Los helados de hielo, a debate

Su principal ingrediente es el agua y no poseen grasa ni colesterol, sin embargo pueden tener azúcar en cantidades importantes
Por EROSKI Consumer 3 de junio de 2004

La llegada del verano, y con él los días calurosos, invita a consumir helados, unos refrescantes y apetitosos alimentos. Su oferta aumenta año tras año, por lo que la elección se hace cada vez más difícil. Podemos encontrar helados de llamativos colores y originales sabores. Los hay para niños y mayores, e incluso bajos en calorías, más adecuados para quienes siguen una dieta para perder peso, tan habitual en estas fechas. Sin embargo, existen algunas creencias erróneas en torno a su composición y valor nutricional, como por ejemplo, pensar que los polos son sólo agua o que los helados sin azúcar convienen a quienes quieren adelgazar.

Variedades de helados

La composición de los helados es muy diversa, por lo que atendiendo a los ingredientes empleados en su elaboración, y por tanto a sus características energéticas y nutritivas, se pueden clasificar en cuatro grupos. Un grupo incluye a los helados elaborados a partir de crema o nata, leche entera o desnatada y grasa no láctea de origen animal o vegetal. Otro grupo estaría formado por los helados de hielo dentro de los cuales se incluyen los populares «polos», los sorbetes y los granizados. Por otro lado, existen los denominados postres helados que engloban a las tartas y pasteles helados.

Por último están los helados especiales, que se caracterizan por estar elaborados con edulcorantes no calóricos (sacarina, aspartame…) o con fructosa, de modo que puedan ser consumidos por personas diabéticas. Además de contener edulcorantes no calóricos, algunos están exentos de grasas y reciben el nombre de helados bajos en calorías o light, si bien, es importante leer detenidamente su etiquetado para comprobar la composición de estos productos, ya que muchas veces los mensajes publicitarios pueden provocar confusión.

Polos y sorbetes, sin grasa pero con azúcar

El ingrediente principal en la elaboración de los polos y sorbetes es el agua. Ésta constituye el 85-90% de su composición, por lo que este tipo de helados posee un escaso aporte calórico (alrededor de 70 calorías por 100 ml) si se comparan con los helados de crema o leche (de 200 a 250 calorías por 100 ml) cuyo contenido en agua es del 50-60%. Además, los helados de hielo no contienen grasa ni colesterol ya que en su elaboración no se utiliza nata ni leche, y por esta misma razón tampoco contienen proteínas, nutrientes que sí están presentes en los helados de crema. Por lo tanto, el valor calórico de los helados de hielo dependerá de la cantidad de azúcar utilizada en su elaboración, que es bastante elevada. El frío disminuye la percepción de los sabores y produce una ligera anestesia en las terminaciones gustativas, por lo que se añade más cantidad de azúcar a los helados para así poder disfrutar al máximo de su sabor.

En cuanto a la presencia de vitaminas y minerales, ésta es prácticamente inexistente en los helados cuya base es el agua. En algunos casos se emplea zumo de fruta para la elaboración de los mismos, sobre todo en los polos de limón, sin embargo, la cantidad es escasa, de alrededor del 3-5%, por lo que estos alimentos no pueden considerarse fuente de vitaminas, minerales o fibra. Los sorbetes, por el contrario, contienen al menos un 15 % de frutas, por lo que su contenido de vitaminas procedentes de la fruta es sensiblemente superior, si bien dista mucho de la cantidad de vitaminas presentes en una fruta fresca.

La elaboración de los helados de hielo tiene lugar mediante la utilización de diferentes compuestos artificiales como colorantes, aromatizantes, acidulantes y estabilizantes. De esta forma los polos adquieren colores y sabores propios de determinadas frutas, comúnmente limón, fresa y naranja. Sin embargo, esto no significa que en el proceso de elaboración de estos helados se haya utilizado pulpa ni zumo de fruta.

Aunque los polos son alimentos de bajo aporte calórico y no contienen grasa ni colesterol, su contenido en azúcar y aditivos artificiales así como su escaso valor nutricional, los convierten en alimentos a consumir de forma esporádica. Tienen la ventaja de refrescar en el momento en los días de calor, y ayudan a beber líquidos a quienes son reacias a tomar agua, aunque no calman la sed debido al azúcar que añaden.

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