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Los principales peligros en la playa para los niños y niñas, como para los adultos, tienen que ver con el sol, tanto en tierra (arena) como en mar, y con todo lo que hay en la orilla y más adentro.
- Exponerse al astro rey sin protegerse de forma adecuada puede ocasionar quemaduras (y a la larga cáncer piel), deshidratación, dolor de cabeza o golpe de calor en el menor.
- Y no estar pendiente de tu hijo cuando está en el agua también es negligente, aunque lleve flotador o manguitos o esté cerca el socorrista. Las olas, corrientes marinas, rocas “invisibles”, medusas y otros animales acuáticos, zambullidas imprudentes… pueden jugaros una mala pasada. Por eso no debes pasar por alto las recomendaciones para evitar ahogamientos, entre otros consejos.
Qué pasa si un niño traga agua de mar
Aun así, puede que tu peque, por mera curiosidad, porque tiene sed o porque casi sufre un ahogamiento, trague agua de mar. No te preocupes. Es bastante frecuente que les ocurra a los niños pequeños.
Tomar este tipo de agua está de moda por sus supuestos beneficios para la salud, y hasta se vende como ingrediente para cocinar. Pero no se recomienda beber agua de mar por múltiples razones; por supuesto, tampoco a los peques.
Y ¿qué repercusiones puede tener beber agua de mar en la salud de los menores? Si bien una pequeña cantidad de agua salada no puede causar daños significativos, la Sociedad Italiana de Pediatría advierte de dos efectos en los peques:
- Debido a su alto contenido en sal, el agua de mar es tóxica para el organismo de los niños.
- Y si el mar está contaminado, puede contener agentes infecciosos que pueden causar problemas, como gastroenteritis infantil, cuyos síntomas (diarrea, vómitos…) requieren de consulta inmediata al pediatra. Un problema que también se da al tragar agua de piscina, como recuerdan los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC).
Qué hacer cuando un niño traga agua de mar

Si el peque ha bebido agua de mar en la playa, no pierdas la calma. La manera de proceder que aconsejan los pediatras es muy sencilla: ofrecer al niño agua dulce fresca, “ya que es útil para eliminar la cantidad de sal contenida en el agua de mar ingerido». Además, lo más seguro es que la pida porque se notará sediento.
Qué pasa si mi bebé come arena de playa
Si son las primeras vacaciones de verano de tu bebé, sabes que no es conveniente llevarle a la playa antes de los seis meses de edad o si lo haces, tomando muchas precauciones con el sol (siempre a la sombra, vestido e hidratado). Y cuando te animes a ir a la playa con el peque, debes tener en cuenta que, quizás por su afán exploratorio, meta las manos en la arena, se las chupe y se la trague. Además, los bebés que gatean o juegan con la arena pueden ingerirla o inhalarla con facilidad.
Pero no solo comen arena los niños pequeños. También puede que ocurra de manera accidental con niños mayores, si juegan con sus manos a hacer castillos o a enterrarse (la arena se incrusta sin problemas en las uñas). De hecho, este último juego puede resultar especialmente peligroso: a la posible inhalación o ingesta accidental de arena por jugar con ella cerca de la cara, se une la asfixia por compresión tras un posible colapso, la ansiedad por dificultad para salir o un golpe de calor si se permanece mucho tiempo enterrado bajo el sol.
👉 Qué pasa si un niño come arena

Los riesgos de ingerir arena de playa están relacionados con la presencia de microorganismos que pueden causar infecciones gastrointestinales, como Escherichia coli, Enterococcus, Salmonella y Campylobacter. En este estudio, por ejemplo, se demostró que quienes jugaban a enterrarse tenían más posibilidades de sufrir estos problemas.
Además, la arena puede contener residuos que abandonen otros usuarios, como colillas de tabaco, restos de comida o envases o hasta excrementos de humanos y animales.
Por fortuna, comer pequeñas cantidades de arena no se asocia con problemas importantes de salud. Otra cosa sería que el niño ingiriera gran cantidad, lo que podría causar hasta una obstrucción intestinal. Pero esto sería muy raro, ya que a los bebés enseguida se les nota en la cara su desagrado al probar la arena (con lloro incluido) y no tienden a repetirlo.
Más preocupante sería ver que al peque le gusta, lo hace a menudo, con ansia y de forma compulsiva. Estaríamos ante un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) denominado pica.
Qué hacer si un niño come arena
Si tu hijo traga arena en la playa, ante todo, tranquilidad y determinación. Limpia sus manos; para ello, ayúdate de agua y jabón, por si hubiera algún patógeno. Y, por supuesto, quítale de la boca la arena que haya podido quedar.