Alergias infantiles, dieta y bacterias intestinales

El tipo de alimentación del recién nacido influye en el desarrollo de su flora intestinal, lo que afecta a su sistema inmune y a la protección frente a infecciones y procesos alérgicos
Por Maite Zudaire 22 de julio de 2010
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Las alergias alimentarias y sus manifestaciones físicas (asma, eczema, dermatitis) han aumentado entre los más pequeños en los últimos años. El cuidado por la higiene es cada vez mayor, de manera que la falta de limpieza y aseo no se considera la causa del desarrollo de estas patologías, aunque sí pueda serlo el exceso de higiene. A su vez, las evidencias actuales apuntan hacia un fuerte vínculo entre la dieta, las enfermedades infecciosas del intestino y las alergias alimentarias. Sin embargo, se tiene poco conocimiento de los mecanismos que dan lugar a estos problemas de salud que afectan a un porcentaje relevante de infantes durante sus primeros años de su vida.

Dieta, bacterias intestinales y alergias

En personas adultas ya se reconoce cómo la dieta puede provocar disbiosis intestinal, término con el que se conoce el desequilibrio de la flora intestinal que puede ser desencadenante de estreñimiento o del síndrome del intestino irritable. Incluso se asocia la composición de la flora intestinal con la gestión energética de los alimentos, sus calorías, y por tanto con el riesgo de sobrepeso y obesidad. Al parecer, la colonización bacteriana y la consecuente maduración correcta de la flora intestinal en el recién nacido está estrechamente relacionada con el desarrollo de su sistema inmune y, por ende, con la protección frente a infecciones que pudieran desencadenar procesos alérgicos.

Para esclarecer la asociación entre dieta, bacterias intestinales y alergias, a nivel europeo se ha desarrollado un trabajo, el proyecto INFABIO, cuyo objetivo ha sido evaluar el impacto de la zona geográfica y el modo de alimentación, entre otros factores, sobre la composición de la microbiota fecal en niños. Para ello se han tomado muestras de heces de 606 infantes con una edad mínima de seis semanas, nacidos en siete países europeos con sus particularidades en el estilo alimentario y de vida (Reino Unido, Irlanda, Alemania, Francia, Italia, España y Suecia). Los resultados mostraron cómo el tipo de alimentación influía de manera determinante en la microbiota intestinal de los bebés. Las Bifidobacterias, relacionadas con el fortalecimiento del sistema de defensas y con la prevención y/o la reducción del riesgo de alergia, fueron las dominantes de la microbiota de los lactantes criados con leche materna. Mientras, en los bebés alimentados con fórmula había una proporción significativamente mayor de Bacteroides y Clostridium, géneros bacterianos asociados con infecciones intestinales. El dato que resultó más llamativo para los investigadores fue que las bacterias del género Bifidobacterium predominaron en las heces de los bebés nacidos en los países del norte, mientras que una microbiota fue más diversa con más bacteroides en los recién nacidos de los países del sur.

Los niños con alergias se compararon con otros sin alergia y se evaluó el efecto de las fórmulas infantiles enriquecidas con prebióticos (mezclas de oligosacáridos como inulina, incluidas en la leche humana, que estimulan el crecimiento de las bacterias beneficiosas) o probióticos. El objetivo es profundizar en la composición de las fórmulas infantiles con el fin de proteger al bebé frente a infecciones al estimular su sistema inmunitario intestinal. El número y tipo de bacterias dependen en gran medida, por tanto, de que el bebé sea alimentado con pecho o con biberón, de cuando se produce el destete y del tipo de alimentos con que se inicia la alimentación.

Otros factores ambientales también afectan a las alergias, por ejemplo, el contacto con mascotas, alfombras, polvo, etc. De hecho, se constata que los procesos alérgicos son más comunes en niños criados en ambientes muy higiénicos respecto a niños criados en granjas o en condiciones menos limpias.

Prevención primaria

El fin de la prevención primaria es evitar la sensibilización a alergenos alimentarios y el desarrollo de las manifestaciones alérgicas asociadas. En muchos casos, se trata de una secuencia de síntomas y trastornos (dermatitis atópica, eczema, asma) que se inician durante los primeros meses de vida y siguen y desarrollan a lo largo de la edad escolar, la adolescencia y la edad adulta. Por ello, la actuación preventiva eficaz es esencial, en particular, en personas de alto riesgo, con el fin de evitar los primeros contactos.

La prevención primaria se sustenta en dos pilares:

1) La identificación precoz, perinatal, de individuos de alto riesgo atópico: historia familiar (progenitores y hermanos) de atopia y determinación de niveles de IgE en sangre de cordón umbilical. Se ha descrito un riesgo entre un 20-40% si sólo uno de los progenitores es atópico, 40-60% si ambos son atópicos, y hasta un 80% si los dos sufren la misma enfermedad alérgica.

2) La instauración de normas dietéticas destinadas a evitar el contacto esporádico o con dosis mínimas de alimentos potencialmente sensibilizantes (leche, huevos, pescado, frutos secos…). Las normas van desde prolongar la lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses de edad y adaptar la dieta en la madre con exclusión de los alimentos más alergénicos; el uso de fórmulas ‘hipoalergénicas’ (hidrolizados de proteínas de leche de vaca) a retrasar la introducción de alimentos potencialmente alergénicos.

Los cambios cuantitativos y cualitativos en la alimentación registrados en las últimas décadas han contribuido al aumento de las alergias. La dieta actual se caracteriza por el consumo de alimentos procesados, modificados, almacenados y transportados a grandes distancias, muy diferente a la dieta tradicional, conformada por alimentos con una producción y comercialización local y un consumo casi inmediato. Al mismo tiempo, se especula sobre la posibilidad de que una dieta baja en antioxidantes o la ingesta insuficiente de ácidos grasos poliinsaturados tengan su influencia en la aparición de alergias. No obstante, las pesquisas realizadas en estas direcciones revelan resultados diversos y contradictorios.

PROYECTO INFABIO

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El proyecto INFABIO tiene como objetivo prioritario evaluar la influencia de la dieta y el estilo de vida sobre la incidencia de la alergia, las infecciones y las enfermedades alérgicas en lactantes. Para ello se han desarrollado diversos trabajos.

Algunos de ellos han identificado los factores de riesgo para el desarrollo de la alergia y las infecciones intestinales por medio de la identificación de biomarcadores en la materia fecal de los lactantes de menos de un año. Esto ha servido para conocer con más detalle la composición de la alimentación que puede conformarse en alimentos funcionales, como pueden ser las fórmulas infantiles enriquecidas en prebióticos y probióticos para nutrir a los niños que no son amamantados.

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