Niños vegetarianos

A pesar de que las dietas ovo lacto vegetarianas son saludables, conviene tomar precauciones para adaptarlas a la infancia
Por EROSKI Consumer 26 de mayo de 2008

Los modelos dietéticos vegetarianos se han extendido en los últimos años; sin embargo, surgen las siguientes dudas: ¿Deben los niños seguir estas dietas? ¿Cuál es su efecto sobre su crecimiento y desarrollo? La alimentación vegetariana se clasifica según distintas tendencias: ovo lacto vegetariana, que consiste en el consumo de vegetales, productos lácteos y huevos; lacto vegetariana, que incluye vegetales y productos lácteos; y vegetariana, cuyo menú sólo admite vegetales. La opción más saludable para niños y adolescentes es la que incluye la mayor variedad de alimentos. Cuantas menos restricciones, mejor.

Evidencias de dietas vegetarianas en niños

Evidencias de dietas vegetarianas en niños

A la hora de valorar el tipo de dieta que va a seguir un niño, es preciso tener en cuenta, como prioridad máxima, cómo afectará a su salud y su crecimiento. En un estudio publicado por la revista “British Journal of Nutrition”, en abril de 1996, se comparó la dieta de 50 niños vegetarianos con la de 50 niños omnívoros, de entre 7 y 11 años de edad, y el crecimiento y condición física de los niños, adolescentes y jóvenes adultos vegetarianos de la parte flamenca de Bélgica.

Los profesionales de salud señalan que el vegetarianismo puro está contraindicado para la población en general y para los niños en particular

Los resultados, presentados en el Tercer Congreso Internacional de Nutrición Vegetariana que se llevó acabo en la Universidad Loma Linda en California, en 1997, apoyan la perspectiva que una dieta ovo lacto vegetariana proporciona un desarrollo y crecimiento físico adecuado. Otro estudio publicado en la revista “Pediatric Clinic of North America” (1995) concluye que aunque la salud general y el desarrollo de los niños vegetarianos pudiera ser normal, tienen mayor riesgo de desarrollar deficiencia de hierro y ésta, a su vez, ocasionar un retraso en su desarrollo psicomotor. Además, también apuntaba que el exceso de fibra en estas dietas puede restringir el consumo de calorías, especialmente en los primeros años de la vida.

Vistas las conclusiones, la utilización de diferentes corrientes alimenticias debe ser objeto de reflexión y conviene buscar el apoyo de un experto en este tipo de nutrición. El nutricionista debe considerar todos los factores relacionados con los alimentos, y no se debe olvidar que su rol fundamental es orientar a los individuos sobre su selección, además de destacar las consecuencias derivadas de la exclusión o valoración en exceso determinados nutrientes.

Son numerosos los investigadores y profesionales de la salud los que coinciden en afirmar que el vegetarianismo, en su forma más pura, está absolutamente contraindicado para toda la población en general y para los niños en particular, debido a que se trata de una dieta incompatible con las necesidades de cualquier persona en desarrollo.

Trucos nutricionales en dietas vegetarianas

  • Digestibilidad y calidad proteica. La calidad de la proteína depende tanto de la digestibilidad como de la composición de aminoácidos. Los alimentos vegetales, como cereales y legumbres, son deficitarios en uno o varios aminoácidos esenciales. Cereales y semillas son deficitarios en lisina, y legumbres, tubérculos y frutos secos, lo son en metionina. No obstante, la combinación de unos alimentos con otros -por ejemplo, cereales con leguminosas-, en un mismo plato o a lo largo del día, proporciona una proteína completa puesto que se complementan los aminoácidos.
  • Más nutrientes, pero en su justa medida. Las exigencias nutricionales son mayores durante la infancia que durante cualquier otro período. Al mismo tiempo, la capacidad del estómago es limitada, así las fuentes de alimentos deben proporcionar calorías y nutrientes suficientes en un pequeño volumen. No se debe exagerar en los alimentos ricos en fibra, porque ésta interfiere en la absorción de numerosos nutrientes y en exceso puede provocar gases, aumento de la motilidad intestinal e incluso diarrea.
  • Omega 3. Dado que en la dieta ovo lacto vegetariana se excluye todo tipo de pescado, hay que añadir alimentos ricos en ácidos grasos esenciales y de la familia omega 3, como frutos secos y aceites de semillas (girasol, maíz, soja o nuez).
  • Calcio: Sustitutos de la leche. Los requerimientos de calcio se satisfacen si se ingiere diariamente leche y derivados (yogur, queso, cuajada) o productos derivados de la soja, como batido de soja o tofu, entre otros, enriquecidos con este mineral. La vitamina D, imprescindible para la asimilación del calcio, se encuentra presente también en los lácteos y la mantequilla. Además, la exposición controlada al sol asegura la formación endógena de esta vitamina.
  • Vitamina B12. La dieta cubre la exigencia de dicha vitamina si incluye huevos y lácteos, productos de origen animal, fuente segura de dicho nutriente. Se han encontrado trazas de vitamina B12 en derivados fermentados de la soja como el miso o el tempeh, así como en algas como la espirulina. Pero la presencia de esta vitamina en estos alimentos es muy exigua, por lo que su aprovechamiento es discutible. Además, la cantidad de B12 natural enumerada en las etiquetas es desorientadora porque está en forma inactiva y el cuerpo no la puede utilizar. Sólo aquellos productos procedentes de plantas enriquecidas en vitamina B12 contienen la forma activa de esta vitamina.
  • Hierro y crecimiento. No hay peligro de que la dieta vegetariana sea deficiente en hierro siempre y cuando incluya huevos, cereales integrales, legumbres, y estos se acompañen de alimentos ricos en vitamina C, nutriente que potencia la absorción del mineral. Para ello, se debe tomar alguno de los siguientes alimentos, preferentemente con cada comida: tomate, brécol, melón, naranja u otros cítricos, kivi o frutas tropicales. Asimismo, para proveer la cantidad de hierro necesaria, la dieta puede incluir higos secos, ciruelas secas y pasas de uva, semillas de sésamo y soja. Los niños nacen con hierro almacenado en cantidad suficiente para cuatro o seis meses de vida. Después, es relativamente común que las dietas infantiles sean deficitarias en hierro, y el pediatra valorará la necesidad de suministrar suplementos adicionales de este elemento durante los dos primeros años.

Asimismo, niños y adolescentes, independientemente del tipo de dieta que sigan, deben acostumbrarse a condimentar los platos con poca sal, aunque sea la fuente principal de sodio. A menudo, para cubrir las necesidades orgánicas de sodio, es suficiente con la que hay naturalmente en los alimentos sin añadir más. Por su parte, los alimentos dulces (azúcar, miel…) y demás alimentos azucarados (dulces y mermeladas) tomados con moderación son compatibles con un modelo de dieta saludable y equilibrada.

El vegetarianismo, basado en principios sólidos de nutrición, puede ser una elección saludable para niños y adolescentes, teniendo en cuenta que la opción más saludable es la que incluye la mayor variedad de alimentos.

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