Alimentación durante la andropausia

El progresivo descenso del nivel de andrógenos repercute en todos los procesos orgánicos
Por EROSKI Consumer 1 de septiembre de 2008
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Imagen: Steve Woods

Hace algunos años se comenzó a usar el término andropausia para englobar los cambios fisiológicos que comienzan a afectar al varón hacia los 50 años. Se trata de un síndrome y ello significa que engloba un conjunto de síntomas muy variados. En realidad, debe considerarse como una parte del desarrollo masculino y no como una enfermedad. En la última década ha sido cuando se ha comenzado a otorgar la importancia que merecen a los cambios fisiológicos asociados a la andropausia y se han iniciado estudios profundos sobre el tema.

Cosas de la edad

La andropausia no es tan brusca como la menopausia. Se trata de un proceso lento y gradual que tiene que ver con el progresivo descenso del nivel de andrógenos (hormonas sexuales masculinas), lo cual repercute en todos los procesos orgánicos. La andropausia o andropenia se conoce también como Síndrome de ADAM (androgen deficiency aging male, deficiencia de andrógenos en el envejecimiento de los hombres).

La dieta durante estos años debe enfocarse al mantenimiento de la salud y la prevención de enfermedades
A diferencia de la mujer, en la que la menopausia marca el final del período fértil, en el hombre la fertilidad persiste a pesar de la edad. A partir de los 55-60 años se detectan significativos descensos del nivel de testosterona en la sangre. También disminuyen otras hormonas androgénicas, pero el mejor indicador de la andropausia parece ser la testosterona.

Al final de la adolescencia, los chicos están normalmente con sus niveles más altos de testosterona (entre 800 y 1.200 nanogramos por decilitro (ng/dl) de sangre. Estos niveles se mantienen aproximadamente de diez a 20 años, después de los cuales comienzan a declinar a razón de un 1% por año para el nivel absoluto de testosterona. A la edad de 80-85 años se alcanzan niveles medios de testosterona de aproximadamente un 60% de los registrados a los 25 años. Sin embargo, estos niveles son tan diferentes entre individuos que no pueden ser tomados más que como un promedio estadístico. Por tanto, algunos varones de 80 años de edad pueden presentar cantidades de testosterona que siguen hallándose dentro del intervalo normal para adultos jóvenes.

Si bien algunos autores se refieren a la edad como el factor más importante en los cambios hormonales, hay también evidencias de que las medidas antropométricas (peso, talla, perímetros cutáneos) y el estilo de vida tienen algún rol en estos cambios. El estrés y las enfermedades aceleran la disminución de la función de las células de Leydig, productoras de testosterona. Como en cualquier alteración de la salud, es importante el diagnóstico precoz y que el afectado preste mucha atención a los primeros síntomas.

Dieta en la madurez

La nutrición en la edad adulta se debe enfocar a mantener la salud y a prevenir el desarrollo de enfermedades, mediante el seguimiento de una alimentación variada, sana y equilibrada de acuerdo a la edad, sexo y actividad física particular. Los hábitos alimentarios saludables se han de combinar con unos hábitos de vida propicios que incluyan la práctica regular de ejercicio físico, así como la reducción de tóxicos como el alcohol, el tabaco u otras drogas.

La dieta a partir de esta edad, cuando no existen enfermedades asociadas, se limita a una alimentación equilibrada teniendo en cuenta ciertos matices:

  • A la hora de comer, distinga entre hambre y apetito.
  • Coma despacio, de manera relajada y dedique como mínimo 20 ó 30 minutos a esta parte tan importante del día. En caso de estar preocupado, ansioso o enfadado, es mejor tumbarse en un lugar tranquilo, cerrar los ojos, respirar profundamente y relajarse; después, cuando uno ya está repuesto, dedicarse a comer.
  • Fraccione la alimentación en varias tomas, como mínimo tres comidas principales (desayuno, comida y cena) y respete los horarios de las comidas (no se salte ninguna).
  • Coma sentado en la mesa, de un modo tranquilo y ordenado (sin mezclar platos).
  • Planifique los menús con antelación para poder prepararlos adecuadamente.
  • Mastique bien los alimentos, ya que la digestión de muchos de ellos (cereales, patatas y legumbres) comienza en la boca. De esta manera se aprovecha más su valor nutritivo y se predispone al cuerpo hacia buenas digestiones.
  • Los alimentos ricos en hidratos de carbono complejos (pan, arroz, pasta, legumbres y patatas) deben constituir la base de la alimentación siempre y cuando se ajusten las cantidades a las necesidades energéticas personales.
  • Reduzca al máximo el consumo de productos excesivamente dulces por su riqueza en azúcares simples y calorías (sobre todo en caso de obesidad, diabetes o alteraciones de lípidos en sangre, como hipertrigliceridemia o hipercolesterolemia).
  • Cuide el origen de la grasa de los alimentos. Conviene reducir la grasa saturada, abundante en carnes, huevos, lácteos enteros, mantequilla, nata o manteca, y más aún las grasas trans de bollería y productos precocinados. Tienen capacidad de aumentar los niveles de colesterol en sangre y de acumularse en las paredes de las arterias dificultando el paso de la sangre por ellas y aumentando el riesgo de desarrollar arteriosclerosis. Como contrapartida, aumente el consumo de pescado y consuma aceite de oliva preferentemente, ambos alimentos son ricos en ácidos grasos insaturados con indiscutibles cualidades dietéticas a la hora de reducir los niveles de triglicéridos y colesterol sanguíneos elevados.
  • No abuse de la sal de mesa o de los alimentos ricos en sodio (embutidos, conservas, entre otros).
  • Beba suficiente cantidad de agua (1,5 litros al día) para mantener el cuerpo bien hidratado y favorecer la función de los riñones.
Síntomas

A diferencia de los sofocos que padece la mujer, el hombre sufre escalofríos. Otros síntomas fáciles de identificar son:

  • Flacidez del pene y remisión testicular. Esto conlleva una disminución en la producción de esperma y testosterona y es causa de que disminuya el deseo sexual.
  • Disfunción de la próstata. La próstata comienza a amasar tejido conjuntivo capaz de complicar la micción y la eyaculación (retrasada y menos potente).
  • Descalcificación ósea. La masa ósea disminuye, lo que conlleva a una reducción de la estatura en unos 5,5 centímetros y puede aparecer la osteoporosis, también en los hombres.
  • Tendencia a engordar. Se produce un incremento de la grasa localizada principalmente en la zona abdominal, y una pérdida de masa muscular de alrededor de diez kilos (dependiendo de la talla de cada individuo).
  • Alteraciones psíquicas. Cambios en la conducta y en la actitud, leves y progresivos o drásticos e intempestivos, dependiendo de la estructura y la estabilidad psicológica de la persona.
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