Los alimentos funcionales son cada vez más habituales en la dieta diaria de los españoles

Los médicos recuerdan que la acción de estos productos debe estar probada científicamente
Por EROSKI Consumer 17 de noviembre de 2003

Margarinas con esteres de esteroles y estanoles, que reducen los niveles de colesterol «malo» (LDL) y disminuyen el riesgo de padecer afecciones cardiacas; yogures con bífidus, que mejoran el funcionamiento intestinal; leches con ácido fólico, que previenen malformaciones en el tubo neural; o cereales fortificados con hierro, que pueden disminuir los niveles de colesterol en sangre, son algunos de los alimentos denominados «funcionales», cada vez más habituales en la dieta diaria de los españoles.

Los expertos en nutrición definen estos productos como «aquellos que se consumen como parte de una dieta normal y contienen componentes biológicamente activos, que ofrecen beneficios para la salud y reducen el riesgo de sufrir enfermedades». Y recalcan que estos alimentos deben formar parte de la dieta habitual de la persona, en cantidades normales; el componente activo no puede tener efectos tóxicos ni modificar el valor nutricional del alimento; y deben venir en forma de comida, no de cápsulas. Pero lo más importante, según los nutricionistas, es que la sustancia que se añada tiene que poder ser determinada por métodos analíticos y su acción debe estar probada científicamente.

El reto actual de los expertos en la materia es estudiar la relación entre un alimento, o uno de sus componentes, y la mejora del estado de salud, o la disminución de enfermedades. Margarita Alonso Franch, vicedecana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid, explica que en estos momentos «existe cierta confusión porque muchos de los alimentos (funcionales) que están en el mercado no tienen una base científica, sólo existe una sospecha». En este sentido, un reciente informe del departamento de Pediatría, Inmunología, Obstetricia, Ginecología y Nutrición de la Facultad vallisoletana, apunta que «en muchos casos aún no está precisada la cantidad a enriquecer o fortalecer los alimentos, ni el efecto que pueda tener la ingesta excesiva de algunos de estos alimentos funcionales, ya que no está establecido el nivel máximo de ingesta permitida».

La preocupación por una alimentación saludable ha incrementado el consumo de leches con jalea real o con flúor, los yogures enriquecidos con vitaminas, los zumos con minerales o las galletas ricas en fibra, en detrimento de los alimentos bajos en calorías, azúcar o colesterol. «Cada día se descubren nuevas sustancias que, con independencia de su valor nutricional, son capaces de inducir efectos beneficiosos para la salud», revela Margarita Alonso, quien recuerda «la gran profusión de nuevos alimentos que se lanzan diariamente a los mercados, reclamando la atención del consumidor en aras de proporcionarle una mejor calidad de vida y un menor ritmo de envejecimiento».

Origen japonés

El origen de los alimentos funcionales hay que buscarlo en Japón. La idea fue desarrollada durante la década de los ochenta en respuesta a la necesidad de reducir el alto coste que suponían los seguros de salud en una población cada vez más envejecida. El Gobierno nipón fomentó entonces programas de desarrollo de productos alimentarios que pudieran ejercer un efecto positivo sobre la salud. Así nacieron los llamados «alimentos para la salud». Japón es el único país que hoy día posee una legislación al respecto.

Actualmente existen más de cien productos con licencia Foshu (Foods for Specified Health Use) o «alimentos de uso específico para la salud», los cuales llevan un sello de aprobación del Ministerio de Salud y Bienestar de ese país. Este grupo de alimentos genera en Japón un volumen de negocio al año de un billón de dólares. En España, donde existen en el mercado más de 200 productos de estas características, no hay todavía una legislación específica.

Alimentos del futuro

La vicedecana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid subraya que los alimentos funcionales «son los alimentos del futuro. Pero todavía hay mucho mito». «Se está creando la falsa idea de que estos alimentos curan, y no es cierto; estos alimentos previenen a un porcentaje de la población, y esto no da ninguna seguridad de que a ti te protejan», concluye la doctora Alonso Franch.

En cualquier caso, lo que sí es cierto, según los expertos, es que si los alimentos funcionales se combinan con un estilo de vida sano pueden contribuir de forma positiva a mejorar la salud y el bienestar.

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