Un estudio llevado a cabo por Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA), del Departamento de Agricultura de la Generalitat de Catalunya, pone de manifiesto «la escasa cultura» que tienen los consumidores españoles acerca del aceite de oliva virgen. Más del 25% de los encuestados no percibe diferencias entre las tipologías del aceite, ni los aspectos que condicionan su calidad.
España es en la actualidad la primera potencia mundial productora y exportadora de aceite de oliva. En nuestro país hay más de 30 Denominaciones de Origen Protegidas (DOP) de aceite de oliva virgen extra, con un alto nivel de calidad y excelencia.
El objetivo del estudio del IRTA era valorar el conocimiento general de los consumidores españoles sobre ingrediente básico de la dieta mediterránea. Para ello, seleccionaron a 400 consumidores de aceite de oliva, repartidos entre Madrid y Barcelona e implicados en la compra y/o preparación de los alimentos en el hogar.
Los investigadores sometieron a los encuestados a una cata de ocho muestras de aceites de oliva vírgenes del valle del Ebro (Navarra, La Rioja, Aragón y Cataluña). El perfil sensorial descriptivo de cada muestra fue definido con anterioridad por un panel oficial de 10 catadores (con certificación ISO17025), según las normativas vigentes del Consejo Oleícola Internacional y de la Unión Europea (UE), explicó el instituto dependiente del Departamento de Agricultura de la Generalitat de Catalunya.
«Los consumidores mostraron saber diferenciar los distintos tipos de aceite y se inclinaron por los menos amargos y menos picantes. Sin embargo, no fueron capaces de reconocer los ligeros defectos sensoriales que marcan la diferencia entre un aceite de oliva virgen y uno virgen extra», señaló el investigador del IRTA y responsable del estudio, Lluis Guerrero.
Según los resultados de la investigación, más del 25% de los encuestados no percibe diferencias entre las tipologías del aceite, ni los aspectos que condicionan su calidad. Además, en general «los españoles confieren poca importancia a la conservación del producto, por lo que las posibles alteraciones sensoriales sufridas por el aceite durante la distribución o el almacenamiento en el hogar serán atribuidas, muy probablemente, al productor», señaló el IRTA.
En cuanto al conocimiento de los consumidores sobre las características nutricionales del aceite, se observa una mejora importante respecto a estudios anteriores. Por esa razón, «es fundamental seguir desarrollando estrategias de comunicación y actividades formativas que fomenten una adecuada cultura alimentaria entre la población» reclamó Guerrero. «Esto aumentaría la preferencia hacia aceites diferenciados con una elevada calidad sensorial y, por consiguiente, permitiría la competitividad de pequeñas y medianas empresas en determinados nichos de mercado», concluye el investigador del IRTA.