La grasa de la dieta y el cáncer de mama

Las dietas ricas en grasa y la obesidad son dos factores que favorecen el riesgo de padecer cáncer de mama
Por Maite Zudaire 7 de julio de 2011
Img mujeres comiendo
Imagen: Frerieke

Diversos factores evitables, como los residuos tóxicos ambientales, y ciertos hábitos de vida (alcohol, tabaco) y de alimentación se han descrito como iniciadores o promotores del proceso de carcinogénesis. De todos ellos, los factores nutricionales se consideran fundamentales por la continua exposición, ya que se come todos los días varias veces. En relación a la dieta y el cáncer de mama, el alcohol y las grasas (no tanto la cantidad como la calidad de la grasa) figuran entre los componentes alimentarios más relevantes.

Imagen: Frerieke

En el ámbito europeo, se ha diseñado el estudio EPIC (European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition) para investigar las relaciones entre la dieta, el estado nutricional, el estilo de vida y los factores ambientales y la incidencia de cáncer y otras enfermedades crónicas. Una de las claves que trasladan desde EPIC es que el sobrepeso y el escaso ejercicio físico aumentan la actividad del cáncer de mama después de la menopausia. En términos generales, y como medida preventiva, a día de hoy sirve el mensaje que el Colegio Americano de Medicina Preventiva emitió hace años, respaldado por las más recientes evidencias científicas: «Ingerimos demasiadas calorías, consumimos las grasas equivocadas y no hacemos el ejercicio físico suficiente».

Lípidos y cáncer de mama

El elevado número de casos de cáncer de mama hace que las investigaciones se centren en el estudio de los factores que pueden frenar su incidencia. Se investiga el papel de distintos nutrientes como promotores y protectores de este tipo de cáncer. Las principales líneas de investigación se centran en tres factores claves: la obesidad, la calidad de las grasas y el alcohol.

En relación al consumo de grasa y el riesgo de sufrir cáncer de mama, es más importante el tipo de grasa que la cantidad total ingerida

Numerosos estudios experimentales y epidemiológicos han puesto de manifiesto la relación entre los lípidos de la dieta y el cáncer de mama, aunque los estudios epidemiológicos son menos numerosos y sus resultados, controvertidos. Se admite que las dietas hiperlipídicas (excesivas en grasa) son promotoras del cáncer de mama, aunque está demostrado que dietas con una misma cantidad de energía y contenido graso total difieren en su capacidad estimuladora según su composición en ácidos grasos. En relación al consumo de grasa y el riesgo de sufrir cáncer de mama, es más importante el tipo de grasa que la cantidad total ingerida.

El Grupo multidisciplinario para el estudio del cáncer de mama de la Universidad de Barcelona ha publicado una revisión centrada en los estudios experimentales llevados a cabo en relación a la influencia de la grasa en esta enfermedad curable. En este aspecto, ha quedado demostrado que el tipo y la cantidad de grasa ingerida, así como el momento de su administración, juegan un papel importante en la promoción de la carcinogénesis mamaria, e incluso, en su iniciación y en la limitación de su crecimiento.

Aceite de oliva virgen extra, siempre en la despensa

Estudios epidemiológicos han demostrado que la incidencia de cáncer de mama en los países europeos de la zona mediterránea, donde el consumo de aceite de oliva es elevado, es inferior a la de la mayoría de los países del norte de Europa y América. Aunque en los estudios experimentales se detecta desde una ausencia de efecto promotor del ácido oleico monoinsaturado (abundante en el aceite de oliva) a un débil efecto protector del cáncer de mama, las investigaciones apuntan a otros componentes bioactivos del aceite de oliva con efectos quimiopreventivos (antioxidantes como vitamina E, escualeno, etc). La cantidad de estos compuestos es mayor en el aceite de oliva virgen extra.

Más pescado azul

Los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga de la serie omega-3 (EPA o ácido eicopentaenoico y DHA o ácido docosahexaenoico) presentes en el pescado azul (sardina, anchoa o boquerón, caballa o verdel, chicharro, bonito, atún o salmón) y los sintetizados en el organismo a partir del ácido alfa-linolénico (nueces, aceite de canola, soja) serían inhibidores del crecimiento tumoral mamario. El consejo dietético es llevadero y se traduce en comer más pescado azul (al menos dos veces por semana) y un puñado de nueces al día.

Grasas y aceites no protectores

Entre los ácidos grasos promotores de la carcinogénesis se halla el ácido linoleico (ácido graso poliinsaturado de la serie omega-6) presente en aceites vegetales como los de maíz y girasol. Esto no significa que el consumo moderado de estos aceites sea contraproducente, sino que no serán los aceites de consumo preferente o de uso exclusivo en el ámbito doméstico y se combinarán con el de oliva, que será el de primera elección. Las grasas saturadas de procedencia animal también son promotoras, según apuntan las investigaciones.

El Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, en sus objetivos de prevención de la enfermedad por medio de la nutrición, estima que una reducción del consumo de grasas de 160 g/día a 100 g/día y un aumento del consumo de fibra de 20 g/día a 30 g/día en la población americana podría reducir la mortalidad por cáncer entre un 10% y un 15%.

Pequeños gestos como sustituir las carnes rojas grasas como entrecot (12 g grasa/100 g), cordero (15-20 g grasa/100 g), costilla de ternera (6,6 g grasa/100 g) o costillas o chuletas de cerdo (15-23 g grasa/100 g) por carnes blancas como la pechuga de pavo y de pollo (3 g de grasa/100 g); la leche entera (3,6 g/100 g) por desnatada (0,2 g/100 g) o por bebida de avena (0,7 g/100 ml); el queso curado (30-40 g/100 g) por yogures desnatados (0,3 g/100 g) y quesos frescos (15 g/100 g), y los embutidos (35-50 g/100 g) por jamón serrano magro (8,4 g/100 g) da grandes resultados en la reducción de la grasa saturada de la dieta diaria.

CÓDIGO EUROPEO CONTRA EL CÁNCER

El Código Europeo contra el Cáncer contiene 11 recomendaciones. El seguimiento de las mismas puede reducir, en muchos casos, la incidencia y la mortalidad causada por esta enfermedad. Entre los consejos dietéticos y de estilo de vida se incluyen: evitar la obesidad, hacer ejercicio físico a diario y aumentar el consumo diario y la variedad de hortalizas y frutas, además de limitar el consumo de alimentos que contengan grasas de origen animal. Tres consejos que además de servir para prevenir el desarrollo de cáncer en general son acciones protectoras frente al cáncer de mama.

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