La playa o el campo, el sol, la luz, los días largos, el calor… Son mayoría quienes cogen sus vacaciones en verano, ya que es la época del año más alegre y que más se presta al disfrute, mientras que en otoño el tiempo es más inestable y suele haber menos servicios para los turistas. Pero no todo son inconvenientes para quienes pasan sus días de asueto en septiembre u octubre. También hay ciertas ventajas, como precios más bajos o poder deleitarse en playas o ciudades no masificadas, entre otras que se detallan en el siguiente artículo.
Los pros de viajar en otoño
Vacaciones más baratas. Como es temporada baja en muchos lugares, el viaje puede salir bastante más económico. Las rebajas de precio se notan tanto en los billetes de transportes (de avión, sobre todo) como en las estancias de los hoteles. Es mucho más fácil encontrar en otoño ofertas de viajes baratos como 2×1, o «chollos» como la última hora o el último minuto.
Escoger las fechas. En los meses de septiembre y octubre viajan muchas menos personas, por lo que resulta más sencillo elegir los días concretos que se quiere estar en el destino escogido. Además, hay muchos más enclaves entre los que decidirse y hoteles más baratos, que en temporada alta suelen estar llenos.
Vacaciones más tranquilas. En casi todos los lugares en los que apenas cabía un alfiler en agosto, en septiembre se respira sosiego. Hay menos lío y menos ruidos, y las playas están libres para disfrutarlas casi en soledad. Además, se puede visitar cualquier museo, exposición o monumento con calma, y sin tener que esperar largas colas.
Clima más benigno. En septiembre y octubre ya ha pasado el calor del verano, pero aún no hace el frío del invierno. Aunque sean pueblos que se abarrotan en julio y agosto, hay muchos sitios en los que el verano resulta muy agobiante. Estos mismos municipios, uno o dos meses después, tienen temperaturas mucho más suaves y menos turistas, por lo que es el momento de acercarse a ellos.
Carreteras descongestionadas. Una carretera sin aglomeraciones permite llegar al destino en el tiempo previsto, y de buen humor. Además, se puede disfrutar del viaje, de los paisajes… Una excelente idea para viajar en otoño es hacerlo en moto y salirse de las rutas convencionales (autopistas y autovías) para descubrir otras localidades.
Disfrutar de la naturaleza. El otoño es la temporada es idónea para apreciar el entorno natural: colores, aromas… Los bosques están, en la mayor parte de España, en todo su esplendor, y los colores ocres, dorados o teja son un espectáculo incomparable.
Los inconvenientes de las vacaciones otoñales
Inestabilidad meteorológica. A no ser que se viaje al hemisferio sur o a climas cálidos, uno de los mayores problemas de las vacaciones fuera de temporada es la inestabilidad del tiempo. Es fácil que más de un día pueda sorprender un aguacero o que a determinadas horas haga algo de frío.
Días más cortos. Tampoco apetece tanto viajar en otoño, debido a que hay menos horas de luz y hace menos calor. Los días más cortos son más «tristes», y animan menos a salir y disfrutar.
Menos actividades y servicios. En numerosas localidades que viven del turismo, al terminar agosto y con la vuelta a casa de las familias, se realizan menos actuaciones en hoteles, servicios de guardería o entretenimiento para adultos y pequeños… Es también probable que haya menos restaurantes y cafeterías, heladerías y negocios dedicados al ocio, porque algunos solo abren en pleno verano.
Maleta complicada. Hacer la maleta para viajar en otoño es más difícil y laborioso que en la época estival. Además de meter ropa veraniega, no se pueden olvidar prendas y artículos de entretiempo. Si no se quiere llegar al destino y descubrir que faltan cosas, vendrá muy bien meter en la maleta: botas de agua y gabardina para resguardarse de la lluvia, jerséis o chaquetas para combatir el frío que puede hacer por las mañanas o las tardes, y no olvidar calcetines y guantes por si fueran necesarios.
Reservadas para muy pocos. Son más baratas, pero no son compatibles con la vuelta al cole ni con todos los trabajos. Solo pueden disfrutarlas las personas y familias que no tengan hijos en edad escolar, o quienes no se dediquen a la enseñanza.