Aciertos y errores alimentarios en los «reality shows» con personas obesas

Los consejos que pueden darse en programas de telerrealidad relacionados con la obesidad son muy diversos, algunos son adecuados pero otros resultan contraproducentes para la salud
Por Juan Revenga Frauca 19 de mayo de 2011
Img viendo tv
Imagen: Caitlinator

La actual incidencia del sobrepeso y obesidad, que en nuestro tiempo afectan a más de la mitad de la población adulta en las sociedades desarrolladas, ha propiciado el auge de programas de estilo “reality show”, con los más variopintos planteamientos. En ellos, los participantes o concursantes (condición variable en función del espacio) se seleccionan en virtud de determinados trastornos patológicos relacionados con su peso. A menudo por exceso, pero en algunos casos, también por defecto (anorexia nerviosa). En estos programas, una audiencia que tiene la oportunidad de tomar ejemplo de las situaciones planteadas en pantalla observa a los participantes y, llegado el caso, sigue los consejos que se han propuesto en antena. En ocasiones, el mensaje que recibe es, en cierta medida, acorde con las recomendaciones de la comunidad científica al abordar este tipo de problemas. Cuando sucede así, se fomenta que la audiencia se incline hacia un estilo de vida dinámico en relación con la práctica de actividad física y, también, a seguir un patrón dietético en línea con sus necesidades. Sin embargo, en otros programas, las cuestiones relacionadas con el peso (ya sea por exceso o por defecto) se abordan con un prisma utilitarista que se ajusta más a los índices de audiencia que a otras cuestiones. El resultado en estos casos no solo es de escasa utilidad pública, sino que además puede ser contraproducente para la salud al abordar este tipo de problemas.

Distintos planteamientos

El carácter de los espacios, dirigidos bien hacia la utilidad pública o bien hacia el logro de la máxima audiencia, marca la diferencia en el tipo de mensajes

Determinadas productoras de televisión explotan el filón de la obesidad mediante la realización de programas cuyo tema central son las cuestiones relacionadas con el peso de los participantes. Aunque en el espectro de la radiodifusión española aún son pocos los espacios donde se emiten este tipo de programas, en el mundo anglosajón están en pleno apogeo. No obstante, las actuales posibilidades tecnológicas (a partir de canales de televisión por cable o mediante Internet) facilitan que muchos de ellos sean accesibles para una buena parte de la población, en especial, para quienes están interesados en el tema.

A pesar de la oferta variada, en esencia, se distinguen dos grandes grupos de patrones que resumen la filosofía de estos programas:

  • Espacios en los que la salud, la alimentación, la cocina y sus aspectos relacionados (compra y conservación de los alimentos, etc.), el ejercicio, la actitud, la motivación, el papel de las terapias alternativas como el yoga u otras formas de manejo del estrés, y otros temas educativos, son el hilo conductor de la intervención y se someten a debate. En líneas generales, estos programas abordan la cuestión del exceso de peso desde un punto de vista similar al del coaching. En ellos los participantes reciben asesoramiento y consejo de un variado equipo de especialistas (dietistas-nutricionistas, entrenadores personales, médicos, etc.) con quienes conseguir sus metas. Apenas hay confrontación entre los participantes, no rivalizan y rara vez consiguen premios, ya que no hay «ganadores».

  • Espacios que sin ninguna o con escasa voluntad intervencionista someten a los participantes a observación (de estilo «Gran Hermano»), al tiempo que se les obliga a la realización de pruebas y se les plantean situaciones comprometedoras. Programas, en definitiva, caracterizados por su banalidad, escasa calidad educativa y por obviar los más mínimos estándares de respeto hacia unos valores esenciales, donde lo único que parece importar es la proporción de audiencia que en ese momento sigue el espacio o «share«. En ellos es frecuente que los concursantes compitan entre sí y que haya ganadores, expulsados, etc.

Buenos ejemplos

En la primera categoría se podría catalogar el programa de la MTV «Ya no estoy gordo» («Fat no more», en su versión original), donde destacan las siguientes características: los participantes son en esencia jóvenes de ambos sexos con un grado de obesidad importante, a quienes se reeduca durante un verano (más o menos 110 días) en nuevos y mejores hábitos relacionados con su estilo de alimentación y de actividad física. En líneas generales, un especialista en deporte y alimentación toma las riendas de cada caso y, de forma individualizada, analiza el estilo de vida que ha propiciado el particular estado ponderal del participante y le ayuda a reconducirlo. En resumen, se centra en las cuestiones más importantes que han de constar en todo abordaje racional de la intervención para adelgazar:

  • Tomar conciencia de los errores en cuanto a alimentación y ejercicio.
  • Aportar nuevas herramientas y soluciones.
  • Consolidar los resultados obtenidos, con el fin de que el participante sea autosuficiente una vez que carezca de la influencia del profesional.

Los buenos consejos muestran planteamientos de cambio vital hacia estilos de vida saludables y perdurables en el tiempo

Otro programa destacado es «X-weighted families» («Familias extrapesadas»), de la televisión canadiense. En él se relata la transformación hacia unos estilos de vida más saludables de un grupo de familias que intentan superar la pereza que les provocan sus aspiraciones para mejorar su peso. Durante varios episodios de una hora de duración, se relatan las dificultades y los apuros de familias que han decidido cambiar sus costumbres. También se hace especial hincapié en la situación de los hijos y la educación que reciben: las horas frente al televisor o con los videojuegos, su alimentación deficiente con demasiadas situaciones de bufé libre, abuso de la bollería y de las chucherías, grasas saturadas y la ausencia de motivación para realizar ejercicio físico de forma regular.

Uno de los mensajes más positivos de este programa es su lema, que con un explícito «¡Adelgacemos juntos!», asume la importancia de adelgazar en compañía. Y es que además de las dificultades propias del momento de adelgazar, con frecuencia se suma el hecho de que el entorno (familia, amigos, etc.) no «acompañe» pese a poder necesitarlo tanto o más que el propio interesado.

Otros ejemplos de este tipo de programas, menos destacados si se atiende a su éxito en pantalla, son «Cuestión de peso», emitido en 2009 por Antena 3, o «Weighing In» («Dentro del peso») del canal Food Network, con notables diferencias entre ambos en cuanto al planteamiento del concepto de origen, pero que aportaron buenos consejos en su día, lejos de absurdos concursos y con un mensaje claro centrado en los hábitos de vida saludable mantenidos en el tiempo.

En resumen, este tipo de espacios centran su atención en dar consejos referentes a:

Ejemplos algo más que cuestionables

En el tratamiento de la obesidad a largo plazo, la competitividad, la ridiculización y las recompensas económicas no son un buen aliciente

En el extremo opuesto en cuanto a programas de telerrealidad figuran espacios en los que el concurso y la rivalidad entre los participantes es la tónica general. Quizá el ejemplo más patente de esta situación sea «Supersize vs Superskinny» («Supergordos frente a superdelgados») de Channel 4, en Reino Unido. En él se confrontan las experiencias de dos grupos, uno conformado por concursantes con obesidad mórbida y otro compuesto por personas con anorexia nerviosa, a quienes se propone que compartan sus experiencias, e incluso, que sigan algunas dietas milagro que se pueden hallar en Internet.

Además, se hace promoción de la liposucción como remedio contra la obesidad y se recomienda el seguimiento de peligrosas estrategias, como la diabulimia, para perder peso.

Otros espacios de dudosa utilidad práctica son «The biggest loser» («El mayor perdedor», de peso), de la NBC, y «Dance your ass off» («Mueve el trasero»), de Oxygen, ambos estadounidenses. El primero se emite desde 2004 y ha cumplido ya nueve temporadas con un notable éxito de audiencia. En un formato parecido en gran medida al del conocido «Gran Hermano», se le achaca que tenga un espíritu demasiado competitivo y se critica porque, en ocasiones, convierte el problema de la obesidad en un espectáculo de masas. En el segundo concurso, los parámetros para ganar radican en las pérdidas de peso conseguidas por los participantes y en su habilidad para bailar. En algunos países, se retiró su emisión debido a las polémicas, fruto de las humillaciones de concursantes pertenecientes a minorías étnicas.

En sentido contrario al de los anteriores programas mencionados este tipo de espacios centran su atención:

    • Más en las audiencias que en el interés real por solucionar los problemas tratados.

    • En la absurda fascinación del morbo de ver a personas preocupadas por su situación ponderal enfrentados ante retos poco edificantes.
    • En la promoción de estrategias peligrosas como la de la diabulimia y el seguimiento de dietas milagro.
  • OBESIDAD EN LA TELEVISIÓN: LEJOS DE LA REALIDAD

    Uno de los aspectos más criticados de este tipo de programas es el modo en que se abordan todos los casos, alejado de las condiciones reales. Pocas personas tienen un dietista-nutricionista, un médico, un cocinero o un entrenador personal a su disposición las 24 horas del día, durante dos o tres meses. Incluso, se libera o se ayuda a los participantes con sus cargas familiares, profesionales, etc. mientras dura la grabación, unas situaciones que dotan a la intervención de una artificialidad que no se da en la vida real.

    Además, en el caso de los programas con formato de concurso, la posibilidad de ganar jugosas recompensas económicas puede promover unos cambios carentes del convencimiento necesario para que se mantengan en el tiempo. Una vez desaparecida “la zanahoria” del premio, es muy probable que los concursantes vuelvan a sus costumbres anteriores.

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