El aceite de cilantro previene enfermedades alimentarias y podría ser una alternativa natural a los antibióticos

Es una sustancia tóxica para muchas bacterias que perjudican al organismo humano
Por EROSKI Consumer 25 de agosto de 2011

Un estudio de científicos portugueses ha demostrado que el aceite de cilantro posee propiedades antibióticas que podrían tener en el futuro importantes aplicaciones en la industria alimentaria y médica. La investigación, publicada en el «Journal of Medical Microbiology», prueba que el aceite de cilantro es tóxico para un amplio espectro de bacterias, lo que podría utilizarse en la prevención de enfermedades alimentarias e incluso en el tratamiento de infecciones resistentes a antibióticos.

Los investigadores comprobaron los efectos del aceite de cilantro en una docena de cepas de bacterias, entre ellas, la «Escherichia coli«, la «Salmonella enterica», la «Bacillus cereus» y la «Staphylococcus aureus«. Todas ellas redujeron su crecimiento al contacto con esta sustancia, y la mayoría fueron eliminadas por disoluciones con una cantidad igual o inferior al 1,6% de aceite de cilantro.

El cilantro es una planta aromática que se utiliza de forma habitual en la cocina mediterránea y el aceite que se extrae de sus semillas se usa en muchos lugares como aditivo alimentario. Desde hace siglos se ha asociado esta hierba con beneficios para la salud, entre ellos, el alivio del dolor, de calambres, convulsiones y náuseas, así como la mejora de las digestiones difíciles y el tratamiento de algunas infecciones por hongos.

Hasta el momento, pese a que se conocían algunas de sus propiedades no se sabía el mecanismo biológico que las hacía posibles. Ahora, el reciente estudio portugués ha descubierto que el aceite de cilantro provoca que daños en la membrana de las células bacterianas, que impiden su respiración y conducen a la muerte celular.

Por otro lado, los científicos apuntan que el reciente descubrimiento de las propiedades del aceite de cilantro podría impulsar el desarrollo de nuevos aditivos que prevengan el desarrollo de enfermedades alimentarias, que se estima afectan al 30% de la población cada año. Además, consideran que es viable que se utilice en la fabricación de nuevos fármacos que podrían convertirse en una alternativa natural a los actuales antibióticos.

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