Es preciso tostar el café para que se desarrollen las características
organolépticas, es decir, aquellas que apreciamos por los sentidos como
olor, sabor y color típicos.En España y países como Portugal o Costa Rica se realiza el llamado tueste torrefacto,
en el que se añade al tostador un 10-15 por ciento de azúcar que forma sobre el
grano una costra caramelizada-carbonizada. Originalmente se ideó este sistema
pretendiendo que la costra protegiera al café de oxidaciones y pérdida de aromas.
Se ha comprobado que no existe tal efecto, pero en estos países ha quedado la
costumbre de consumir ese tipo de café. El tueste torrefacto aporta color más intenso, sabor más fuerte y mayor cuerpo,
pero a cambio pierde los delicados aromas y sabores del café de tueste natural.
Enlaces de interés:
* Los alimentos a debate: ¿Adictos al café?.