Objetivo del verano: recortar gastos

Considerar otros destinos, sopesar ofertas, prever gastos y cambiar algunos hábitos de consumo contribuyen a abaratar las vacaciones
Por Laura Caorsi 8 de junio de 2010
Img paseando playa
Imagen: Mike Baird

Se acerca el verano: los días son más largos y en muchos sitios se percibe un ambiente relajado. Pero no todo es idilio. La oscura nube de la crisis amenaza al clima de diversión y descanso, y arroja sombra sobre las vacaciones de miles de personas. Según reseña un reciente estudio sobre los hábitos de turismo, dos de cada diez familias se quedarán este verano en casa. Las otras ocho, viajarán; aunque, eso sí, gastarán menos. El ahorro y la planificación son clave para permitirse unas vacaciones: un poco de ocio y relax al alcance del bolsillo y alejados de los sobresaltos. Considerar nuevos destinos, comparar ofertas y cambiar costumbres que engrosan los gastos pueden ayudar a hacer turismo sin caer en bancarrota o endeudarse. No hace falta gastar mucho. Con un poco de imaginación y otro poco de modestia, es posible descansar, conocer sitios y pasear con los amigos, la pareja o la familia.

Posibles destinos

Los sitios más populares, los que están de moda, son los más caros. Por ello, un primer paso para economizar el viaje es desmarcarse de las tendencias y buscar destinos menos concurridos. La crisis brinda la oportunidad de regresar a las raíces o conocer nuevos parajes.

  • Playas. Por tradición, y también por clima, hablar de sol, calor y vacaciones remite siempre a la playa. No en vano, las islas y costas de España son famosas en el mundo entero; en especial las de levante y el sur. Para quienes no conciban su descanso lejos del mar y la arena, la buena noticia es que la Península Ibérica cuenta con miles de kilómetros de costa, así que hay dónde elegir. Un mapa y una conexión a Internet bastan para comenzar la pesquisa. Tras marcar posibles destinos -alejados, pequeños, menos urbanizados, o incluso agrestes-, lo siguiente es consultar en las páginas de turismo de los ayuntamientos correspondientes. El objetivo es hacerse una idea de los servicios que hay en el lugar, los enclaves que se pueden recorrer, las actividades que proponen al turista y la capacidad de alojamiento. Antes de consultar con un agente de viajes, conviene dedicar algo de tiempo a un primer acercamiento imparcial. De este modo, se dispondrá de información más objetiva y diversa antes de tomar decisiones y abrir la cartera. A su vez, este método permite diseñar el viaje a medida y disfrutar de sitios menos orientados al turismo que, por esa misma razón, los touroperadores no tienen en cuenta.

  • Interior. Lejos de la costa, el abanico de opciones se multiplica. España está sembrada de parques naturales y reservas, montes, valles y pueblos con encanto que vale la pena conocer. Es verdad que el principal freno para recorrerlos en verano es, precisamente, el clima. Sin embargo, no es menos cierto que las zonas boscosas, las que están más al norte y las que se encuentran a mayor altitud son más templadas; más frescas incluso que algunas playas. Asimismo, muchas localidades del interior cuentan con cursos naturales de agua que refrescan el ambiente y ofrecen la posibilidad de bañarse. Cabe recordar que en lugares donde el clima es muy extremo, los alojamientos turísticos disponen de instalaciones para hacer más confortable la estancia, tanto en invierno como en verano. Muchas casas rurales, pequeños hoteles y campings tienen piscinas o terrazas con sombra donde relajarse en las horas de más calor.

  • Ciudades. Parece una broma hacer turismo urbano en verano, pero no. En los meses de calor, todo el mundo huye de las ciudades, hecho que conlleva una serie de ventajas. Menos gente equivale a más espacio, opciones y ofertas. Muchos hoteles de ciudad, que funcionan muy bien en otras épocas del año, se quedan a veces vacíos o con escasos huéspedes. Y, para paliarlo, lanzan promociones o abaratan sus tarifas. Además, al no registrarse un aumento en la demanda, los restaurantes, los bares y los sitios de esparcimiento mantienen sus precios habituales. Un punto nada desdeñable cuando se intenta escapar de la carestía estival. Por otro lado, las ciudades sin tanta gente se pueden recorrer con mayor comodidad, y es posible evitar el hacinamiento, los atascos y las largas colas de espera. Es el momento idóneo para hacer visitas culturales -por ejemplo, a los museos y los edificios emblemáticos- y tener al alcance todo tipo de servicios. Eso sí: no todas las urbes son válidas para este fin. Conviene elegir las menos calurosas.

Alojamiento

El alojamiento representa buena parte de los gastos de un viaje: casi siempre supera o iguala a los costes del desplazamiento y, en ocasiones, los de la alimentación. Por esta razón, tan importante como elegir un destino asequible es encontrar un lugar donde hospedarse que no acabe con el presupuesto. Dependiendo de cuál sea el plan y con quién se viaje, esta elección variará, pero es bueno recordar que hay numerosas opciones.

Tan importante como elegir un destino asequible es encontrar un lugar donde hospedarse que no acabe con el presupuesto

  • Si se apuesta por lo clásico, por los hoteles, hay que tener en cuenta que las estrellas se traducen en euros. Asimismo, si el objetivo es disfrutar del lugar más que de las instalaciones hoteleras, hay hostales y pensiones que brindan una excelente relación calidad-precio. En cualquier caso, es conveniente averiguar qué ofrece cada establecimiento: si los niños pueden hospedarse gratis (o con tarifas reducidas), y si el precio incluye el desayuno, la comida o la cena para saber si compensa. Antes de elegir uno u otro, no está de más dedicar un tiempo a hacer cuentas.

  • Los apartahoteles también son interesantes, pues están equipados con electrodomésticos de cocina y permiten alternar las comidas caseras con las salidas puntuales a algún restaurante. Algunos también ofrecen el servicio de limpieza optativo: si no se contrata, la tarifa se reduce.

  • Los alquileres de apartamentos, pisos o casas rurales (según sea el destino) son mejor opción cuando se viaja en grupo y por estancias largas superiores a 15 días o un mes. Aunque la tendencia de los últimos años indica un aumento en la ‘fragmentación’ de los periodos vacacionales, puede ser una excelente solución cuando viajan dos familias, cuando el núcleo familiar es numeroso o en un viaje con varios amigos. La manera más sencilla de reducir gastos es compartirlos.

  • También es posible conseguir hospedaje gratuito, y quienes tienen familia en otros lugares del país lo saben. El recorte presupuestario puede servir de excusa para regresar al pueblo o reencontrarse con los parientes al margen de la Navidad. Otra versión de esta idea es hacer lo mismo, pero con amigos. Visitarlos en sus casas (y recibirlos luego), es un modo de hacer turismo económico y, al mismo tiempo, sociabilizarse. Y si las fechas de vacaciones coinciden, no está de más plantearse un intercambio de llaves. La red ofrece un sinfín de posibilidades

Transporte

La elección del medio de transporte es otro factor crucial, e involucra tres variables: el lugar elegido como destino, el número de personas que viajan y el plan que se quiere llevar a cabo. De estas tres, lo importante es identificar cuál es la más determinante en cada caso. Si la idea es ir a un único lugar y permanecer allí, puede compensar viajar en tren o autobús, olvidarse del coche, el combustible y el aparcamiento.

Si la idea es ir a un único lugar y permanecer allí, compensa viajar en tren o bus y olvidarse de coche, combustible y aparcamiento

Pero cuando viajan varias personas o se pretende recorrer distintos sitios, la ecuación cambia. En ese caso, es posible que la suma de los billetes supere el gasto general de ir en coche. Por otro lado, si el destino queda lejos, quizá sea más conveniente plantearse un viaje en avión (sobre todo, si son pocos pasajeros) para ahorrar tiempo, cansancio y, a veces, dinero. Si se busca con antelación y constancia, es posible encontrar vuelos a buen precio.

Pequeños detalles que importan

Cuando se piensa en las vacaciones y en lo que pueden costar se suman los grandes gastos: dónde ir, dónde dormir y cómo llegar. No obstante, casi siempre se acaba gastando de más. El fallo está en no prever los pequeños desembolsos, que también suman y, si no se vigilan, acarrean amargas sorpresas. Para evitarlo, es importante conjugar dos aspectos: la planificación y el ingenio.

  • Planificación. Antes de iniciar cualquier viaje, es fundamental determinar cuál será el presupuesto y comprometerse a respetarlo. Diseñar un presupuesto va más allá de fijar un monto y un tope, hay que tener muy claro cuánto se está dispuesto a gastar y en qué. Por ejemplo, una vez en el lugar, ¿se harán excursiones? Si es así, conviene saber cuáles, e informarse de cuánto cuestan para poder elegir. No hay por qué privarse de nada, sino hacer un gasto selectivo para disfrutar de las bondades del sitio sin hacer temblar las tarjetas. Otra cuestión es la alimentación. ¿Dónde y cómo comer? ¿Hay posibilidad de cocinar y evitar la visita diaria a los restaurantes? Conviene saber si hay supermercados o ultramarinos en la zona para sustituir un menú del día por bocadillos, y tener en cuenta que no es preciso gastar en aperitivos a diario.

  • Ingenio. Además de prever gastos cotidianos y excepcionales, es importante evaluar cuáles pueden suprimirse o sustituirse por otros más baratos, ya sea durante la estancia o en el momento del viaje. “Limar” días -o noches- a la excursión puede aliviar el bolsillo. Quienes se trasladen en coche o en un medio de transporte que ofrezca distintos horarios pueden plantearse realizar los traslados de ida y regreso por la noche para ahorrar en alojamiento. También se puede llevar comida y bebida para evitar los típicos tentempiés y almuerzos en gasolineras, bares de playa o paradores turísticos, cuyos menús incluyen casi siempre un suculento sobreprecio.

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