La Rioja, más que una tierra de viñedos

El verdadero secreto de la gastronomía riojana es la sencillez de sus platos y las excelentes materias primas de que dispone esta región, entre las que destacan verduras y hortalizas, legumbres, carnes, frutas y cómo no, el buen vino
Por EROSKI Consumer 15 de marzo de 2006

La cocina riojana es en su mayor parte castellana, aunque también comparte aspectos culinarios con Navarra y Aragón. Las hortalizas frescas y los vinos son dos elementos comunes en estas tres regiones que comparten las aguas del río Ebro. Sin embargo, cada región desarrolla unas características que les diferencia del resto. En este caso, el arte culinario de La Rioja se acompaña con el excelente vino de sus bodegas.

La huerta riojana

La Rioja se caracteriza por sus excelentes campos y huertas de donde se obtienen, entre otros alimentos, ajos, cebollas y pimientos, todos ellos ingredientes característicos de los platos.Mención especial merecen los espárragos, las alcachofas, las acelgas y las borrajas. Estas verduras cocinadas en sí mismas dan lugar a extraordinarios manjares, pero guisadas en conjunto forman la menestra riojana, un verdadero lujo gastronómico.

El caparrón es una variedad de alubia roja de semilla más corta y redondeada de lo habitual

Las legumbres cultivadas en estas tierras mezcladas con las carnes de la región, dan cuerpo a unos cocidos excelentes, ideales para el frío invernal como las pochas o los caparrones. El caparrón es una variedad de alubia roja de semilla más corta y redondeada de lo habitual. Se entiende por caparrones al cocido elaborado con esta alubia, uno de los platos representativos de la gastronomía riojana, en el que nunca falta como ingrediente el chorizo autóctono. Otro de los primeros platos que se puede degustar en La Rioja son las famosas patatas a la riojana, elaboradas con patata, chorizo, pimiento rojo y laurel, y condimentadas con un toque de pimentón.

Carne y pescados de segundo plato

El cordero en La Rioja es considerado como un manjar, tanto guisado en las calderetas de cordero, como asado. También es muy común en el consumo de sangrecilla u otras partes de este animal. El cerdo y sus derivados gozan de gran aceptación. Los chorizos caseros y la morcilla son dos ejemplos de la sapiencia de fogones.

Entre las recetas de pescados, destacan las hechas con bonito, bacalao, lmerluza, besugo, chicharro y demás especies del Cantábrico. Presentes en las cartas de los restaurantes, pues aunque se trate de una tierra sin mar, la proximidad de la costa y sobre todo la estrecha relación que ha mantenido durante décadas con cántabros, sobre todo vascos, se ha dejado notar. El bacalao a la riojana, guisado con tomate y pimientos rojos, o el besugo en salsa son dos ejemplos.

Algún día hay que degustar los fardelejos, un dulce rural, calórico y delicioso

Fruta y fardelejos de postre

En La Rioja destacan los postres elaborados a base de frutas frescas como melocotones, manzanas, higos o peras que ofrecen en la temporada la mejor forma de terminar una comida y además constituyen un postre saludable. Si se visita alguna localidad riojana, el viajero goloso disfrutará con los fardelejos, un dulce típico de la zona de Arnedo que consiste en una especie de empanadilla frita rellena de un bizcocho de almendras y espolvoreada con azúcar glass.

Para beber, el vino y el zurracapote

Una buena época para visitar La Rioja es en la temporada de la vendimia, que comienza a principios de octubre y se prolonga entre 30 y 40 días. Conocer de cerca la vendimia resulta una experiencia enriquecedora. Son miles las hectáreas dedicadas al cultivo del viñedo. Muchas de ellas ahora diseñadas para que el fruto sea recolectado con máquinas, pero todavía se encuentran campos donde los braceros cortan los racimos, los depositan en cestos de mimbre o en «comportas» de madera que los tractores transportan hasta la bodega.

La cultura del vino está arraigada en la tierra. En cada pueblo de la Rioja Alta y de la Rioja Baja, de una u otra forma, se encuentran pequeñas bodegas que acogen el caldo que no se ha llevado a la cooperativa o se ha vendido a grandes marcas. Allí duerme en barricas hasta que coge cuerpo y sirve para acompañar las meriendas veraniegas: cenas opulentas a base de costillas al sarmiento y pimientos.

Una bebida popular típica de estos lares es el zurracapote, que se elabora con vino tinto, mezclado con otras bebidas alcohólicas, zumos y refrescos de frutas, azúcar y canela. Hay quienes lo cuecen antes de beberlo, lo que reduce su grado alcohólico. Es suave y dulce, y aunque son muchos sus detractores, es el ‘agua’ con que se riegan las gargantas en las fiestas patronales.

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