La tragedia ecológica en Galicia no tiene por qué afectar al mercado de crustáceos, según los especialistas

España importa al año unos 140 millones de kilos de marisco, principalmente de Argentina, Escocia, Marruecos y China
Por EROSKI Consumer 3 de diciembre de 2002

¿Habrá marisco estas navidades después de la tragedia ecológica provocada por el «Prestige» en Galicia? Esta es la pregunta que se hacen muchos consumidores, y parece ser que la respuesta es afirmativa ya que, según los especialistas, no sólo la Costa de la Muerte sirve de vivero natural de estas especies.

El producto más mítico de las rías de La Coruña y Pontevedra ha sido atacado en la peor época, cuando muchos hogares españoles se preparan para llenar sus mesas de marisco en la cena de Nochebuena y Nochevieja. Son los meses fuertes para el percebe, el langostino, la ostra, etc. Pero la debacle para los profesionales no tiene por qué serla también para los consumidores.

Cada año se consumen en los hogares españoles 283.000 kilos de mariscos y moluscos, según los datos del Ministerio de Agricultura y Pesca. La media suele rondar los 21.000 kilos al mes. Pero en diciembre la estadística se dispara hasta casi los 48.000. Y eso, sin contar lo que se vende en bares y restaurantes, no tan condicionados por el calendario navideño gracias a bodas, bautizos y comuniones.

La producción, únicamente en Galicia, es llamativa: casi 1.400.000 kilos anuales de nécoras, percebes, cigalas, centollos y camarones; a los que habría que sumar los más de dos millones de kilos de almejas o los 33.000 de mejillón, apunta la Consejería de Pesca y Asuntos Marítimos de la Xunta de Galicia.

Pero, aunque estas cifras parecen indicar un exceso de producción, la realidad es otra. Así, buena parte del marisco que consumimos procede de Grecia, Reino Unido o Sudamérica. Prácticamente, no hay mar en el mundo que no arroje a los mercados españoles alguna de sus piezas. Desde Bretaña a Senegal, de Argentina a Irán.

140 millones de kilos

Durante 2001, se importaron más de 140 millones de kilos de langostas, gambas, langostinos y cigalas, según el Ministerio de Agricultura. El año pasado llegaron 38 millones de kilos de crustáceos procedentes de Argentina, trece desde China, ocho de Marruecos y Gran Bretaña…

El auge de este tipo de productos es tal que ni Galicia es autosuficiente. Por ejemplo, desde el País Vasco, cada semana salen al menos unas cuatro toneladas de nécoras, centollos, langostas o cigalas importadas básicamente de Escocia para abastecer dicho mercado. Y desde Madrid sucede algo parecido.

La ruta es sencilla, pero kilométrica. Los crustáceos se crían en viveros del norte de Gran Bretaña, donde son cargados en camiones especiales. Atraviesan Inglaterra y embarcan en los «ferrys» con destino a España.

Diferencias

«La diferencia a la hora de degustar un marisco gallego y uno escocés es la misma que existe cuando ves el día y luego miras la noche; no tiene nada que ver», afirma Alfredo Castrelo, propietario del restaurante «El Refugio», a tres kilómetros de la costa, uno de los más afamados La Coruña especializado en marisco gallego.

Su preocupación es la misma que la de miles de profesionales vinculados con el símbolo gastronómico de Galicia: «No sabemos qué vamos a hacer». Los precios suben, las capturas escasean. «¡Pero si es que no se puede salir a recoger nada!». Es la hora de buscar alternativas. A su juicio, cualquier comparación es odiosa. «El percebe gallego es el mejor, sobre todo, el que sale entre Finisterre y Estaca de Bares».

La principal diferencia, a su juicio, es el sabor. Y poco tiene que ver con el tamaño. «Es mejor un percebe pequeño y joven que uno grande y viejo». Algo parecido ocurre con las nécoras. «A primera vista, son casi todas iguales, pero la escocesa sabe a paja; puede valer para echar al arroz, pero poco más». Y similar con el abacanto: patas de la especie canadiense se emplean para adornar paellas.

Una opinión de la que disienten los distribuidores que traen estos productos de Gran Bretaña: «Las escocesas son de primera calidad. Otra cosa son, por ejemplo, los percebes marroquíes. Como han estado en aguas más cálidas, se nota que son peores», afirma un profesional vasco.

«Aquí todo es muy relativo, los bulos van creciendo», según Cruz Pascual, profesora del departamento de Técnicas de Producción Pesquera de la Facultad de Biología de Santiago de Compostela. Para esta especialista, la riqueza de un producto depende del alimento con el que se ha desarrollado, de cuándo sea apresado, etcétera. Y, en el caso de la congelación, de cómo se ha realizado el proceso. «Si ha sido erróneo, perderá nutrientes».

Lo que aconsejan la mayoría de los expertos es huir de las «gangas». «Langostinos frescos por 1.500 pesetas es imposible. Los verdaderos cuestan entre 6.000 y 7.000. Lo otro es producto congelado, posteriormente descongelado. Es lo peor de lo peor, porque tiene todo tipo de conservantes», apunta un distribuidor.

Desde el punto de vista nutricional, el marisco posee proteínas, «pero el resto es como si tomásemos agua. Aunque creo que nadie come este producto por su valor nutritivo», reconoce la bióloga gallega.

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