La belleza de la flor de la alcaparra

Además de ser conocida por su capullo comestible, el arbusto de la alcaparra produce unas flores muy bellas y casi no requiere atenciones
Por EROSKI Consumer 16 de mayo de 2007
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Imagen: dsc828

El arbusto de la alcaparra crece de forma espontánea en muchos lugares áridos y difíciles para la mayoría de las plantas, como en los costados de muros, caminos y zonas rocosas o con muy poca humedad. A menudo, lo que la salva de ser arrancada es la belleza de sus flores, que poseen unos estambres muy largos y característicos. Este artículo detalla el papel de la alcaparra en la gastronomía, sus características y propiedades y sus formas de cultivo.

La alcaparra en la gastronomía

Si se habla de alcaparra, en general se hace referencia al producto comestible. Parecidas a las olivas (aunque provienen de familias sin ninguna relación entre sí), las alcaparras son ligeramente amargas y forman parte de muchos platos típicos de diferentes países del Mediterráneo.

La alcaparra es originaria de Asia y típica del Mediterráneo, pero ahora también se cultiva en Sudamérica, Australia y África

Con mucha menos frecuencia se habla del arbusto del que se obtienen las alcaparras, llamado también alcaparra o alcaparro, que crece con facilidad de forma espontánea y, por tanto, no requiere demasiados cuidados. Sus flores, además, son muy bellas.

El nombre científico de la alcaparra es Capparis spinosa. Según los expertos, es originaria de Asia, pero fue expandida hacia toda la zona del Mediterráneo por los griegos de la antigüedad, que ya la conocían y la consumían. En la actualidad también se cultiva y se utiliza en gastronomía en otras regiones, como Sudamérica, Australia y África.

Características del arbusto de la alcaparra

La alcaparra es un arbusto semileñoso, perenne y muy ramificado. Su altura normalmente no supera el medio metro, pero en ciertos casos puede llegar incluso hasta 1,5 metros. Suele usarse como valla natural en jardines. Las ramas tienden a extenderse postradas a ras del suelo y un ejemplar puede ocupar varios metros cuadrados. Desarrolla, además, unas espinas de hasta 1 centímetro de largo, lo que dificulta la tarea de retirar sus capullos comestibles.

Sus flores son muy llamativas: tienen pétalos blancos o rosáceos y unos estambres muy largos, con anteras de color violeta. Son axilares, es decir, nacen en la misma intersección de las hojas con el tallo.

Este arbusto se destaca por su carácter solitario y elegante. Como no exige muchas atenciones, a menudo crece en lugares donde otras plantas no pueden vivir, como en los costados de muros o caminos, acceso a viviendas, junto a rocas, etc. Y como sus flores (y su aspecto en general) son muy atractivas a la vista, se deja que crezcan.

Cultivo y propiedades de la alcaparra

Al requerir muy pocos cuidados y aprovecharse para el consumo humano, el cultivo de la alcaparra es muy frecuente en zonas difíciles, como aquellas de aridez y poca humedad. Además, la planta es muy resistente al granizo, heladas y ataques de plagas. La multiplicación se puede hacer por semillas o esquejes. La floración se produce a partir del mes de mayo.

Las ramas de la alcaparra tienden a extenderse postradas a ras del suelo: un ejemplar puede ocupar varios metros cuadrados

Aunque el producto comestible que más y mejor se aprovecha de este arbusto son los capullos, conocidos como alcaparras, también se consumen los frutos, llamados alcaparrones. La manera habitual de preparar este alimento para el consumo es realizando encurtidos con vinagre y sal. Tienen un sabor ácido, amargo y algo picante, pero son tónicas y además abren el apetito.

Contiene algunos componentes activos como pectina, saponina y sales, debido a lo cual se le atribuyen propiedades medicinales, que van desde un carácter diurético, expectorante y contra la fragilidad capilar hasta antihemorroidal y contra las aftas bucales (mediante su decocción).

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