes

Este mueble, por lo general bastante grande, en su formato más clásico se divide en dos cuerpos: uno inferior, cerrado, con puertas o cajones, y uno superior, con baldas descubiertas o tapadas por cristal, tela de gallinero u otro material que permita ver el interior. Esta parte visible estaba destinada, en su uso original, a la exhibición de la vajilla y la cubertería, mientras que la cerrada servía sobre todo para guardar la mantelería.

Sobre ese diseño original se han hecho, por supuesto, múltiples variantes. Existen muebles con dos puertas grandes, como las de un armario, pero que al tener la parte superior acristalada se «convierte» en una alacena. Muchos modelos cubren algunas baldas de la zona superior con un material que permite ver el interior, pero dejan otras sin cubrir. Este juego entre lo visible, lo semivisible y lo oculto genera bonitos contrastes.

Las alacenas también dan sensación de antigüedad, dado que eran una presencia que no podía faltar en los hogares de décadas atrás. Por eso se emplean a menudo en cocinas o comedores de estilo rústico o clásico. Incluso, muchas veces se buscan y se ofrecen alacenas con aspecto avejentado o desgastado. Las nuevas, por su parte, pueden integrarse en la decoración moderna de cualquier hogar.

Usos de la alacena

La tradición indica que la alacena se debe ubicar en la cocina o el comedor, cerca de la mesa donde se realizan las comidas y cenas en el hogar. De hecho, el principal objetivo de este mueble era guardar los enseres relacionados con estos momentos. El afán de las familias acomodadas de mostrar la vajilla y los cubiertos (a menudo, piezas caras y lujosas) derivó en el uso de baldas descubiertas, para que tales utensilios quedaran a la vista en cualquier momento, no solo durante las comidas.

La superficie de encima de las alacenas es un espacio óptimo para las plantas, sobre todo las colgantes

Hoy en día, sin embargo, es posible dar a la alacena múltiples funciones. Las baldas visibles pueden exhibir todo tipo de adornos, como piezas de cerámica, recuerdos de viajes o fotografías. También pueden ponerse allí plantas de interior o flores, siempre que se tenga la seguridad de que contarán con el espacio adecuado para desarrollarse, la suficiente ventilación para que puedan respirar y la luz que necesitan para vivir.

En la parte inferior, antes reservada a manteles, servilletas y otras piezas de mantelería, también se pueden guardar infinidad de elementos. Desde más productos de cocina (como ollas o recipientes muy grandes, que no quepan en otro lado) hasta papeles de uso poco frecuente o una cadena de sonido. En este último caso, se abren las puertas para programar lo que se ha de escuchar y luego se cierran para que el aparato quede oculto y protegido. Así, solo es necesario integrar en la decoración los altavoces.

Aprovechar la superficie de encima de las alacenas

Incluso el espacio que queda en la parte superior de la alacena puede aprovecharse para almacenaje. Es posible colocar allí recipientes grandes o simples adornos, que se combinen o no con las piezas situadas en las baldas visibles. También es un espacio óptimo para las plantas, sobre todo las colgantes, que pueden tener sus tiestos allí arriba y caer sobre los laterales del mueble, creando un auténtico y muy bonito marco.

Otra manera de sacar partido a esa parte superior es con la utilización de cestas de mimbre o cajas decoradas, o incluso con baúles de madera, cuya terminación menos trabajada puede lograr mejores combinaciones con una decoración de estilo rústico. Por supuesto, esta área se debe reservar para guardar objetos de uso poco frecuente, ya que el acceso a la parte superior de la alacena es, por regla general, bastante incómodo.

El color de las alacenas

El color de la alacena dependerá, al igual que el del resto de los muebles, de la decoración general de la estancia. Sin embargo, existen algunas pautas generales que se pueden tener en cuenta.

Para contribuir con el aspecto rústico de una alacena, lo conveniente es un color claro, que realce lo avejentado o desgastado de la superficie. Los tonos pastel o el propio de la madera (con una capa de barniz) son los más apropiados. Los colores más oscuros (sobre todo el marrón, y también el azul y el verde) están relacionados con un diseño más clásico. El blanco y el negro, por el contrario, responden a tendencias contemporáneas, aunque para adecuarse a ellas deben ir acompañadas de acabados lisos y líneas rectas y simples, sin arabescos ni otros adornos.

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